Desde la ciudad olvidada

José Manuel Moreno Arana

Los claustros de santo domingo

eL sol entra a través de esos vibrantes encajes de piedra y proyecta al interior sinuosos dibujos, hechos de luces y sombras. La espiritualidad de la arquitectura gótica nos envuelve y las monumentales galerías nos invitan a transitarlas, a recorrerlas admirando la bella colección de portadas que se abren a ellas. El visitante más observador se detendrá en las ingenuas figuras que parecen sostener las bóvedas, llenas de variedad y encanto pese al tosco cincel que las talló.

Y, sin embargo, una mirada sosegada hará que el goce estético no sea completo. Paredes "maquilladas" que se desmoronan o detalles escultóricos deshechos por manos poco expertas son la consecuencia de una discutible restauración, en parte realizada por escuelas-taller. Todo ello a lo largo de doce años, durante los cuales la obra, cuando no hubo dinero para continuarla, sufrió largos periodos de paralización que provocaron importantes derrumbes en algunas zonas. Y cuando hubo financiación, se prefirió llevar a cabo intervenciones agresivas, poco encaminadas a la conservación y más a una heterodoxa reconstrucción. Aquí deberíamos situar actuaciones como la pérdida de la antigua solería de mármol y del arbolado del jardín central pero, sobre todo, la sustitución o camuflaje de partes que originariamente se levantaron en ladrillo o mampostería y que han sido falseadas para hacernos creer que fueron siempre de cantería. No es de extrañar, por tanto, que con estas preocupaciones pasaran desapercibidos en su día para técnicos y políticos los potenciales problemas de humedad e inundaciones que han terminado por aflorar meses después de su reciente reapertura. Nada nos extraña cuando aún a día de hoy no parece tenerse claros ni siquiera los usos que dar al edificio.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios