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Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Robar

TUVE que leerlo varias veces para comprobar que había leído bien: "Hoy emprender es prácticamente robar". Quien respondía así a la pregunta "¿Crearía una asignatura de emprendimiento?" en la entrevista del miércoles de Fede Durán en este periódico es Juan Carlos Monedero, politólogo y número dos de Podemos. Repentinamente, su pelo rubiasco y sus gafas redondas me evocaron a Pavel Pavlovich, Pasha, en el Dr. Zhivago de David Lean, un bolchevique bueno que acababa envenenado por su propio odio ciego. Así, como suele decirse "fuera de contexto" -seguramente se revolviera ante las críticas contra el entrevistador: todo un clásico-, la afirmación inquieta, y conecta directamente con una opinión tan española como en el fondo clerical: el empresario es quien tiene lo que yo no tengo. Es cierto que no es la clase empresarial quien mejor defiende su imagen, y para muestra, un botón: el que fuera máximo representante patronal, Gerardo Díaz Ferrán, está en prisión por estafas y evasiones y maquinaciones corporativas de lo más puerco, e incluso forma parte conspicua de los 86 barandas de Caja Madrid que gastaban millonadas en caprichos a base de tarjeta negra. Pero Monedero no sabe de qué está hablando -en el mejor de los casos-, o bien es un retrasado social que odia por principio la libre privada. No el libre robo con el escudo de una gran empresa, sino la empresa privada, la posibilidad de desarrollar una actividad empresarial. Por ejemplo, para escapar del desempleo, normalmente creando más empleo que el propio. Eso es emprender, y no lo que hace la otra casta, la de los de empresarios-políticos inyectados a las tetas públicas, que esperan ver suyas un día. Cuando Fede le replica "Durísima frase", él -demostrando haber ingerido un desestructurado gazpacho de economía exprés- dice que "la solución está en la pyme". Pues claro. La cosa es bien sencilla: el emprendedor es en la inmensa mayoría de los casos alguien que monta una microempresa o una pyme, muchas veces por vocación, en otros forzado por la circunstancias. Hablar de emprender en Acciona, en Repsol o en el Santander es como hablar de Nutribén para la dieta de un asilo de lujo. El emprendedor es alguien que se convierte en empresario con su pyme. Considerar que todo empresario que crece y tiene éxito es un ladrón es tan español como envidioso y retrógrado. Que florezca espinoso el odio al empresario en un país como España da más miedo que mil ladrones. Los malos, a juicio. O acabaremos confundiendo emprendimiento -fea palabra, de acuerdo- con prendimiento a lazo de empresarios.

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