Diario de Pasión

El Prendimiento cautiva a Jerez el día en el que 'estrena' Santiago

  • Las cofradías vivieron ayer el Via Crucis que las convoca a todas, un acto que brilló por la presencia del Prendimiento, la prestancia de la propia hermandad y por la alta participación.

Elegir para el Via Crucis de las Hermandades a una imagen con tirón devocional asegura el éxito de la convocatoria. Y si había que significar el jubileo de la Misericordia, qué mejor que las manos amarradas de Jesús para evocarlo. El Prendimiento, por segunda vez en la historia de los via crucis cofrades, sacó a la fría tarde y noche de ayer a una multitud de devotos, cofrades y gente de toda condición a las calles para asistir a uno de esos exclusivos momentos que se guardarán en la memoria de los que en un futuro dirán "yo estuve allí". La expectación respondió a la realidad. Mucha gente desde que el Señor salió de Santiago, otro de los gestos de ayer con el que monseñor Mazuelos quiso recordar a todos, incluso a los olvidadizos, que este templo existe y que El Prendimiento es a Santiago como la imagen lo es a esta iglesia, para despejar cualquier duda que se pudiera albergar. El Prendimiento fue sobre una canastilla de orfebrería, cedida por la Hermandad de Amor y Sacrificio de El Puerto de Santa María, iluminada en sus esquinas y costeros por faroles. Fue sobre un monte de lirios morados que hacía juego con la túnica que vistió el Señor, la antigua que fue bordada por Olmo.

El conjunto además de vistoso, tuvo armonía. A la hora convenida, seis menos cuarto de la tarde, la imagen salió por la puerta principal del templo. Los únicos testigos fueron las personas estrictamente necesarias para la salida y los gráficos de los medios de comunicación; no se permitió la entrada de público más allá de la valla que aún rodea a la iglesia. El motivo fue por la seguridad que se precisa dado que las obras siguen.

Casi al mismo tiempo, desde la capilla del Asilo empezó a salir el numeroso cortejo de hermanos que precedió al Señor, en el que también estuvieron los hermanos mayores, Unión de Hermandades, Delegación de Hermandades, pregonero y el párroco Diego Moreno entre otras representaciones. Todos pasaron ante la imagen, que aguardó a pie de la calle Merced antes de seguir avanzando entre el gentío que lo esperaba, que no dudó en aplaudir cuando empezó a avanzar, sonando al mismo tiempo la marcha Desamparo interpretada por la musical que precedió al paso. El esfuerzo de organización de la hermandad fue destacable para que todo transcurriera con orden en el cortejo de principio a fin. Y fue en la calle cuando se oyeron las saetas, algo consustancial a cuando el Prendimiento sale, para que la tarde se entonara en Miércoles Santo.

La junta de gobierno planteó la ida y parte de la vuelta con turnos para portar las andas. Así lo hicieron al salir los hermanos más antiguos, un poco más adelante un grupo de hermanas y después hermanos del Rosario de capataces y costaleros, Soledad, Santo Crucifijo, Cristo del Amor, Piedad, Angustias, Candelaria, Buena Muerte, Defensión, San Antonio de Padua de Ubrique, las agrupaciones del Prendimiento de Villamartín y Sanlúcar, Cristo de la Expiración y Cuerpo Nacional de Policía, con una histórica vinculación con la hermandad y que escoltaron a la imagen desde que salió. Desde el Arroyo, la hermandad, en otro gesto de generosidad, dejó que la imagen fuera portada por todos los que quisieran hacerlo.

El acto central tuvo lugar en la Catedral con el rezo del Via Crucis, para el que se eligió el de san Juan Pablo II. Un papel destacado e importante fue la participación de la coral catedralicia dirigida por Ángel Hortas al órgano, que nada más entrar el Señor en el templo dejó que sonara la genial composición Desamparo de don Germán, apellido también muy unido a esta cofradía; también sonó cuando aproximadamente una hora después salió de la Catedral. Bach, Bruckner, Buxtehude, Bickersteht, Gounod y Frisina, fueron los autores de las piezas que se interpretaron durante el rezo.

Al relato de lo sucedido ayer deberían añadirse otros elementos consustanciales como la atmósfera tan especial que se vivió en todo instante porque el Señor volvió a enseñar sus manos, jalando con ellas de ese pueblo devoto y fiel que poco más necesita en su vida espiritual que acercarse a la mirada del Prendimiento para sentirse plenos de Él.

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