Revista 'Entre Ríos' | Crítica

Una fiesta en Pino Montano

  • La revista de arte y letras 'Entre Ríos' dedica un número monográfico al flamenco que incluye un trabajo sobre el torero Ignacio Sánchez Mejías

Manuel Torre, segundo por la izquierda, en una fiesta en Pino Montano. Imagen incluida en el libro 'Manuel Torre' de Carlos Martín Ballester.

Manuel Torre, segundo por la izquierda, en una fiesta en Pino Montano. Imagen incluida en el libro 'Manuel Torre' de Carlos Martín Ballester.

En este monográfico dedicado al flamenco es el único que no es flamenco. Hay artículos dedicados a Silverio, Marchena, Vallejo, la Niña de los Peines, Manuel Torre, la Niña de la Puebla … (¿ninguno a Chacón?). Pero se ha incluido, con buen criterio a mi parecer, un artista que no es flamenco. Hoy, como entonces, se cuestiona su calidad de artista. Hoy, como entonces, España es un país con más antitaurinos que taurinos. Es un territorio en el que encontramos una nueva excusa para nuestro ancestral cainismo.

Como lo sabía, el artista al que nos referimos, tomó el toro por los cuernos, como solía hacer, y espetó lo siguiente: "Cuando la humanidad esté en un grado tal de civilización que no quede ninguna crueldad, entonces sería cosa de suprimir las corridas de toros. Pero mientras los seres humanos hablen tranquilamente del número de hombres que cada nación puede matar en un momento determinado, hablar de las corridas de toros es ridículo". La pronunció delante ante un auditorio de estudiantes y profesores de la Universidad de Columbia, en 1930. Algo que hoy sería imposible. ¿Por qué?

Portada del último número de 'Entre Ríos'. Portada del último número de 'Entre Ríos'.

Portada del último número de 'Entre Ríos'.

¿Es, acaso, porque la humanidad ha alcanzado un grado de civilización tal que ya no existe la crueldad? ¿Es la civilización lo contrario de la barbarie? ¿Es porque la hipocresía septentrional se ha convertido en una nueva y refinada forma de crueldad universal? Luego vino la guerra civil española y la segunda guerra mundial. Ejemplos máximos de crueldad y cainismo. La bomba atómica, la guerra bacteriológica, la guerra fría, la guerra sucia … hasta llegar a las guerras actuales. La humanidad no ha alcanzado ese grado de civilización que anhelaba nuestro personaje. Se trata de Ignacio Sánchez Mejías (Sevilla, 1891-Madrid, 1934) que, además de torear, escribió novelas y dramas, dos de ellas representadas. Y pronunció conferencias.

Fue el presidente del Real Betis Balompié que dio el impulso para que este equipo ganara la liga en 1935. Y murió en los ruedos, en concreto en Manzanares, en agosto de 1934. Demostrando así otra de las afirmaciones que pronunció en la Universidad de Columbia: "El toro dispone de la muerte y tiene la intención de utilizarla".

Fue además el promotor del homenaje a Luis de Góngora en Sevilla en 1927 que dio nombre a la generación literaria compuesta, entre otros, por sus amigos y protegidos Federico García Lorca y Rafael Alberti.

El homenaje culminó en una fiesta flamenca en su finca de Pino Montano con Manuel Torre como principal protagonista. Fue además presidente de la Cruz Roja, piloto aéreo, jugador de polo, etc.

Pero, ¿qué tiene que ver Sánchez Mejías con el flamenco? Mucho. En primer lugar como autor. Ya que la obra Las calles de Cádiz que estrenó La Argentinita en 1933 viene firmada por un tal Jiménez Chavarri que no es otro que Sánchez Mejías. Para la representación, Sánchez Mejías, junto a La Argentinita, Rafael Alberti y María Teresa León, entre otros, llevaron a cabo un curioso casting en Sevilla, Cádiz y Jerez, que Alberti y León describieron en sendos y deliciosos libros de memorias de todos conocidos.

Fue, además, mecenas de La Argentinita, de la que fue pareja sentimental. Es decir que, tal vez, sin la decisiva aportación de Sánchez Mejías no existirían obras como El amor brujo o La feria de los cornudos de la compañía de la bailaora. Esta última obra, por cierto, sobre un argumento de Lorca que luego llevaría, en clave trágica, hasta su Yerma (1934).

Hay una fotografía de una fiesta en la finca de Pino Montano de Joselito el Gallo, que luego adquirió Sánchez Mejías, en la que se ve a Manuel Torre, que era un habitual de estos saraos, junto a un centenar de personas.

Y eso no es todo. Afirma José Javier León que la conferencia Juego y teoría del duende no existiría sin la que pronunció en 1930 Sánchez Mejías en la Universidad de Columbia, titulada El pase de la muerte.

Pese a que la creatividad e imaginación verbal de Lorca era personal e intransferible, muchas ideas de Juego y teoría del duende están inspiradas en la conferencia sobre la tauromaquia que dio Sánchez Mejías en Nueva York.

En 1921, cuando escribió el Poema del cante jondo, que se publicaría una década más tarde, y mientras ayudaba a Manuel de Falla a organizar el Concurso de Cante Jondo, Federico García Lorca tenía una visión del flamenco puramente teórica. Por eso su inspiración va hacia el pasado: Franconetti, La Parrala, Juan Breva.

En 1933, cuando escribió Juego y teoría del duende en el barco que lo llevaba a Buenos Aires, Lorca había ganado familiaridad con Manuel Torre, Tomás Pavón, La Niña de los Peines, La Argentina o la propia Argentinita.

Y con otros flamencos, como Rafael Ortega, bailaor, gitano y homosexual cuya personalidad sedujo a García Lorca y que fue una de las fuentes de inspiración directas de la conferencia citada.

Y ello gracias a su amistad con La Argentinita e Ignacio Sánchez Mejías. El artículo que comentamos lo firma Ignacio Sánchez-Mejías Herrero, el sobrino nieto del torero. bto.

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