Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Criptoactivos y codicia

Según Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, es la codicia humana la que da valor a los criptoactivos, como el Bitcoin y como el Ethereum. Define como el Salvaje Oeste al mundo de las criptofinanzas, comparándolo con la fiebre del oro de los estadounidenses hace 170 años, cuando unos pocos explotaron el sueño de muchos. Sólo hace falta que algunos muestren grandes ganancias para convencer a muchos otros de lo que se están perdiendo. Pero ya lo sentenció Littlefinger en Juego de Tronos: el "caos es una escalera".

El valor de los criptoactivos asciende actualmente a 1,8 billones de dólares. El 16% de los norteamericanos y el 10% de los europeos mantienen inversiones en estos activos. En nuestro país, el Banco de España advertía esta misma semana que el 12% de la población adulta posee criptoactivos, con un porcentaje mayor de hombres que de mujeres, y especialmente intenso en jóvenes de 18 a 24 años. Su importancia todavía dentro del mundo financiero puede parecer baja -sólo representan el 1%-, pero su volumen ya es mayor que el mercado de hipotecas subprime, que desencadenó la crisis financiera en 2008.

Ni valen como medio de pago ni son adecuados como depósitos de valor, dada su altísima volatilidad. El bitcoin, por ejemplo, ha caído de los 69.000 dólares en los que cotizó en noviembre a los 39.000 dólares de ayer, pero sube y baja de manera abrupta continuamente. Los inversores acuden exclusivamente por la posibilidad de encontrar con ellos elevadas ganancias. Multiplicaron su importe por 13,4 desde el inicio de 2020 hasta los máximos de noviembre. Y es esa codicia la que alimenta, mantiene y eleva su valor.

Como en un esquema Ponzi, piramidal, la continua llegada de inversores con la expectativa de que los precios seguirán aumentando provoca que el sueño continúe sin obstáculos. Pero puede llegar el día en el que ese entusiasmo desaparezca y la burbuja pinche. En un mercado tan concentrado, con dos tercios en manos de profesionales o personas con altos patrimonios, que algunos decidan que se acabó la fiesta y salgan de sus inversiones, puede precipitarlo todo. "Hasta que el castillo de naipes se derrumbe, dejando a la gente enterrada bajo sus pérdidas", advierte Panetta.

No veo en esto un problema -¡que cada uno aguante sus pérdidas!-, lo preocupante son las consecuencias para el conjunto de la sociedad. La utilización de criptoactivos para respaldar actividades delictivas está constatada: acaparan alrededor del 23% de las transacciones, con un valor de 72.000 millones de dólares al año. Y fundamental, los riesgos para la estabilidad financiera, porque el sector institucional -bancos y fondos- está implicándose en este mundo para atender la creciente demanda.

La presión internacional desde los bancos centrales para que se regulen -información, tributación o transparencia- se incrementa. Panetta clama por medidas drásticas contra "el frenesí sin ley" del comercio de criptomonedas. En Europa se está gestando la legislación para los mercados formalizados de criptoactivos, pero esto no es suficiente: hay que controlar también todas aquellas transacciones que se realizan fuera de plataformas.

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