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Victoria Prieto Escaso: Cantaora y muy buena persona

  • Presidió la Peña Cultural Flamenca una entidad que cuando nació en sus estatutos quedaba muy claro que para hacerse socio era condición indispensable “ser varón”

Victoria  Prieto  durante un homenaje realizado en la Peña Flamenca de La Orden.

Victoria Prieto durante un homenaje realizado en la Peña Flamenca de La Orden.

Conocí a Virginia, su hija, porque fue mi alumna en la Universidad de Huelva cuando estudiaba Ingeniería Agrícola y yo le daba clases de Topografía. La recuerdo porque era muy simpática y lo pasábamos muy bien en las clases con sus ocurrencias. Aunque hoy voy a dedicar mis letras a su madre Victoria no tengo más remedio que acordarme también de ella y dedicarle al menos unas palabras.

Victoria nace en el año 1948 en el barrio del Matadero de la ciudad de Huelva. Barrio de toreros, de futbolistas y de cantaores donde ya por esa época estaba el Colegio de las Madres Teresianas, que es donde aprende sus primeras letras, destacando por lo buena, aplicada y lista que era.

También conocía a su hermano, el conocido campeón de tiro con arco que llegó a ser olímpico en las Olimpiadas de Los Ángeles en 1984 y que tuvo chiringuitos en la playa de Punta Umbría antes que su hermana Victoria. A ella solo la conocía de verla por la calle y en el comercio de la Huelva de entonces llamado Nuevas Galerías, que es donde trabajaba desde los 15 años. Ella era todo amabilidad y muy buena educación, con un trato exquisito.

A Victoria Prieto le gustaba el flamenco desde bien pequeñita, pues le viene de herencia por parte de su tío Ramón Hidalgo, que era el dueño de un bar situado en la calle Moguer y donde se reunían todos los flamencos de Huelva, que a ella le gustaba oírlos. Su padre Santiago Prieto Hidalgo era un gran artista que pintaba de maravilla. Ella conserva con mucho cariño y admiración sus cuadros. Además, su padre fue quien por primera vez doró el paso de Semana Santa de la Hermandad de la Santa Cena de la parroquia conocida como el Polvorín. Y su madre regentaba un despacho de pan que luego regentó ella al dejar el colegio, hasta que entró a trabajar.

Ya en su nuevo trabajo también destacaba y le dieron puestos de responsabilidad. Tenía muy buena caligrafía y habilidades para llevar asuntos de oficina. No en vano había realizado cursos de contabilidad, lo que le dio pie a trabajar en caja, confeccionar facturas y tener relaciones con los clientes. Por eso, sus jefes más directos la acogieron muy bien y ella los recuerda con mucho afecto, en especial a don Genaro Fernández, con quien aún mantiene la amistad.

Victoria Prieto cantando una saeta en el acto de presentación del cartel de la Sagrada Cena. Victoria  Prieto  cantando una saeta en el acto de presentación del cartel de la Sagrada Cena.

Victoria Prieto cantando una saeta en el acto de presentación del cartel de la Sagrada Cena.

A todo esto, aparece en su vida Juan José Gómez y deciden casarse y formar una bonita familia con tres hijos. Estos son la mencionada Virginia, Pablo y Santi, que deciden montar un chiringuito en la playa de Punta Umbría y que lleva ya muchos años bajo la denominación de Chiringuito El Loro. Por cierto, que el loro aún permanece en el establecimiento, que es un lugar ideal donde se come muy bien con productos de primera categoría y muy buena fama. Victoria, como ya dije, siempre fue muy aficionada al flamenco y estaba al corriente de todo lo que pasaba en ese mundillo. Por eso, vio con perplejidad como en el año 1972 se fundó en Huelva la Peña Cultural Flamenca y en sus estatutos quedaba muy claro que para hacerse socio era condición indispensable “ser varón”. Aquello puso a las mujeres en guardia y 9 años después, en 1983, se funda la primera Peña Cultural Femenina de España, que ahora va a cumplir sus primeros 30 años.

Victoria reconoce que la Peña Masculina siempre les ayudó mucho. Ella, durante cinco años, fue presidenta y otros muchos, vicepresidenta, además de presentadora de casi todos los actos. El otro día, sin ir más lejos, presentó el Festival Flamenco Rumbo al Mar de Punta Umbría, tan reconocido en España. Pero de lo que más orgullosa y contenta se siente es de haber hecho la Exaltación de la Saeta. Yo vi en directo la ópera flamenca “Y después América” y aún se me ponen los pelos de punta al recordar aquella noche del 2 de agosto en La Rábida. Fue apoteósica aquella auténtica obra de arte de Eduardo Fernández Jurado.

Actualmente ella es presidenta de la Federación de Peñas Flamencas y su hija Virginia la vicepresidenta. Virginia merece ella sola un capítulo aparte, pero de momento, con solo decir que se ha formado en la fundación de Cristina Heeren, estadounidense mecenas del flamenco, queda dicha la calidad de mi exalumna. Y como digo casi siempre, no tengo espacio para más, pero no quiero terminar sin mencionar que la diosa fortuna les vino a sonreír al chiringuito y a todos. Incluso el yerno de Victoria tuvo un merecido premio por ser tan buenas personas todos y darle tan buen uso y ayudar a tanta gente.

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