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Jerez

Un verano dedicado a los demás

  • Pablo, María Luisa, Yolanda, Eva y Paco han dedicado su periodo estival a ofrecer su ayuda en colegios de La Salle en Etiopía y Benin

Durante el verano hay muchas formas de pasar las vacaciones. Hay quien prefiere la playa, otros la montaña, los que aprovechan para viajar a otros países para hacer turismo... y también los que, como los protagonistas de esta historia, aprovechan el periodo estival para ayudar a los demás.

Pablo Sizuela, María Luisa Nieves, Eva Aguilar, Paco Gutiérrez y Yolanda Fernández son cinco jerezanos que amparados por un proyecto de 'Proyde', una ONG dedicada a la promoción y desarrollo del Tercer Mundo y nacida en el seno de Congregación de los Hermanos de La Salle, han estado un mes y medio en Adis Abeba, capital de Etiopía -los cuatro primeros- y en Benin -Paco-, ayudando desde bebés a niños con edades cercanas a la mayoría de edad a tener un verano más entretenido del que está acostumbrados a vivir.

La decisión de dedicar sus vacaciones a esta labor tiene en cada caso una explicación particular. Para Pablo Sizuela, periodista que trabaja en el servicio de prensa del Ayuntamiento de Jerez, su vinculación desde pequeño a grupos misioneros ha hecho que "siempre me haya sentido llamado por este mundillo y la verdad es que tenía mucha inquietud por realizar un viaje de este tipo", asegura. Además, el hecho de que su tío fuera misionero -estuvo 35 años en Mali- y de "relacionarme con personas que ya han ejercido como voluntarias, hizo que me entraran más ganas todavía de tener yo mi propia experiencia".

Junto a Pablo, estuvieron en Adis Abeba, capital de Etiopía, otros tres jerezanos: María Luisa Nieves, Eva Aguilar y Yolanda Fernández.

Para Eva, que imparte clases de Música en La Salle, éste ha sido su segundo viaje como voluntaria, pues hace cuatro años ya estuvo en Perú con 'Proyde' y tanto le gustó la experiencia que este año, una vez se dieron las condiciones idóneas para realizar el viaje, decidió embarcarse en un nuevo proyecto, en el que ha coincidido con María Luisa, también profesora y Yolanda, una profesional del mundo sanitario. "Desde que era una niña me han inculcado esto de las misiones y siempre he escuchado experiencias de los hermanos de La Salle, así que el vivir en este entorno me ha motivado mucho para ir", asegura Eva. Y aunque afirma que se viven "experiencias duras", no duda en "recomendar este viaje a todo el que pueda ir, pues es muy gratificante y te traes más cosas de allí que lo que tú puedas dar".

María Luisa, relacionada con La Salle a raíz de una sustitución que realizó hace tres años, continuó dando catequesis en La Salle Joven después de concluir su periodo como docente, y considera a Paco el "culpable" de que haya viajado a Etiopía. "Al principio tenía muchas dudas y miedos, y lo veía como una locura, pero decidí ser valiente y la verdad es que ahora le estoy muy agradecida a Paco por su invitación". María Luisa se considera ahora una persona "más valiente y he visto una realidad muy distinta a la que vemos por televisión", por lo que concluye que ha sido "una muy buena experiencia".

En Asco, que es como se llama el barrio de Adis Abeba donde han desarrollado su trabajo, cada uno de ellos se dedicó a distintas labores, dependiendo de sus cualidades. Pablo y Eva, por ejemplo, se ocuparon en muchas ocasiones del taller de música, enseñando canciones y alegrándoles los meses de verano a los pequeños etíopes que acudían a sus clases. María Luisa, por su parte, se dedicó a informatizar datos, Eva también impartía clases y Yolanda estuvo más dedicada a la rama sanitaria.

Donde trabajaron había un colegio de los hermanos de La Salle y un orfanato a cargo de las Hermanas de Calcuta. El colegio de La Salle, recién acabado de construir, ha dedicado el verano a realizar cursillos y a dar clases "de matemáticas, química o inglés", explica Eva.

El último de los protagonistas de esta historia es Paco, que tiene un relato algo distinto al de sus paisanos, ya que él no estuvo en Etiopía, sino en Benin, aunque éste no ha sido su primer viaje como voluntario, ya que de los cinco protagonistas de este reportaje, es el que más experiencia tiene de todos ellos. Guatemala, El Salvador, Guinea Ecuatorial, Perú y Benin han sido los destinos de este jerezano que lleva más de diez años viajando a países subdesarrollados ofreciendo su ayuda desinteresadanebte a todo aquel que la ha necesitado.

Aunque ni él mismo era consciente de su ya extensa trayectoria, pues asegura que "antes de ir a Benin me di cuenta de que tenía caducada la vacuna de la fiebre amarilla, lo que quiere decir que hace ya diez años que fui la primera vez a Perú".

Tras sus periplos en todos estos lugares, Paco considera que el voluntariado es ya "una opción personal de vida, porque la experiencia resulta siempre gratificante". Pero matiza que "eso no quiere decir que vayas a dejar de salir o vendas tu casa y lo dejes todo por ser voluntario, pero sí que dejas de ser indiferente a estas cosas". Para Paco, en ocasiones "se nos olvida que para que la cosa cambie allí -África-, los que tenemos que cambiar somos los que estamos aquí -Europa-".

Recientemente, ha sido nombrado responsable de 'Proyde' en Andalucía, algo que le permitirá realizar una labor "tan bonita como desagradable", pero que hará que "mi vocación coincida con mi trabajo, aunque lo pasas mal por no poder atender a todas las personas que te gustaría", asegura.

Su presencia en países necesitados de África y Sudamérica lo lleva a afirmar que "si quitas las personas, las infraestructuras son muy parecidas entre países de ambos sitios", algo en lo que coincide Eva, que ha estado en Perú y Etiopía, y que tiene muy claro que repetirá experiencia en años venideros, porque "esto ya no se puede parar".

Todos ellos, tanto los destinados a Etiopía como a Benin, se repartían la semana de manera parecida. Entre semana, su principal labor iba encaminada a impartir talleres y distintas clases, aunque Paco también ha colaborado en los últimos retoques de un nuevo colegio que estaban terminando de construir en la zona donde fue destinado.

Los sábados realizaban actividades deportivas o alguna que otra excursión y los domingos era su día de "recreo", aunque eso no quiere decir que lo dedicaran a hacer turismo, sino a "conocer otras realidades del entorno en el que vivíamos, para integrarnos en la cultura del país", explica Pablo.

Y es que confiesan que les ha tocado vivir situaciones muy difíciles, como ver morir a un niño pequeño por una enfermedad que aquí tendría cura o ver 'in situ' la pobredumbre que se respira por muchas calles de Adis Abeba, aunque "de momento te adaptas a lo que te toca vivir, pero no es fácil", asegura Eva.

Sin embargo, quieren romper los estereotipos que solemos tener en España sobre este tipo de países, donde creemos que sólo existe penuria. "En la ciudad hemos podido ver también centros comerciales, mejores que los de Europa, aunque evidentemente sólo tiene posibilidad de comprar en ellos un porcentaje mínimo de la población", explican.

Lo que sí les ha sorprendido es "la cantidad de niños que se dedican a trabajar vendiendo cualquier cosa. El convivir con esta realidad te hace entender que haya menores que trabajen, bien porque son el único sustento de sus familias, o porque son huérfanos y necesitan comer", aunque matizan que "no está bien ni mucho menos, pero entiendes que es necesario que lo hagan para sobrevivir".

Por las calles de la capital etíope, estos jerezanos se han encontrado todo tipo de pequeños 'negocios': "vimos un día a un niño que tenía una báscula y pesaba en ella a todo el que quería, otro vendía una especie de pasto que se usa allí para 'tapizar' el suelo de las iglesias. La verdad es que son muy ingeniosos", explica María Luisa, que cuenta que en Etiopía "la gente no se dedica a esperar en sus casas que les den de comer, sino que se buscan la vida de cualquier manera".

Paco, que estuvo en una aldea de Benin, asegura que "en los poblados se lucha por sobrevivir igual que en las ciudades, aunque no se vea por las calles tanta miseria, lo que no quiere decir que no exista".

Otro aspecto a destacar en estos viajes es la imagen de la Iglesia entre ambos continentes, y es que lo que aquí vemos como "una institución arcaica, en Etiopía, un país ortodoxo, realiza una labor fundamental, pues la mayoría de las obras sociales que se realizan allí son obra de la Iglesia católica", asegura Pablo.

Ya en tierras jerezanas recuerdan con cariño las vivencias que han tenido en estos destinos y piensan seguir colaborando con esta causa, "ya sea volviendo a ir de voluntario aquí en España, pero no voy a estar parado", confiesa Pablo, que concluye con esta frase: "este tipo de viajes te conectan al mundo, porque nosotros vivimos aquí por encima de la realidad".

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