HOY es uno de esos días mágicos en los que el soniquete de los niños de San Ildefonso lo inunda todo y las mesas de las cafeterías se llenan de décimos y papeletas. Dicen que es el día de la salud, que es lo que nos quedará a todos los que no ganemos nada (los más numerosos) aunque si se cumple esa tradición no escrita que dice que donde se padece una desgracia cae algún premio, no me cabe la menor duda de que, como poco, nos cae el segunda premio. Agobiados desde hace años por el desempleo y la escasa actividad industrial, los jerezanos nos mereceríamos que la fortuna posara sus ojos sobre este terruño. Es más, con que nos mirara de soslayo nos conformaríamos. Pase lo que pase hoy, no nos olvidemos que no hay mejor fortuna que la que cada cual se labra. Esperemos que al menos el destino y los políticos nos ayuden a hacernos con ese azadón con el que comenzar a labrar un futuro que ya lleva demasiado tiempo siendo esquivo.