Para muchos consumidores, la primera imagen que se viene a la cabeza al oír la palabra "Sherry" o "Vinos de Jerez", es la de una copita de Fino bien fría. El Fino continúa siendo el tipo de Jerez más consumido en todo el mundo, por encima de la Manzanilla o el Cream: el 25% de las ventas totales de Vinos de Jerez (sumando España y los mercados exteriores) corresponden a esta tipología tan popular.

El Fino es la bebida predilecta por holandeses, belgas y ciudadanos de Luxemburgo. Es también el segundo Sherry más consumido en Alemania y en la propia España, donde tiene especial predicamento en regiones como Madrid, donde lidera claramente las ventas dentro de la categoría, con más de un millón de botellas. No obstante, es prácticamente un desconocido en otros mercados de gran consumo de Vinos de Jerez, lo que supone un auténtico reto y una oportunidad de diversificación.

Desde el punto de vista organoléptico, el Fino es un vino de un brillante color amarillo pajizo a dorado pálido. A la nariz brinda aromas punzantes y delicados, con ligeros recuerdos almendrados y notas de masa fresca de pan y hierbas del campo. Al paladar es muy seco, delicado y ligero. En el post-gusto vuelven los recuerdos almendrados, dejando una agradable sensación de frescor.

El vino Fino se obtiene a partir de la fermentación total de mosto de uva de la variedad Palomino. El vino base así obtenido se encabeza hasta los quince grados, al objeto de favorecer el desarrollo del velo de Flor; la protección natural de las levaduras va a evitar la oxidación del vino a lo largo de toda su crianza y a conferirle características organolépticas muy especiales. Esta crianza biológica se prolonga durante un período mínimo de tres años y se realiza en botas de roble americano mediante el tradicional sistema de criaderas y solera.

Vino ideal para el aperitivo y para todo tipo de tapas, en especial aceitunas, frutos secos y jamón ibérico, es esencial servirlo siempre muy frío, entre 7 y 9 grados. Acompañante ideal de mariscos y pescados, en especial de aquellos con un marcado sabor salino (anchoas) y con los crudos (como el japonés sachimi). Por su bajo contenido en ácido acético, combina excepcionalmente con platos de acidez destacada (ensaladas con vinagreta, adobos, etc.) así como sopas frías (gazpacho, ajo blanco...).