Patrimonio

Corredera de tiempos

  • Un paseo por casas y palacios destacados de Porvenir y Corredera, algunos de ellos sin habitar, en venta, por rehabilitar o abandonados.

No sólo han trotado por allí los caballeros  jerezanos, dirección al Arenal para participar en los juegos de cañas y lanzas. Por Corredera, de ahí su nombre, han pasado los tiempos a toda mecha. Y el único testigo sigue siendo la piedra. Casas y palacios de los siglos XVIII y XIX en una zona salpicada de los frutos de maestros de obra, una labor muchas veces eclipsada por los arquitectos. Aquí, un recorrido por algunos de estos edificios, que en su día fueron hogares, hoy varios son oficinas, deshabitados, por rehabilitar, en venta o, simplemente, abandonados.

 

La ruta empieza en Porvenir 5-7. La primera vivienda se encuentra en obras y la segunda es propiedad de Casa Belén. Ambos edificios fueron puestos en pie por el maestro de obras Agustín García Ruiz  (1808-1869) para el hacendado Juan Muriel entre 1855 y 1857. Se trata de dos bellos ejemplos de arquitectura ecléctica decimonónica, con interesantes elementos decorativos ejecutados en piedra. Edificios que dan para formar parte de una tesis, como la realizada por Jesús Caballero Ragel sobre ‘Urbanismo y Arquitectura en Jerez durante el reinado de Isabel II (1833-1868)’ (inédita, a la espera de su publicación). En dichas páginas describe que las dos viviendas “están juntas y presentan dos fachadas independientes. Cada portada posee 3 plantas con 3 puertas en planta baja y 3 balcones por planta, siendo la puerta más hacia el oeste un arco escarzano, que delata la entrada a un almacén, granero, bodega o cuadra. La fachada lateral que da a calle Mariñíguez presenta dos torretas de tres plantas en cada esquina, siendo el resto de dos plantas. En la baja muestra 7 vanos alternando arcos escarzanos y balcones de tipo cierro. La segunda, con 7 balcones. La tercera planta, que solo afecta a las torretas, poseen un balcón en cada una de ellas”.  Asimismo, el edificio está hecho con sillares de piedra y posee la esbeltez propia de los edificios de García Ruiz. Ambos números poseen su patio interior, en torno al cual se establecen las distintas dependencias. La nº 7 posee también un jardín privado en la zona más alejada de la calle Porvenir. “Destaca –añade Ragel– por encima de todo el eclecticismo de los elementos decorativos, también los roleos que enmarcan rostros humanos en los dinteles de las puertas que incluyen adornos de caballos. La decoración de esta casa es original y llamativa y se aleja de la sobriedad de la arquitectura academicista”.

 

Desde Casa Belén, autores de la última intervención, aseguran que en dicha rehabilitación, “se han respetado y puesto en valor todos estos aspectos arquitectónicos, porque ese es el espíritu con él que esta sociedad ha iniciado su andadura en el casco histórico de Jerez”. Y es que hay que destacar que esta firma tiene en propiedad numerosas casas y palacios en, por ejemplo, San Mateo. Respecto a dicha intervención, la montera del patio central se recuperó con chorro de arena, manteniéndola íntegramente, “aunque para otros hubiera sido más económico hacer una nueva”, cuenta Juan Astorga, uno de los arquitectos de la rehabilitación, junto a Joaquín González Falcón. También se resucitó la escalera principal de grandes dimensiones con una segunda linterna, el sistema de huecos con arcos de descarga de ladrillo de tejar que estaban ocultos en el patio principal y trasero, y la magnífica traza del edificio con la secuencia zaguán, patio, escalera, patio trasero. También se ha realzado eliminando falsos techos, la escala de las estancias, con una altura proporcionada a la entidad del edificio. Ambos autores subrayan “la nobleza de los materiales con los que está edificado, piedra arenisca en los muros, suelos de mármol macael, elegante carpintería de palillería de madera y cerrajería que se ha rehabilitado minuciosamente”. Actualmente, el edificio está terminado, con licencia de primera ocupación concedida y las 11 viviendas a la venta por Mistercasa. 

 

Según la académica jerezana  Fátima Ruiz de Lassaletta en su libro ‘Casas señoriales, bodegas y sabores de Jerez’, apunta que el 7 de Porvenir, “en el techo de su gran salón tiene o tuvo pintado al temple la reproducción de la gran alfombra Aubusson que había encargado uno de sus propietarios en Francia, el país de sus mayores. En los años sesenta del siglo pasado la adquirió el bodeguero Juan Palomino, quien se la hizo redecorar por el prestigioso mueblista Herraiz y con alfombras de la Real Fábrica”. 

 

Unas casas que rezuman anécdotas como que Pedro Almodóvar rodó allí parte de ‘La ley del deseo’..., o que en los años 80 perteneció al médico Gasca y que posteriormente, según apuntan historiadores, fue comprada por una sociedad que pertenecía a Luis Oliver, el antiguo presidente del Xerez. Allí se guardaron los trofeos del club durante mucho tiempo.

 

Llega el paseante a la plaza de las Angustias. De allí sobresale la casa del número 2, un edificio realizado en 1927 por el arquitecto Teodoro de Anasagasti y Algán, donde practica su habitual juego de volúmenes, incluyendo cierros y empleo de ladrillo, según el libro ‘Jerez, artística y monumental’, de Pablo J. Pomar y Miguel A. Mariscal.  

 

Ya en Corredera, se asoman los números 49-51, casas llamadas de los Guerrero, de un estilo neobarroco reformada por el arquitecto Juan Luis Romero Aranda en 1926. Un edificio que se encuentra en estado de abandono, cerrado, tapiado, de ahí que haya sido imposible entrar. La última rehabilitación concluyó hace diez años y el espacio se adaptó a apartamentos. Pleitos, okupas y la crisis han hecho imposible la explotación del inmueble, del que un día se soñó que fuera también un hotel. Hoy forma parte también del olvidado patrimonio jerezano. En palabras del arquitecto que dirigió la última reforma, Miguel Ordóñez, la casa tiene un patio precioso que ha conservado el concepto de la finca original, ya que el anterior estaba en muy mal estado. También apareció un pozo, “y se hubiera hundido de no haberlo reparado rápidamente”. La fachada está sin concluir y en muy mal estado. La falta de deseo del propietario por finalizar la obra, que estaba casi a punto, dejó el edificio en su situación actual. “De allí se han llevado de todo, incluso hoy siguen sacando cosas de su interior”, asegura un vecino. “Da pena que se haya tirado una fortuna de esa manera, porque la casa es una preciosidad”, asegura Ordóñez. Hay que destacar que la casa se encontraba en venta en Idealista por 2.750.000 euros. Tras el interés de este Diario por conocer más sobre el estado y la historia de la casa, el anuncio fue eliminado. 

 

El historiador José Manuel Moreno Arana recuerda en su blog ‘Desde la ciudad olvidada’, que en la segunda mitad del siglo XVIII, “la ciudad vive una etapa de apogeo económico que se deja sentir en la construcción de infinidad de casas y palacios. Los promotores, una nueva burguesía enriquecida con la incipiente industria del vino y una nobleza, vieja o moderna, que ostenta la supremacía en la sociedad”. Y pone como ejemplo que en la plaza de las Angustias, esquina calle Corredera, un hacendado llamado José de Vargas edifica su casa. El bello ángulo entre la plaza y la calle lo domina una hornacina que recuerda mucho a las del Palacio de Villapanés. En los años centrales del siglo XX, el historiador hispalense Antonio Sancho Corbacho estudia estas casas, recoge fotografías y reivindica el valor de la arquitectura civil jerezana del XVIII. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, la presión inmobiliaria y la falta de aprecio hacia el patrimonio acaban con la primitiva casa de José de Vargas. 

Un poco más adelante, la bonita fachada del 35 se abre a una casa, propiedad de una sociedad, de dos plantas de 700 metros cuadrados cada una. Un hermoso patio refrescado por numerosas plantas, recibe al visitante, que se siente atraído por la luz que entre desde el jardín ubicado en el fondo. Una vivienda del último tercio  del siglo XVIII y atribuida a Juan de Bargas, que sigue los modelos barrocos de los palacios de Montana (Domecq) y Dávila (Bertemati), muy en consonancia también con otras casas coetáneas, como las de Porvera  52, plaza Carrizosa 9 y plaza Rivero 3, según el historiador Fernando Aroca. En la portada presenta dos cuerpos y sobrado y toda la decoración de concentra en ella. A cada lado del vano, rodeado del característico baquetón mixtilíneo, se adosan dos pilastra jónicas al bies. Un entablamento muy movido con una taza prismática en el centro sostiene el balcón, dicen Pomar y Mariscal. La casa fue en su día de la familia González. También la habitó Juanita González del Villar,  hija de Juan Bautista González del Villar, uno de los últimos patronos del colegio San Juan Bautista de Jerez. Estaba atendida por el beato Manuel Jiménez, muerto en el 39. Una escalera, protagonista en las fotos de boda de las novias que han salido de estas puertas, lleva  a la planta superior. Una zona privada sólo para los ojos de sus propietarios. 

 

También es un ejemplo, que pasa desapercibido, el número 27 de Corredera. Casa de finales del siglo XVIII que presenta una portada neoclásica con dos columnas que sostienen el balcón, según  Pomar y Mariscal.  Un espacio que fue parte del convento de San Francisco y por donde tenían entrada los frailes a las dependencias. Hoy, adaptado para oficinas, está gestionado por una promotora inmobiliaria gaditana desde hace dos décadas, y fue también acceso a un centro comercial, hoy cerrado. Una de las personas que trabajó en la última intervención de este espacio, Domingo Bernal, cuenta cómo se respetó la fachada y la aparición de un pilar de la época, que hoy posa en un rincón para quien tenga curiosidad. 

 

En la calle Sol, la fachada del número 8 deslumbra casi toda la calle, con permiso la La Yedra. Una vivienda de 1760 rehabilitada en su interior, pero con una bella portada barroca. Sus puertas conducen al interior de una casa de vecinos, en  la que muchos de ellos llevan viviendo toda la vida y han visto la transformación, no sólo de su hogar, sino de un centro y casco histórico cansados de clamar por su mantenimiento y conservación.  Y con cierto esplendor, a pesar del correteo de los siglos, del Arenal a Madre de Dios hay un camino flanqueado por la historia. Ventanas que se abren a nuevos aires, enmarcadas en muros labrados con los mismos cimientos de antaño. 

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