Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Jerez Rural

Ilegal para vivir, no para pagar

  • Vecinos de Las Tablas denuncian el exilio al que se ven obligados los jóvenes debido a la situación de la barriada, ubicada en vía pecuaria.

En Las Tablas parece que el tiempo se ha detenido. Como si del pueblo de Cuéntame se tratase, en esta barriada rural abundan las casas antiguas con tejados de uralita y grandes huertos, tienen carriles de tierra o a medio asfaltar y hay un colegio sin alumnos. Sus 149 vecinos recuerdan con nostalgia aquellos años en los que los niños corrían por la barriada jugando al fútbol o haciendo trastadas. Ahora solo el canto de los pajarillos y algún vendedor ambulante tocando el claxon para avisar de que trae “verdura fresca” interrumpen el sosiego de la zona. En sólo quince años, esta barriada rural ha visto como más de un 38% de sus vecinos se ha ido marchando. Un exilio obligado porque sus hijos y nietos no pueden vivir en una barriada en la que las casas que hay son ilegales y donde, además, no se puede construir ni montar ningún negocio. Con este panorama no es de extrañar que los vecinos, que cada día toman el sol sentados en las puertas de sus viviendas o caminan a paso lento entre los baches, sean aquellos que peinan canas desde hace años. 

 

“Hay ya algunas casas vacías y medio en ruinas. Sus hijos se han llevado a los viejos a vivir con ellos a la ciudad porque no les dejan tocar ni arreglar las casas”, cuenta resignado el delegado de Alcaldía, Francisco Javier Ruiz, mientras el canto de un gallo peleón suena de fondo. Como vecino de Las Tablas sabe bien que para ir a hacer la compra tiene que desplazarse a Jerez u otra población porque “aquí intentaron montar un almacenito, pero no dan permisos”. Parte de las casas de esta barriada rural están construidas en vías pecuarias, aquellas rutas por donde antiguamente transcurría el ganado. Al estar sobre terrenos protegidos, sus vecinos viven en unas circunstancias muy especiales: Sus casas son ilegales, no pueden abrir negocios, no pueden construir... pero, sin embargo, sí pagan impuestos y tasas como cualquier otro jerezano. Otro buen ejemplo de esta paradoja es que la Junta, Administración que tiene las competencias en vías pecuarias, construyó un colegio en la barriada: “Fue en el año 92 cuando se inauguró y costó 23 millones de pesetas hacerlo. Ahora está cerrado por falta de niños porque solo hay 12 o 14 y sale más económico poner un autobús y llevarlos a Jerez”. La población residente es tan escasa que tampoco hay médico en la zona “y para poner una inyección a una persona mayor hay que llevarla a Jerez”. De hecho, normalmente tienen que hacer uso del coche porque “sólo hay un autobús a las 9 de la mañana para Jerez y a la una del día, para la vuelta”.

 

Dionisia Bernal tiene 39 años y lleva la última década cuidando a su madre enferma de Alzheimer. “A ella le corresponde que el médico venga a casa porque mi madre apenas tiene movilidad, pero ponen pegas”, explica, añadiendo que “la semana pasada a mi tía Antonia con 94 años le recetaron un antibiótico por teléfono porque le dijeron que esto está muy lejos y ahora pueden hacerlo con la tarjeta sanitaria”. Dionisia Bernal es uno de los muchos ejemplos de jóvenes que se vieron obligados a irse de la barriada: “¿Con qué consentimiento dejaron hacer un colegio aquí si no estaban dando permisos? Yo llevo 20 años pidiendo permisos igual que mucha gente de mi edad, entregando papeles, planos de la casa, escrituras... al final, nada. Así cada vez que llegaban elecciones, hasta que me aburrí de mover papeles para nada”. Ella vive en Sanlúcar y cada día, tras dejar a sus hijos en el colegio, vuelve a Las Tablas a cuidar de su madre hasta la hora de la comida que recoge a los menores y vuelve barriada. “Todo esto por no dejarme construir una casa junto a mi madre habiendo terreno”, añade.  

 

Agustín Lara nació en Las Tablas “cuando aquí había cuatro chozas” y reconoce orgulloso que va a cumplir 88 años “y aquí sigo”. Ana Barba y Pepi Lara, vecinas de mediana edad, recuerdan nostálgicas como “los veranos de hace 5 años no tienen nada que ver con los de ahora, ahora da pena, ni un niño se escucha”. “Aquí vive la gente desde que nació, pero como no la legalicen, de aquí a diez años el 80% de estas barriadas se quedarán huérfanas y entonces sí que serán para domingueros, porque los que estamos ahora nos habremos ido para el patio de los callaos”, augura el delegado de Alcaldía. Mientras a su lado, Loli Suárez, de 73 años, se enfada al contar que “estoy solita pudiendo haber construido mi hijos una casita aquí y teniendo terreno”. Francisco ‘El alcalde’, como le conocen sus vecinos por ser el primero que ostentó el cargo en la barriada, lleva sus 80 años viviendo en Las Tablas y afirma que “la gente no tiene ni idea de por dónde van las cañadas pero no nos dejan hacer nada. Yo sí lo sé porque pasaba por aquí con las bestias y los carros. Donde estamos ahora es una cañada, tiene 90 varas desde la punta”, afirma, reconociendo que “me da pena que se pierdan las cañadas”. 

 

Estos son sólo algunos de los vecinos que “demuestran que aquí no viven domingueros”, afirma Ruiz, dejando claro que “las Administraciones se echan la pelota de un tejado a otro cuando esto se soluciona sentándose a negociar”. Sin embargo, la realidad es que “cada legislatura vienen aquí los políticos diciendo que se va a legalizar y aquí seguimos, esperando”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios