Veinte años le ha llevado cerrar los dieciséis capítulo de 'Mis historias en la hermandad del Nazareno', un libro que recopila las vivencias de este cofrade que lo ha sido todo en la hermandad de San Juan de Letrán. El jueves se presentó la publicación cuyos beneficios se destinarán a la acción social que atiende la Asociación Obispo Rafael Bellido Caro: "tendrán -los que lo compren -, aparte de 'jartarse' de leer, la satisfacción de haber pagado un bollo de pan que algún necesitado se lo comerá gracias a él", manifestó a este medio Pepe Castaño. Lo de jartarse de leer no es baladí. El libro supera las 600 páginas, todo un 'Ken Follet', pero pensado y fabricado aquí, más que en clave cofrade, en clave nazarena que casi no es lo mismo.

"Por lo general tengo fama entre mis amigos de escribir con una rapidez inusitada. A tenor de mis trece libros publicados y con este catorce, que me ha llevado 20 años. Abarca tantas facetas que a pesar de lo abultado del libro, al menos a mí no me parece nada aburrido", subrayando que lo bueno y lo malo vuelca con la "claridad con que está escrito". Advierte que las conclusiones "posiblemente sean tantas que primero pueda llegarse al enfado y la crítica de sus lectores por su contenido. Otros descubrirán que las cofradías son algo más que una procesión. Mientras que otros llegarán a la conclusión de que este -el autor- se ha pasado".

Es consciente que poner en letras y párrafos su vida nazarena le ha costado mucho "porque soy consciente que la verdad, al menos la mía, duele, escuece y cuesta incluso grandes perjuicios. Hasta el punto que han sido muchas las veces que por no molestar a nadie, no lo he publicarlo; pero estoy convencido que es bueno y sano que sepa la verdad de la historia. Y esas las tentaciones se hicieron efectivas". Pepe Castaño no ahorra alegatos a favor de los cofrades de San Juan de Letrán. Por lo pronto afirma que "la cofradía de Jesús Nazareno no es distinta, las distintas son las otras. Mientras que ha luchado a través de la historia para conservar su antiquísima y tradicional jerezanía en la calle, el resto se dejaron llevar o influir por el sevillanismo y cambiaron", y subraya que "nadie podría pensar que la cofradía más criticada se convirtiese en la de mayor proyección futurista. Explica cómo la hermandad "fue capaz de transformase hasta el punto de conseguir que sus criterios fueran asimilados por sus más fieros enemigos". El autor concluye con que "la hermandad ha sabido mantener sus mejores soleras cofrades y ha sabido rociar con el mosto nuevo de una sociedad nueva su vida diaria". Pepe Castaño no se corta con sus historias que, como dice, pueden escocer. Leerlo es un buen consejo.