El regreso

Reencuentro con las arenas del Coto

  • La hermandad inicia el regreso a Jerez tras despedirse ayer de la Reina de las Marismas y entrar de nuevo en Doñana. Como es habitual en la vuelta, el número de integrantes de la caravana disminuye sensiblemente.

Antes de las diez de la mañana, la hermandad del Rocío formaba ante su sede en la aldea para iniciar desde ese punto el camino de regreso a Jerez, donde llegará mañana jueves para rendir la romería de 2015. La carreta del Simpecado encabezaba la comitiva seguida por los restantes carros, los charrés y los pocos vehículos que a esa hora se prestaban a partir en dirección hacia la ciudad.

Tras salir de la extensa y ahora solitaria calle Almonte y alcanzar la explanada de la ermita por la calle Moguer, la caravana de despidió y se encomendó a la Blanca Paloma por un venturoso y feliz regreso, pasando por delante de su basílica ahora tranquila y sosegada después de las intensas horas que ha dejado atrás. Avanzando, volvía a reencontrarse con el Coto accediendo por la entrada de Manacorro, donde hace tan solo cuatro días la hermandad se aprestaba a prepararse para hacer su entrada y presentación en El Rocío. El tiempo vuela y más si los buenos e intensos momentos son los que mandan en esos días, que han sido plenos para la hermandad y para los rocieros jerezanos que en la alforjas de sus recuerdos conservan ya los instantes más sobresalientes de tres días de estancia.

La jornada tuvo su primer rengue en la raya a la altura del Pilón de Soto, donde abrevaron caballos y mulos, y se rezó el primer Angelus de la vuelta. Se llevó a cabo junto con los simpecados y rocieros de Cádiz, que hace el camino con la Asociación Rociera de Guadalcacín, y los de la hermandad de Chiclana. Tras esos minutos de oración y cante, además de compartir un refrigerio y alguna copa de jerez, se siguió el trazado de la jornada para dejar cuanto antes la interminable raya y alcanzar la laguna del Sopetón para hacer la parada del almuerzo, que en este primer día suele ser largo ya que el tramo a recorrer hasta llegar al lugar de pernocta, el Cancelín, dista poco. Antes se paró en Palacio para de nuevo abrevar a los animales y darse un nuevo respiro antes de acometer el tramo hasta el siguiente rengue y, después, el definitivo que cierra la primera jornada de la vuelta. Los tres días que comprende el camino de regreso suelen ser más relajado por dos factores, primero porque ya las ansias de llegar y de vivir la romería han pasado, y segundo porque la comitiva se ve sensiblemente mermada en el número de participantes, sobre todo en la tracción mecánica que baja a menos de la mitad en comparación con la ida. Esto propicia que la convivencia y la cercanía entre los que vuelven por Doñana sea más intensa, más íntima más participada en los actos religiosos del camino, que siguen sucediéndose en el regreso, y que, además, se compartan las experiencias y sensaciones vividas los días atrás.

Mañana a la caída de la tarde se llegará a Jerez pero antes quedará la etapa de hoy que dejará a los rocieros en las Marismillas, casi en las puertas de la playa de Malandar y percibiendo la cercanía de Sanlúcar.

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