Treinta y tres años en la docencia dan para mucho y si no, que se lo pregunten a Ángel María Díaz Bellido, director del colegio La Unión, que se ha jubilado este año. Es ahora cuando lo embargan unos sentimientos agridulces por la llegada de la despedida y los buenos recuerdos que se lleva en una mochila que ha ido cargando poco a poco "de todo lo bueno, porque lo malo se olvida y se queda en un rincón. No soy rencoroso, pero es verdad que me gustan las cosas claras y por derecho. Ahora se da la mano y se acabó. Lo que más se valora es lo que sienten por ti, la labor realizada y de la que se deja huella en cada alumno y el contacto que se ha mantenido con las familias".

Son muchos los cambios que ha observado en la docencia desde que llegó a ella en el año 1976. Primero de todo fue su desembarco en Jerez donde no conocía a nadie y adonde llegó tras hacer la mili en el hospital de San Carlos de San Fernando. Atrás dejaba su Aroche natal, un pueblecito de Huelva, que procura dar a conocer cada vez que tiene ocasión.

Díaz Bellido se sacó las oposiciones haciendo el servicio militar, algo que hoy en día se considera prácticamente una hazaña. Ha pasado por distintos centros en la ciudad en los que estuvo destinado como el antiguo colegio La Paz; el Sagrada Familia; en El Retiro; Guadalcacín y Las Granjas de donde conserva muchas anécdotas incluido el bautizo de su hija que pudo hacer en este centro y cómo no, las primeras actividades extraescolares en los que la fotografía, de la mano de Juan Manuel Corchado, se podían hacer "con una caja de zapatos y botes de cola-cao", como comenta.

El balance que hace de lo vivido es muy positivo, dice enseñando una carta que le ha entregado una antigua alumna. "Es algo que ella llevaba en secreto como regalo especial de despedida. En la carta reconoce que todo lo que has estado haciendo es por responsabilidad, por su bien, por hacerlos mejores personas".

En todos estos años evidentemente ha visto muchos cambios en el sistema educativo. "A mí particularmente no me gustan los derroteros que se están tomando actualmente. A la EGB le hubieran faltado unos cuantos años para que hubiera terminado de asentarse como los posos del café, un tiempo más de maduración. Los cambios se creen buenos, pero hay veces que sólo parece un cambio de nombre. Hay muchas leyes que obligan a cortar contenidos y eso el día de mañana se van a pagar. Por ejemplo, no se pueden rebajar los contenidos en conocimiento del medio porque hay que conocer la historia de España, de Andalucía y la local. El objetivo que me he marcado siempre con los talleres que he organizado es que los alumnos conozcan la Historia de Jerez, por eso hay que procurar que el patrimonio esté siempre cerca de los chavales y abierto a ellos, mucho más a la mano". Díaz Bellido habla también de las famosas pruebas de diagnóstico para ver el nivel de los estudiantes: "Hoy no se habla de fracaso escolar, claro que si se bajan los niveles, siempre habrá menos fracaso".

Cuando se le pregunta por las características de un buen profesor, sonríe, y comenta que "se trata de transmitir valores, porque al final siempre se transmite como eres, porque tienes unas vivencias y unos objetivos personales. Además de tener un buen nivel y de educar para la responsabilidad, hay que tener comunicación con los padres, que deben hacer un seguimiento al niño y un control. Además es imprescindible el contacto con la calle, es ahí donde se ve el saber estar de los alumnos, donde se comprueba cómo son". Lo que sí considera imprescindible es la vocación, "porque o se tiene o se está perdido. Esta profesión te tiene que gustar, ahora se está muy bien preparado por las escuelas de Magisterio porque va por especialidades.

Díaz Bellido cierra una etapa como director en la que se ha ampliado el colegio de La Unión gracias al Plan Mejor Escuela. Promete echar una mano en el rodaje inicial a la futura directora del centro y así no perder el contacto con el mismo. No tiene claro qué es lo que va a hacer con su tiempo libre pero seguro que Aroche y el Museo del Rosario con más de 1.300 ejemplares que consiguió su padre enviados por Juan XXIII, Pablo VI, Francisco Franco o la Casa Real van a ocupar buena parte del mismo. Ahora toca prestar atención a las aficiones como la fotografía o la pintura "pero no quiero ni compromiso de día ni de horas".