Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Tabaco de contrabando

  • Hace más de cincuenta años, el tabaco sólo podía encontrarse de contrabando en lugares y sitios escondidos y 'secretos'. En Jerez, se podía hacer en determinadas casas, o en el llamado "Estrecho de Gibraltar", en el arco del Ave María de la plaza del Arenal.

HACE más de medio siglo, las cajetillas de marcas inglesas, americanas o egipcias, algunas en cajitas de lata, sólo podían encontrarse de contrabando, en determinadas casas, o en el llamado "Estrecho de Gibraltar", en el arco del Ave María de la Plaza del Arenal.

TABACO DE CONTRABANDO

Había antiguamente una copla que, más o menos, decía así: "A Roma se va por bula; / a Cádiz se va por sal; / por mantas a Grazalema / y por tabaco a Gibraltar"; aunque el tercer verso solía cambiar y, de hecho, tenía varias versiones. Pero la copla me trae el recuerdo de cuando en los estancos no se podía encontrar el tabaco, que ahora tan fácilmente puede adquirirse, y éste se vendía de contrabando en sitios secretos o escondidos. Hablo de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Y hablo de las cajetillas de marcas inglesas o americanas, y de las egipcias, cuyos cigarrillos para señoritas venían en cajitas de lata.

Precisamente, y es una gran ironía, que cuando en nuestros días se ha prohibido fumar en lugares cerrados, parece que es más fácil encontrar cualquier marca de tabaco. Otra paradoja es que antes el tabaco español, no el de contrabando, se vendía en estancos llamados "expendedurías", hasta hace poco tiempo, y ahora esos estancos se anuncian con grandes rótulos en los que puede leerse con letra bien grande: "Tabacos - Cavas de puros", con lo que se incita a fumar, mientras que por otro lado se prohíbe y se asusta a los fumadores, rotulando las cajetillas con advertencias de muerte.

Recordamos que, hace más de medio siglo, en los estancos sólo se podía adquirir cajetillas de productos nacionales; negro, por supuesto, y el único rubio fabricado en España, era el de la marca "Bubi", si mal no recuerdo, bastante más inferior, en calidad, que el "Cámel", el "Chester" y otros de procedencia inglesa y americana, prohibidos totalmente en los estancos; por lo que había que acudir al llamado "Estrecho de Gibraltar", actual paso del Ave María, junto a La Caja, en la plaza del Arenal, donde siempre había varios hombres paseándose, que los vendían de contrabando; igual que el llamado tabaco de cuarterón, bien por pieza, o bien ya liado en sobrecitos azules de a veinte cigarrillos, que creo recordar costaban un duro.

Entre las marcas más acreditadas de los famosos tabacos de cuarterón con picadura de la mejor clase, estaban "La onza de oro", "El Cubanito", "El Águila" y otras marcas de contrabando, que venían todas de Gibraltar, traídas por los llamados mochileros que, desde finales del XIX se jugaban la vida con tan preciada mercancía, trayendo aquellos cuarterones de cincuenta gramos -cuarta parte de una libra, antigua medida - con picadura procedente de los estados americanos de Kentucky, Virginia y Maryland, y hasta de Inglaterra y la India. Además de aquellas cajas de puros habanos, tan célebres, como los "Montecristo", los "María Guerrero", los "Romeo y Julieta", "Partagás", "Cohiba", "Upmam", "La flor de Cano", "La gloria cubana", etc, cuyas vitolas eran tan buscadas por los coleccionistas de la época. Los mismos que coleccionaban sellos de correos y monedas antiguas.

Decían, entonces, que los mejores puros habanos eran los "Romeo y Julieta", porque estaban liados en hojas de tabaco de la región cubana de Vuelta de Abajo que, por lo visto, eran las mejores. Y, aunque había marcas españolas, bastante buenas, confeccionadas en Canarias, como los puros "Alvaro", famosos por sus vitolas, estos no tenían ni comparación con los legendarios puros habanos. Aquellos que siempre se ofrecían después de una abundante comida; en las bodas y en los grandes acontecimientos protagonizados por sesudos señores. El puro lo fumaban hombres tan célebres como los políticos Winston Churchill o Truman; escritores como Hemingway; o genios del cine, como Orson Welles, entre otros famosos.

Los muchachos de entonces fumábamos para parecer más hombres. Y ahora son las mujeres quienes más fuman, para así equipararse a los hombres. Porque el cigarrillo y el habano, siempre han dado sensación de libertad y de independencia. Ahora, las mujeres también fuman habanos, como Sara Montiel, por ejemplo, subiendo así el último peldaño que les quedaba, para igualarse a los hombres. Ya todos somos iguales, al menos a la hora de echar humo por la boca y las narices. Una tontería, como otra cualquiera, porque el tabaco no hace a las mujeres más mujeres, ni a los hombres más hombres. Y, además, es dañino.

El tabaco de contrabando dejó de serlo, cuando más o menos llegó a España la democracia, liberalizando toda clase de labores y autorizando su venta libremente, en las viejas expendeduría de la Tabacalera; los llamados estancos de toda la vida, esos que ahora se llaman ostentosamente "Tabacos - Cava de puros", tentando a todo aquél que ya hace tiempo que dejó de fumar y donde hace años que, junto a las antiguas labores nacionales, se expenden todas las marcas extranjeras de puros y cigarrillos, sin necesidad de tener que ir a buscarlos al "Estrecho de Gibraltar" ni a ningún otro lugar oculto.

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