Jerez

Poder trabajar debe ser una opción

  • Discapacitados físicos y psíquicos dejan claro con su testimonio que son parte activa de la sociedad y que ésta debe brindarles las mismas oportunidades laborales que al resto de personas

Nuestra ciudad está atestada de barreras. No me refiero a las arquitectónicas, aquellas que se ven a simple vista en una acera sin rebajar o en el autobús de Cojetusa al que no le funciona la rampa de acceso. Las barreras a las que me refiero van más allá de lo material, del tiempo y el espacio, pues allí dónde viven nuestros prejuicios y hasta donde alcanza nuestro desconocimiento, es donde nacen los límites morales con los que se topan las personas con discapacidad.

Antonio Ganfornina es actualmente el gerente de la imprenta jerezana Al-Andalus, creada en 1977, ha sido una de las primeras empresas andaluzas constituidas por personas con discapacidad, lo que hoy se conoce como Centro Especial de Empleo (CEE). Es disminuido físico y se mueve gracias al apoyo de dos muletas, aunque le cuesta enormemente mantenerse en pie ya que "pasados los cincuenta, los músculos se resienten y caemos en picado".  De pequeño sufrió la discriminación "por parte de los maestros de entonces que no me dejaron escolarizarme en un colegio por llevar muletas. Mi madre tuvo que inscribirme en otro". Poco después, cumplidos los 16, entró a formar parte de la plantilla de la imprenta, desde entonces nunca la ha dejado. "El objetivo de la empresa cuando se creó fue el de mantenerla a niveles normales, es decir, con la producción equivalente a trabajadores sin ningún tipo de discapacidad", afirma Antonio. "Desarrollamos el mismo trabajo pero tenemos más inconvenientes, eso lo tenemos asumido y  tenemos que hacer un esfuerzo mayor para realizar el mismo trabajo, aunque al final compensa, porque nos sentimos igual de útiles y válidos.  El mayor inconveniente que tengo es referente a la movilidad, al alcanzar las cosas, cargar peso... Somos nosotros los que tenemos que normalizar la situación". Cree que la sociedad aún no está preparada aunque "ha habido muchos avances en comparación con cuando empezamos, hace treinta años. Existe un cambio grandísimo, el adelanto que hemos sufrido no se puede comparar a nada. Lo que es inevitable son las dificultades económicas, la famosa crisis, las subvenciones que no llegan. Los organismos oficiales deben potenciar el trabajo de manera real", afirma convencido el gerente de la imprenta.

La situación económica ha afectado a todas las empresas, pero en especial a estos CEE. "A lo largo de la historia hemos llegado a ser veintiún discapacitados trabajando, aunque actualmente sólo somos ocho y cuatro se encuentran en un expediente de regulación de empleo", comenta Ganfornina.

Juan Carretero es el maquinista de la empresa desde hace veintiún años, impedido del brazo derecho, trabaja con la máquina como si usara ambas extremidades. Demuestra día a día su capacidad para realizar el trabajo igual a una persona que usa los dos brazos. Juan explica cómo se las apaña, "la derecha la uso de apoyo y con la izquierda hago el trabajo más minucioso".

El maquinista se encuentra optimista, está orgulloso de su trabajo y agradece el tener un empleo digno, pero se queja de que "existe una gran falta de conocimiento referente a la capacidad que tenemos para trabajar. El mundo no sabe que yo me siento igual al resto, se creen que por ser manco no sirvo. Es una pena que no existan más empresas de este tipo".

Manolo Rodríguez de Medina Campoy tiene 35 años y es paralítico cerebral. Desde finales del 2002 es secretario de Upace (Unión de paralíticos cerebrales) , aunque no es el único lugar en el que ha trabajado, ayudó a su padre en una gestoría familiar.  Según sus propias palabras no encuentra muchas dificultades en la labor que cumple diariamente, "gracias a lo que hago aquí me siento más independiente, he aprendido a manejarme con la muleta y con la moto eléctrica voy de casa al trabajo fácilmente, aunque sí que encuentro barreras en la calle que hacen que me cueste más esfuerzo el moverme". Después de casi ocho años trabajando en la asociación afirma que "todo el mundo me teme, me siento como en mi casa, éste es para mí otro hogar". 

Manolo es consciente de que no todos son facilidades, "la mayoría de dificultades que me encuentro en el día a día es que las personas no me entienden al hablar, me cuesta expresarme. Hay gente que me cuelga el teléfono porque no logra comprenderme. Antes me mosqueaba, ahora me lo tomo de otra manera y sé que volverán a llamar y seguiré aquí, atendiendo el teléfono hasta que me entiendan". Se considera uno más de la plantilla y "como todas las personas tengo mi genio y mis malos días, en los que tienen que echarme de comer de lejos", añade Manolo.

La adaptación a los puestos de trabajo es algo primordial para la integración de estas personas, son cambios mínimos que significan mucho, y Manolo lo vive de primera mano. Cuenta que "las nuevas tecnologías nos han ayudado a integrarnos. Yo sé manejarme, aunque siempre gracias al equipo que tengo adaptado a mí, desde el ordenador hasta la mesa y la silla. Esto es lo que hace que podamos desempeñar el trabajo que llevamos a cabo".

Como a la gente joven, a Manolo le encanta estar en la calle, "hay veces que mis padres me llaman para preguntarme cuándo voy a volver" comenta entre risas.

Al charlar con él se sabe que es una persona feliz, no para de sonreír aunque es consciente de las carencias que le impiden ser feliz del todo. Vive con sus padres, a los que "les estoy enormemente agradecidos, tanto a ellos como a la asociación", pero añora la idea de "poder vivir en un piso tutelado, lo que haría que me sintiera más completo y entusiasta por conseguir esa parcela de libertad que me falta".

Mercedes Holgado, es la directora de la residencia y responsable del centro de día de adultos de Upace. Tras 29 años en la profesión cree que las principales dificultades para conseguir una mejor integración laboral de personas con discapacidad es que "los puestos de trabajo no se encuentran adaptados, aunque gracias a la informática y al avance tecnológico se ha avanzado bastante en este campo". Desde esta asociación intentan predicar con el ejemplo, por ello cuidan la accesibilidad a los edificios que poseen. "La sociedad en general se va concienciando de ello aunque nos seguimos encontrando con importantes barreras", apunta Mercedes que no se refiere sólo a las barreras físicas. "Muchas veces las personas caen en el paternalismo, el proteccionismo que les dan a los discapacitados desde pequeños influye mucho en su desarrollo. Esto es síntoma del desconocimiento, del ignorar la capacidad que poseen estas personas. Hay que tratarlas de igual a igual", para Mercedes esta es la cuestión más importante.

En cuanto a las empresas, la  directora del centro de día piensa que "influyen mucho los beneficios económicos que reciben las empresas a la hora de contratar discapacitados, son pocas las que tienen en cuenta el factor solidaridad".

Belén Díez, Ángel Campos e Isabel luján son técnicos de gestión y orientación  de Fundosa, división empresarial creada por la ONCE para generar empleo estable a personas con discapacidad. Belén y Ángel son discapacitados visuales de nacimiento, pero Isabel tiene una discapacidad física adquirida tras un accidente de tráfico. Los tres tienen sus puestos de trabajo adaptados a su minusvalía. Ángel se muestra muy optimista, entiende que  "la discapacidad significa poseer unas capacidades diferentes, a veces ni siquiera se notan y no hace falta adaptación ninguna". "Es más la reticencia de los empresarios a contratar personas con discapacidad por el tabú que supone que otra cosa", añade Isabel, "la sociedad ha cambiado mucho pero tiene que aprender aún que lo ideal es que nos insertemos en empresas ordinarias. Durante el año pasado conseguimos la integración de 54 personas" . Para Ángel el principal problema de que no se hagan las cosas como se deberían hacer "es el desconocimiento, porque  las personas no se sienten reflejadas en esta realidad hasta que no les toca de cerca a algún familiar o conocido. Aún así soy entusiasta y creo que las campañas de sensibilización están haciendo mella".

Belén defiende el objetivo de los programas educativos ya que "cuando los niños son pequeños empiezan a interiorizar a la persona con discapacidad viéndola de igual a igual, eso es lo más importante".

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