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Cultura

En los Campos Elíseos

  • Fonotrón edita por vez primera en CD el disco del tocaor nacido en Sevilla Luis Maravilla, que logró en Francia el premio de la Academia Charles Cros en 1952

Alegrías y penas de Andalucía. Luis Maravilla. Con Pepe Valencia (cante). Calé Records.

Se grabó "en los altos del teatro de los Campos Elíseos" según el maestro y compañero José Manuel Gamboa, suponemos que mientras sus dos protagonistas actuaban allí con el Ballet de Pilar López. Ambos eran miembros de aquella compañía, el cantaor Pepe Valencia y el guitarrista, estrella de la entrega discográfica, Luis Maravilla. Se grabó en París y obtuvo en 1952 el Gran Premio de la Academia Charles Cros. Fue el primer disco de flamenco del sello francés Ducretet-Thomson, que más tarde produciría y/o editaría otros registros del género. En España no se editó, según señala la documentación de esta primera reedición en CD, hasta 1959.

Fueron 11 años militando en la compañía de la mítica bailora, hermana de la Argentinita, en los que Luis Maravilla logró que el toque solista alternara con la danza con toda naturalidad. Lo suyo fue una lucha titánica por el reconocimiento de la guitarra flamenca: desde sus inicios con José Cepero exigió que en las placas que grababa con el cantaor se incluyera su nombre como guitarrista, iniciando esta costumbre de acreditar al tocaor. También logró que la sociedad de autores reconociera la labor creadora de los guitarristas flamencas incluyendo sus variaciones, sus falsetas, como creaciones merecedoras de crédito y derechos de autor.

Suponemos, por tanto, que el repertorio incluIdo en estas Alegrías y penas de Andalucía es el que compuso e interpetó para Pilar López. Es un repertorio estrictamente tradicional en el que Maravilla introduce una serie de falsetas de creación propia sobre la base rítmica y armónica clásicas, como comprobamos en las Variaciones en mi que abre, a ritmo de soleares, la grabación. El toque de Maravilla es pulcro, sobre una base técnica descomunal, que pone en evidencia su uso del trémolo, limpio, natural, fluido. No obstante su música posee el énfasis, la intención que es característica de la guitarra flamenca y de la música jonda en general. Intimismo y contundencia, lirismo y épica, estas son las virtudes tocaoras de Maravilla. El sentido del compás de este tocaor está más que contrastado, si tenemos en cuenta su larga dedicación al baile, como demuestra, por otro lado, en soleares, seguiriyas y bulerías. Dadas sus enormes condiciones técnicas, es capaz de alternar los silencios con la velocidad del fraseo sin violencia alguna. Maravilla representa la vigencia del toque clásico de la primera mitad del siglo XX, el que definió Ramón Montoya en lo armónico y melódico y el Niño Ricardo en lo rítmico. Noche en Santa Cruz es la esencia del toque solista de Maravilla: sin filiación flamenca alguna, sobre un ritmo binario de zambra o serenata, construye una pieza plena de recursos técnicos, arpegios, trémolos, de gran calidad melódica y enorme solemnidad y templanza de ejecución. En Judea, sobre el mismo concepto, vemos más acentuados los acentos de la zambra, tal y como la patentara, para el toque solista, el Niño Ricardo, con abundantes ligados y otros arabescos melódicos. Ambos toques son de una modernidad apabullante. Una granaína en que el toque de Ramón Montoya es trasladada a nuevas dimensiones armónicas y virtuosísticas completa los cuatro números solistas de esta grabación.

El cantaor Pepe Valencia, miembro como digo del ballet de Pilar López, pone voz a cuatro de los ocho números de este disco. Una voz vibrante, natural, que aporta luz y color en los fandangos, compás en soleares, seguiriyas y bulerías y delicadeza melismática en la taranta.

Luis Maravilla nació en Sevilla en 1914 aunque la mayor parte de su labor artística la llevó a cabo en Madrid, lugar al que se trasladó de la mano de su padre el cantaor sevillano Niño de las Marianas. Otro día les contaré dus divertidas peripecias durante la guerra civil y la posgerra. Pepe Valencia nació a las orillas del Turia en 1913 y realizó buena parte de su carrera en Buenos Aires, donde se instaló tras abandonar el ballet de Pilar López.

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