ESTAMOS a punto de entrar en un tiempo en que lo religioso invadirá las calles materializándose en escenas sumamente plásticas. Lo anuncian y lo recuerdan gran número de carteles, algunos de extraordinaria confección y propósito, “ser un grito en la pared”. 

También es tiempo para quien lo desee de desplazarse, de buscar otros acontecimientos, otras culturas, otras imágenes que pasar a píxeles o a granos de plata, si aún se prefiere.

Chaouen, en Marruecos, es uno de los destinos preferidos por muchos gaditanos por la singularidad de su arquitectura y de sus gentes. Pero Chaouen se encuentra hermanada con Vejer de la Frontera, por sus analogías y por su magia. Jesús Botaro es una de las personas que materializan ese hermanamiento, y lo expresa como mejor sabe, con su cámara. Ya han sido varias las colaboraciones en las que el fotógrafo ha puesto imagen a iniciativas hispano-marroquíes, y ahora lo hace como embajador fotográfico entre ambas orillas. Su exposición ‘Los ojos de Chaouen’ ha sido inaugurada recientemente en el Hotel El Califa de Vejer, en un acto de fusión de ambas culturas.

Las imágenes de Botaro nos acercan a un mundo, aunque recóndito, especialmente abierto y hospitalario. A una explosión de color en cada fotografía, que captan a la vez esa atmósfera de magia y misterio que produce lo diferente.

Cada imagen es un claro reflejo de la singularidad de las identidades, pero a la vez suponen un reconocimiento mutuo en nuestras esencias, en nuestras raíces. Y sobre todo, el respeto a ambas culturas, entre las que el autor tiende puentes de complicidad. Como también los tiende la poesía de Yolanda Aldón de su libro Palabras quebradizas que pone voz a este ejemplar evento de fusión cultural.

Aquí llevan ustedes una buena excusa para acercarse en estos días a la fotográfica ciudad de Chaouen. O si por diversas razones no pueden hacerlo, quedarse en la de Vejer, desde donde Jesús Botaro nos presta su mirada de la ciudad hermana, y a la que tampoco le faltan razones fotográficas para visitar.