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Diario De las artes

Acertada suma de intenciones

DE las cosas buenas que tiene el verano para la cultura es que muchos espacios que durante todo el año permanecen cerrados o poco útiles, abren sus puertas cuando junio declina ofreciendo muchas posibilidades expositivas en este panorama en el que tan poco se está ofreciendo. El edificio multiusos de la Tenencia de Alcaldía de Costaballena, con muy poca - o prácticamente nula - vida durante los meses fuera del verano, se presta, en julio y agosto, a las actividades culturales y, aunque sus características museográficas dejan mucho que desear, sirve, al menos, para que los artistas dispongan de salas de exposiciones donde puedan canalizar sus producciones.

Un grupo de artistas que se han autoproclamados como ARCA - el nombre es un acróstico conformado con las iniciales de los nombre de los autores que lo forman - viene a agrupar a unos realizadores que se presentan con obras de muy amplia y diferente naturaleza plástica y artística. La muestra, como suele ser habitual en este tipo de comparecencias, no mantiene un hilo conductor que aglutine las diversas proposiciones de los artistas ni ofrece un concepto unificador del proyecto, es más bien un sumatorio de intenciones donde cada cual pone en pie sus realidades artísticas y sus idearios estéticos particulares. La exposición de Costaballena posibilita el acercamiento a esos variadísimos planteamientos que configuran los amplios esquemas que tienen lugar en un Arte Contemporáneo abierto a todas las posibilidades. En ella se nos presenta un poco de todo, aspectos inequívocos de una realidad artística compleja que estos autores parecen asumir y, se entiende, que están a gusto en sus diferentes circunstancias. La comparecencia de La Ballena nos sitúa en un amplísimo estamento creativo donde tiene lugar algunos de los registros usuales en el arte más inmediato, desde el expresionismo abstracto de Rosa Fermosell al feliz realismo muy a lo pop de Ricardo Carrero, pasando por los dominios de la técnica gráfica de Carlos Nieves, los atractivos y muy afortunados planteamientos matéricos de Chonín Ruesga, el poderío compositivo de la escultura de Alfredo Zarazaga y la acertada propuesta plástica de Ana Ruesga. Algo de lo mucho que posibilita una plástica actual, madre amantísima que acoge en su seno los esquemas más abiertos. Ya hemos comentado en varias ocasiones la dificultad existente hoy en día para afrontar las dificultades que entrañan los complejos postulados de la escultura. Ésta se ha visto reducida a mínimos y es muy poca la que se encuentra con los adecuados planteamientos. Nos hemos encontrado en esta exposición con un muy buen escultor; un artista que maneja la materia de forma contundente y que sabe situar lo tridimensional en unas coordenadas artísticas de mucha significación. Se trata de Alfredo Zarazaga que con muy pocos elementos conformadores o con materiales de desecho suscribe una escultura de muchos quilates, llevando el hierro, sobre todo, a muy importantes dimensiones plásticas. En sus obras se la realidad deja sus espacios más concretos para suscitar miradas mucho más evocadoras. Estamos ante un muy buen escultor La obra gráfica está representada por Carlos Nieves, un artista dominador de la materia y sabedor de la manipulación de la misma ante las arbitrariedades que puedan surgir tras el paso del soporte por el tórculo. Con muy poco consigue muchísimo. Sabe estructurar los espacios vacíos para que a ellos se yuxtapongan determinantes grafías y sutiles planteamientos coloristas. Ricardo Carrero, por su parte, nos conduce por dos momentos muy típicos de su pintura. Por una lado, sus piezas de figuras humanas, llenas de sensualidad y colorismo y, por otro, ese nuevo compromiso paisajístico en el que se haya donde una festiva realidad nos transporta a un universo pictórico donde el pop a lo Hockney sirve de clara referencia. Ana Ruesga plantea una pintura material, en la que los habituales con los elementos pictóricos han sido sustituidos por telas, sutilmente acondicionados para que las mismas desarrollen su máxima potencia formal, creando espacios muy bien acondicionados en fondo y forma. Rosa Fermosell se hace presente con el contundente expresionismo abstracto, donde los sentimientos transitan por poderosas pinceladas llenas de absoluta gestualidad plástica. La pintura textil se nos ofrece de forma absolutamente inquietante en la obra de Chonín Ruesga. La seda sirve de sutilísimo pigmento que expande su materialidad contundente sobre un soporte de fieltro, consiguiendo resultados expectantes donde todo se conforma interactuando los materiales sin pegamento alguno. El total dominio de la técnica es paralelo a un riguroso final que nos permite admitir que estamos ante una artista de mucha intensidad. Este sumatorio de intenciones que se presentan en la tenencia de Alcaldía de Costaballena, nos plantea los abiertos registros que acontecen en un Arte Contemporáneo a los que estos seis artistas rinden sabia pleitesía.

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