"No es normal el estado en el que estamos dando clase. Tenemos un aula digna de ver, con boquetes en el techo y con 23 ordenadores para unos 39 alumnos, pero es que encima solo funcionan cinco o seis computadoras... Increíble, y eso que somos estudiantes del grado en Ingeniería Informática. Es el aula 2. Si puedes, ve a verla. Está en el edificio principal". Queremos ver esa dependencia que nos ha descrito un alumno de la Escuela Superior de Ingeniería. Pedimos permiso a la dirección del centro, y nos invita no solo a echar un vistazo a esa clase, sino a visitar otras dependencias de la sede principal de la Escuela. Dependencias impropias de un centro educativo. Dependencias impropias del siglo XXI.

Efectivamente, el aula 2 es tal y como la ha descrito el estudiante. Boquetes en el techo por donde cae -no se filtra- agua cuando llueve, y decenas de ordenadores ornamentales, pues no tienen otra función que ésa, adornar. "No va", nos demuestra un alumno presionando con el dedo el botón de encendido del aparato que tiene delante. Son 29 los jóvenes que están recibiendo clase en el momento de la visita, y solo seis ordenadores funcionan. ¿Solución? Que los estudiantes se traigan sus portátiles de casa.

"Como ves, hemos llegado ya a una situación límite", manifiesta el director de la Escuela Superior de Ingeniería, Juan José Domínguez. "Necesitamos soluciones ya. Necesitamos que se haga caso a esta Escuela y que se solucionen los problemas que tenemos. Los alumnos no pueden seguir recibiendo clases así". Un 'así' que engloba recintos que no cumplen las medidas de seguridad. Recintos con goteras. Recintos no acondicionados para impartir docencia. Recintos con obsoletos e insuficientes materiales para realizar prácticas. Recintos con barreras arquitectónicas.

Esto último supone un serio problema para alumnos que se desplazan en silla de rueda o con ayuda de muletas. No pueden acceder a la sede principal de la ESI por la puerta principal, lo impiden varios escalones. Deben entrar por el garaje, subir una inclinada rampa, atravesar una larga vía con el firme inestable, cruzar un patio y bajar otra rampa sin barandilla. Ya en el interior del edificio, debe escoger entre un montacargas o un ascensor que se estropean con cierta asiduidad. Y a ello hay que sumar que las personas con algún tipo de discapacidad física no pueden acceder a ciertas estancias, como el laboratorio de Electricidad 1, con seis escalones a sus puertas.

"Este edificio tiene más de 50 años, y además de poseer diversas barreras arquitectónicas, no cumple muchas de las normas de seguridad vigentes", expone el subdirector de Infraestructuras y Calidad, Francisco Palomo, que nos muestra aulas sin salida de emergencia y pasillos sin las medidas apropiadas.

Pero hay más que ver. Por ejemplo, un reducido despacho donde apenas caben tres mesas, tres ordenadores, un mueble y cinco sillas, pero que deben compartir nada menos que siete docentes; el taller de instalaciones eléctricas, donde constantemente caen costras de pintura del techo debido a las filtraciones de agua en el tejado, que es de uralita; aulas con capacidad para 80 alumnos y donde solo hay una mesa, la del docente. Los estudiantes deben tomar apuntes y dibujar en sillas de pala; aulas sin cortinas ni persianas por las que el sol se cuela a sus anchas; laboratorios y talleres con materiales y maquinarias que acumulan años, ya las empleaban muchos de los profesores que hoy imparten clase en el centro cuando estudiaban en él.

"Hemos pedido a la Dirección General de Infraestructuras de la Universidad de Cádiz que arregle el tejado del taller de Instalaciones Eléctricas, pero no hay presupuesto. Tampoco lo hay para adecentar el techo por dentro. Nos han dicho que el presupuesto de pintura de la UCA se ha agotado", comunica Domínguez. Sobre las aulas sin mesas señala que es el "único centro" de la Universidad de Cádiz en esta situación. Y aprovecha para comentar una anécdota: "El pasado año vino un profesor del campus de Puerto Real a impartir clases a la Escuela, y tras tres meses aquí, dijo: Todo el mundo debería pasar por estas instalaciones para ser conscientes de las condiciones en las que se está impartiendo docencia en esta Escuela".

No obstante, a pesar del estado de precariedad del edificio; de la masificación de los estudiantes en aulas, talleres y laboratorios; de la falta de laboratorios; y del reparto del alumnado por nada menos que cinco edificios, Domínguez y Palomo afirman que los estudiantes reciben "una buena docencia" porque "hay muy buenos profesionales trabajando en este centro. Pero somos conscientes -añaden- de que si tuviéramos mejores instalaciones, sería mucho mejor".

La Junta de Escuela de la ESI ya remitió la pasada semana un comunicado al equipo rectoral de la UCA informándole de sus numerosos problemas y reclamando soluciones, como ya publicó este medio. Y próximamente tiene intención de enviarle un informe detallado del estado de las dependencias del inmueble. Con tal fin, ha convocado el concurso de fotografía Un día en la Escuela Superior de Ingeniería. "Hemos pensado en documentar ese informe con imágenes tomadas por el propio alumnado sobre el estado en el que se encuentran las instalaciones, los equipamientos docentes, clases masificadas, mobiliario inadecuado, barreras arquitectónicas, etc. Pero también queremos que los estudiantes reflejen con sus fotografías la superación de las dificultades en materia de infraestructuras para formar a buenos profesionales".

No obstante, el mismo alumno que nos animó a visitar el aula 2, considera que en esta "situación insostenible e incomprensible" es imposible formar a buenos profesionales: "El gran problema de todo esto es que están acabando con la juventud gaditana, ya que no es que tengamos que irnos a trabajar fuera de Cádiz, sino que nos vamos a tener que ir también a estudiar fuera de nuestra ciudad".