Tribuna libre

Centenario de una corrida de toros y un José Tomás de regalo

EL 7 de mayo de 1916 se celebró un mano a mano de los colosos Joselito y Belmonte en la Plaza de Toros de Jerez de la Frontera. La publicación 'Toros y Toreros' relata este festejo, y añade fotografías del jerezano J. González Ragel. En ella se dice que a causa de las famosas corridas de la feria de Sevilla, hubo que retrasar las de Jerez para el 7 y 8 de mayo. En estos dos días se lidiaron toros de Saltillo y Marqués de Guadalest respectivamente.

Se cumple este sábado un siglo de aquella corrida en la que intervenían las dos máximas figuras de la Edad de Oro del Toreo. Toreros que provocaron una catarsis colectiva y devolvieron la afición a los ruedos. Esta pareja generó una expectación inusitada por toda España, con llenazos de feria en feria, que los convertirían en indispensables para el negocio. Tras su llegada, la fiesta brava se transformó. Los intereses económicos de ganaderos y empresarios y del mundo taurino en general se supeditaron al poderío de Joselito y Belmonte. Los dos colosos serían el eje central de la fiesta, ese mismo mayo de 1916 torearían 18 corridas juntos. El fenómeno social y económico que impusieron en el negocio taurino continuó y se transmitió como paradigma a lo largo de los siglos XX y XXI hasta nuestros días.

Sin embargo ha degenerado, sobretodo en la cuestión crematística. El dinero siempre ha sido importante en este oficio y arte, pero el amor propio, la vergüenza y el pundonor toreros se han debilitado. Se podrían poner ejemplos de toreros que han conseguido con poder y 'mando' llenar plazas por el gran interés que han despertado, pero se cuentan con los dedos de la mano. En este momento podemos decir que aquella expectación de 1916 puede crearla un torero excepcional; José Tomás. Y por graciosa casualidad y si la suerte acompaña, 100 años después entraremos en aquella emoción colectiva.

Torero que como Belmonte y según Enrique Vila, puede decirse: "La vibración de las masas no se produce entonces en razón del peligro, sino de la fuerza poderosa e irresistible que produce la expresión del arte verdadero. Y se conmueven por igual, como ante un cuadro o una escultura símbolos, los profanos y los iniciados". Y esto es tan así, que algunos que lo han visto por primera vez han renunciado a convencimientos anteriores de aficionados veteranos, y sobrecogidos por la revelación admiten la obra genial de este torero. Podrá discutirse su técnica y oficio, pero la verdad que transmite su toreo es única y diferente. Es un torero que "hace saltar las lágrimas" y el corazón anda más rápido, lo cual nos dice que experimentamos una emoción. Soy Belmontista y Tomasista porque a éste le ocurre lo mismo que a Juan: "Su obra se manifiesta con cualquier clase de toro. Con el bravo y con el manso, con el suave y el bronco, con el pastueño y con el codicioso, con el grande y con el chico. Es igual". Por tanto, José Tomás no es torero de 'inspiración' de los que necesita un toro a propósito para triunfar. Cuando los 'inspirados' lo hacen, los cronistas suelen escribir sobre "el color del cielo o de la luna, el rumor de las aguas, la luz de los caireles o los martinetes y las seguidillas gitanas".

Estos revisteros de todo escriben, "menos del toro y del torero, y cuando se dice de alguien que es torero de los que necesitan 'su toro', es porque ni el mencionado es torero ni lo que precisa es un toro". Sabias palabras del periodista Enrique Vila las cuales suscribo, que expresan su extenso talento.

¡Suerte y al toro, bravo torero! Agradecer el regalarnos a la multitud que te quiere y te sigue, tu arte sin igual en esta Plaza de Jerez. Firma un Tomasista.

José Belmonte es fotógrafo e investigador taurino

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios