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Camerata Flamenco Project

El idioma de las sensaciones

Pablo Suárez, al piano; José Luis López, al chelo; y Ramiro Obedman, a la flauta, en Sala Paúl.

Pablo Suárez, al piano; José Luis López, al chelo; y Ramiro Obedman, a la flauta, en Sala Paúl. / Manuel Aranda

Es difícil no emocionarse cuando un instrumento le roba el alma al intérprete adquiriendo vida propia. Nos dejamos llevar por el paradisiaco sonido que sale del escenario para viajar por el mundo musical de un grupo que no tiene otro idioma que el de las sensaciones. No es necesario, por tanto, traducir ningún concepto ambiguo que nos despiste de lo que realmente importa, que no es otra cosa que disfrutar de la filarmonía que crea 'Camerata Flamenco Project'. Nos envuelven en un ambiente donde predomina el amor a la música y al buen gusto, que resalta de una actuación donde conviven el piano de Pablo Suárez, el chelo de José Luis López y el saxo y la flauta de Ramiro Obedman, como trío principal.

Para sumar efectos sonoros se invita a José Luis Garzón, que engrandece el resultado con el contrabajo, y a Karo Sampela, que llega con la percusión. Cada interpretación es un canto a la libertad, a la vanguardia y a la globalización. El Festival de Jerez se abre a distintas disciplinas musicales que enriquecen las posibilidades culturales de la ciudad y que difícilmente existirían en otra época del año.

La primera parte del espectáculo nos presenta a los tres principales partícipes del septeto con la pieza 'La Nave', en la que los sonidos del jazz se mezclan con los del flamenco y el clásico. En los primeros diez minutos ya conquistan al numeroso público que se congregó en Sala Paúl para disfrutar de esta factoría de vibraciones. Caemos rendidos ante 'Revolution', en una versión de 'Las Gnossienne nº1' del compositor y pianista francés Erik Sati. El flamenco se hace presente en 'Entre dos aguas' que creó para la historia de la música universal Paco de Lucía. El deleite es inmenso, sobre todo cuando el chelo de José Luis López toma presencia. La sutileza del paisaje se rompe cuando aparecen los dos artistas invitados de la tarde que terminan de conformar el septeto a partir de una introducción por seguiriyas con la raza vehemente del cantaor Antonio Campos y de los pies frenéticos de Alfonso Losa. El bailaor cuenta con una técnica imponente, una limpieza en la ejecución aplastante y un semblante que gusta al público. Campos, por su parte, conmueve en el número por milongas, también cuando se acuerda en las seguiriyas de Tomás Pavón o Manuel Torre, y en la soleá apolá, a la que se suma de nuevo Losa con movimientos rotundos y precisos, es elegante y eso lo valoran con numerosos piropos desde el respetable. En ocasiones, más que compartir, complementan al resto del quinteto musical.

Volvemos a la parsimonia con el final por bulerías en las que suenan algunas coplas como 'Tres puñales' o 'Maldigo tus ojos verdes', momento en el que confluyen todos los matices de un septeto vivo y en pleno crecimiento artístico que muestra la expresión más cosmopolita del flamenco.

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