Jerez

Vuelve el temor a la zona rural

  • Varias familias de El Portalillo desalojan sus viviendas ante el temor de nuevas inundaciones tras un fallo técnico grave del colector de la zona · Vecinos de La Greduela luchan contra el río con ocho bombas

Con la llegada de la alerta amarilla, que prevé precipitaciones de hasta 40 litros por metro cuadrado, los habitantes de la zona rural de Jerez afectados por el temporal vuelven a mirar al cielo con preocupación.

Es el caso de varios vecinos de El Portalillo, en la barriada de El Portal, que ayer desalojaron sus viviendas atendiendo al llamamiento que hizo el Ayuntamiento tras haberse detectado un fallo de carácter grave en el colector de la zona. Técnicos de Ajemsa estuvieron trabajando toda la mañana de ayer en esta avería, pero finalmente no pudieron solucionar el problema. Según parece, el actual nivel del Guadalete imposibilita que se pueda evacuar el agua del colector ya que el río, al estar en la misma cota, impide la salida con normalidad. Por este motivo, al estar El Portalillo en una zona inundable y al no esperarse un descenso del nivel del río, el Ayuntamiento ha optado por aconsejar el desalojo de los vecinos.

Por contra, en El Portal la situación está más controlada, ya que en la mañana de ayer se notó un descenso del nivel del agua.

En La Ina, ayer a medio día, las cosas estaban más tranquilas, aunque como señala Mónica Castellet, delegada de alcaldía de esta barriada, "estamos con la incertidumbre de lo que va a pasar ante la alerta amarilla". Castellet señala que la crecida del Guadalete no ha afectado al núcleo de viviendas salvo a una, que, afortunadamente, "está desocupada desde hace años". No ha pasado lo mismo con dos fincas cercanas que sí se han visto afectadas. De las dos familias, una ha decidido quedarse y combatir como puedan el agua mientras que la otra sí ha decidido trasladarse a casa de familiares.

En cualquier caso, si hubiera mayores problemas, Castellet afirma que tanto la directora del colegio de la barriada como el centro de barrio abrirán sus puertas "en el caso de tener que alojar enseres o a familias".

Mientras tanto, en Las Pachecas la situación ayer era parecida a la de días precedentes, aunque según determinadas zonas, el nivel del agua había bajado un poco. Esto posibilitó que una grúa pudiera rescatar un camión que transportaba flores en la CA-3110, que quedó medio tumbado en la cuneta hace tres días. Según su conductor, que suele hacer con frecuencia esta ruta, "la fuerza del agua hizo que me saliera de la carretera".

En otras zonas, la situación sigue siendo muy complicada. Junto a la A-381, se encuentra el restaurante El Cartujano, que lleva cerrado desde el día 26 porque el agua alcanza más del metro de altura, tanto dentro como fuera del local. Sus propietarios, José Galán y Carmen Corral, se muestran muy indignados con las autoridades. "Cuando hace 13 años se inundó toda esta zona -en referencia a las inundaciones del año 1996- desde el Ayuntamiento nos dijeron que esto no volvería a pasar. Luego, cuando se construyó la autovía, nos contaron más o menos lo mismo, que con la obra esto no se inundaría. Son todos unos sinvergüenzas", afirma visiblemente molesta Carmen.

El drama es mayor ya que junto al restaurante se encuentra su vivienda, que también está semi inundada. Por este motivo, han decidido dormir en su coche, "para vigilar y evitar que entre alguien a robarnos". Los desayunos y las comidas las hacen en la gasolinera que se encuentra al lado del restaurante, también de su propiedad y que lleva cerrada desde hace cinco meses. Sin embargo, aquí tampoco existen muchas comodidades, ya que las goteras se cuentan por decenas y tienen que estar continuamente fregando y usando cubos para evitar que el agua lo inunde todo.

En cuanto a las pérdidas, José Galán señala que han tenido que cancelar diariamente "tres o cuatro comidas de grupos", pero que "más que monetarias, las pérdidas son sentimentales, porque aquí tenemos nuestra vida".

También señalan que el personal que tienen contratado "vienen por la noche a ejercer tareas de vigilancia" y critican que "ni Protección Civil ni nadie ha venido a preocuparse por nosotros, al contrario". De hecho, han tenido que quitar un trozo de quitamiedos y echar varios kilos de tierra para habilitar una entrada a la gasolinera, ya que la vía de servicio por la que se accede a la misma está cortada por el agua. "La Guardia Civil vino y nos dijo que esto estaba prohibido. ¿Qué quieren que hagamos? ¿Que no podamos llegar ni a nuestra casa? critica Carmen.

A un par de kilómetros de ahí, junto a la barriada de Lomopardo, el propietario de la Venta La Cartuja se encuentra en un problema parecido. La crecida del Guadalete ha inundado el sótano del restaurante, que hace las veces de salón comedor y de bodega. "Solamente en vino hemos perdido de 18 a 20 mil euros, lamenta Rodrigo Valle, propietario. Pero ahí no queda todo: mesas, sillas, muebles antiguos, vajillas, mantelería, generadores de luz, neveras, el monta plantos... Incluso la solería del suelo se ha levantado por la presión del agua. Aunque el nivel subió ayer un poco, no llega a la altura de los primeros días. "Llegó a cubrir la barra", señala Valle, que calcula que a causa de esta inundación han dejado de servir entre 1.200 y 1.500 comidas.

El temporal también está dejando otra imagen mucho más amable: la de aquellos que están dejando su tiempo y su esfuerzo en echar una mano y combatir al agua. Es el caso de Óscar, uno de los propietarios de la Venta La Carreta. A bordo de su zodiac lleva varios días salvando todo lo que encuentra, desde enseres de familias hasta animales. Ayer, de hecho, salvó a cuatro perros de morir ahogados o por hipotermia.

Por otra parte están los vecinos de La Greduela. A pesar de que el agua está subiendo en esta zona, allí se encuentran luchando contra el río. Lo hacen desde la Nochebuena, las 24 horas del día y con ocho bombas y otros tantos motores, todos de su propiedad. Los 200 litros de gasoil que gastan a diario estas máquinas se los suministra Protección Civil. El trabajo es duro, ya que además de que la trócola de un motor se ha averiado, la compuerta que separa el desagüe del río se encuentra atascada, por lo que sigue colándose el agua. Así y todo, hoy acudirán varios buzos para intentar solucionar el problema, después del intento vano de ayer.

Por su parte, el Ayuntamiento, que ha mostrado su preocupación ante la posible crecida del río en esta zona, mantiene activado el operativo puesto en marcha el pasado sábado 19, en aplicación al Plan de Emergencia Municipal. La alerta amarilla, de momento, se prolonga hasta el día 1. La lluvia sigue y, con ella, la lucha de los vecinos por intentar salvar sus casas, sus huertos y sus animales.

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