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Jerez

El viñedo del Marco no da para más

  • Asevi advierte de la desgana que se apodera de los viñistas por la falta de rentabilidad del cultivo pese al aumento de valor del vino

  • La asociación teme nuevos arranques por el hastío del colectivo

Imagen de la campiña con zonas que aún conservan el viñedo y otras en las que no queda ni rastro de las cepas.

Imagen de la campiña con zonas que aún conservan el viñedo y otras en las que no queda ni rastro de las cepas.

El resurgir de los vinos de Jerez no llega a la viña. Los viticultores siguen sin verle color a sus producciones, que se mantienen, en muchos casos, por debajo del umbral de rentabilidad. El optimismo bodeguero por el buen momento del jerez no se contagia a los productores, en particular a los viñistas independientes que sirven la uva directamente a las bodegas y que dan síntomas de hastío y desgana por los bajos precios que perciben por sus cosechas.

Los más afortunados han cobrado la uva de la última vendimia a 59 pesetas el kilo (35 céntimos de euros) -las cantidades se expresan en la antigua moneda española, que aún usa de referencia el sector para el precio de la uva-, una peseta por encima del precio percibido por la mayoría de los viñistas, entre los que también hay quien ha sufrido una bajada para percibir sólo 54 pesetas (32 céntimos de euro). Es decir, el precio de la uva se ha movido este año entre las 54 y las 59 pesetas, con un suelo dos pesetas por debajo del mínimo de la campaña anterior, sin que el techo de 59 pesetas haya registrado variación alguna.

En un escenario de bonanza para el jerez por su aumento de valor en los mercados, la prolongada caída de ventas sigue pasando factura a los viñistas. Incluso ahora que se pregona que el Marco goza de un nuevo equilibrio entre la producción y la demanda tras el arranque en años anteriores de un tercio de la superficie de viñedo, ni siquiera una vendimia muy corta como la de este año es suficiente para que los precios de la materia prima repunten.

La asociación de viñistas independientes alerta de la desidia que se extiende entre sus asociados. "Hay desgana en el viticultor para seguir con la viña; se percibe descontento, no hay jóvenes interesados en tomar el relevo y la prueba está en que en los últimos años únicamente ha habido reposición de cepas ya agotadas, pero no se planta nada nuevo", explica Francisco Guerrero, presidente de Asevi-Asaja.

La organización sectorial teme que la situación actual derive en nuevos arranques de viñas, de las que ya sólo quedan en el Marco 6.500 hectáreas frente a los poco más de 10.000 en las que se mantuvo durante muchos años antes del abandono primado por Bruselas en el trienio 2007-2009.

"La falta de rentabilidad es la causa de que muchos viticultores estén barajando la posibilidad de abandonar la viña para explorar otras alternativas como el trigo, la remolacha o cualquier otro cultivo, el que sea, que dé mejores resultados económicos", indica Guerrero, quien añade que "las bodegas se limitan a decir que no pueden repercutir el aumento de valor del vino a la viña, sin más explicaciones".

Mientras buena parte del sector se prepara para la llegada de los fondos comunitarios de la Iniciativa Territorial Integrada (ITI), en concreto de 4,2 millones de euros destinados al fomento del enoturismo, los viñistas lamentan que no podrán acceder a estas subvenciones por su falta de capacidad financiera para invertir en proyectos relacionados con el turismo del vino y las viñas.

"No hay dinero ni ganas de invertir, ni siquiera para modernizar la maquinaria y los métodos de cultivos que se están quedando anticuados", asegura el presidente de Asevi para ilustrar el sentir de los viñistas independientes, en cuyas manos queda algo menos de un tercio de la superficie de viñedo del Marco, en concreto un 27%, repartiéndose el resto las cooperativas, con casi la mitad de las hectáreas de viña en activo, y las bodegas, que ostentan un 24%.

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