"Conocer Doñana es la mejor manera de conservarla". El periodista, escritor y especialista en el Coto de Doñana Jorge Molina abrió ayer el XI Seminario Permanente de la Fundación Caballero Bonald, que en esta edición está dedicado a 'Doñana y la Argónida: entre el mito y la realidad', y que se desarrollará hasta el 24 de mayo en su sede.

Molina relató una historia que narra en su libro 'Doñana, todo era nuevo y salvaje', editado por la Fundación José Manuel Lara, en la que tanto en Doñana, en el arrozal de Sevilla y la costa de Huelva "se produjeron extraordinarios cambios justo después de la Guerra Civil. La marisma se convirtió en arrozal, se plantaron pinos en la costa para la producción de madera y Doñana sufría la presión de ese entorno cambiante que la asediaba. Entonces se produjo la lucha de unos pocos que veían claro que el parque se debía conservar, cuando la ecología en los años 40 aún no existía", apunta. En 1952 "llega José Antonio Valverde a Doñana y junto a Mauricio González-Gordon se produce una alianza que culmina con la creación de parque en 1969".

Una vez conocido el nivel de peligro que alcanzó su conservación, "un decreto del gobierno de Franco ordenaba la plantación forestal de la zona, mientras que el arrozal avanzaba en un país muerto de hambre. Los peligros no son superiores hoy, pero sí diferentes por el cambio climático y el uso abusivo de los cultivos en Huelva", subraya Molina, que destaca sin embargo que este "es el sino de Doñana, estar en peligro. Conocerla es la mejor manera de conservarla. El parque también es un patrimonio económico, y quizás algunos por ahí se puedan convencer. Doñana merece la contemplación de las generaciones futuras".