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Cultura

Los grandes clásicos se hacen oír

  • La Orquesta de Cámara de la Filarmónica de Colonia encandiló al público jerezano con su participación en 'Noches de Bohemia' del pasado miércoles, interpretando obras de Vivaldi, Mozart y Pachelbel

La noche del pasado miércoles, dentro del ciclo veraniego 'Noches de Bohemia', la Orquesta de Cámara de la Filarmónica de Colonia fue la encargada de reafirmar el importante papel de la música clásica en las veladas de El Alcázar. La respuesta del público fue bastante buena, media hora antes del recital muchos se impacientaban a las puertas de los Jardines de Eslava. Tras la puesta de sol, cerca de las diez de la noche, el calor firmó una tregua -que rompería al día siguiente- para dejar a los asistentes disfrutar de las partituras de Vivaldi, Mozart, Tchaikovski y Pachelbel.

Cabe destacar la agradable atmósfera que reina en las instalaciones de El Alcázar, pues lo confirma como un lugar propicio para este tipo de conciertos, con un capacidad de aforo suficiente y una buena acústica. La Orquesta de Cámara, encabezada por la virtuosa violinista Natalia Sergeeva, ha visitado nuestro país en varias ocasiones, dejando siempre muy alto el listón. El miércoles no fallaron.

Con puntualidad, y con apenas cinco filas de asientos vacías, aparecen siete miembros de la Orquesta de Cámara, que tras recibir una cálida ovación de bienvenida, comienzan con las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, una especialidad de la casa. No todo está perdido; un crío que no levanta un metro del suelo reconoce los primeros compases de La Primavera, para alivio de los más pesimistas. La audiencia no desentona con la calidad de los músicos; el respetuoso silencio permite, literalmente, escuchar cómo los intérpretes pasan las hojas de sus partituras.

Las estaciones se suceden, y Natalia Sergeeva tiene a todos boquiabiertos. La corrección, lo trabajado de su técnica, consigue que no exista un titubeo ni un portamento dudoso, la ejecución es perfecta.

Il prete rosso -así llamaban a Vivaldi por ser sacerdote además de pelirrojo-, consigue crear, en un allegro de libro, uno de los pasajes fundamentales para la historia de la armonía. El desarrollo de la obra supone la participación de la Orquesta no sólo como acompañante del primer violín, sino que también la introduce como elemento principal en muchas ocasiones. Tal factor convierte a Antonio Vivaldi en una referencia imprescindible dentro del progreso musical del barroco. Tras las últimas notas, ya en menor, de El Invierno se escucha una de las mayores ovaciones de la noche.

En el concierto para clarinete y orquesta de W.A. Mozart, para muchos el mayor genio musical de todos los tiempos, Miltos Mumulidas se hace con la partitura de solista, y responde también con una interpretación exquisita. La calidad en la producción de la Orquesta de Cámara de la Filarmónica de Colonia, lleva sin duda el sello templado de las escuelas centroeuropeas, donde estudiar música no es ninguna locura ni una materia de poca importancia.

Tchaikovski no decepciona, pero es el conocido canon de Pachelbel el que pone la guinda al recital. Gran elección. No importa si no se conoce el nombre de la composición, todo los asistentes la tararean para sí mismos, y es esperanzador saber de primera mano que hay en Jerez gusto y criterio musical hacia los clásicos.

La sincera ovación final, durante la despedida de la agrupación se prolongó varios minutos, haciendo especial hincapié en los solistas.

Música gran reserva; lleva siglos encajada entre las líneas de los pentagramas de estos genios alquimistas del sonido. Y el miércoles sonaron tal y como ellos las tararearon hace cientos de años en Viena, Salzburgo, Venecia...

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