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ELSEXTANTEDELCOMANDANTE

El tsunami que viene… pero no todavía

  • Mirando al futuro. La ciencia confirma el riesgo telúrico que corre el litoral atlántico andaluz y aunque otro maremoto puede tardar siglos, las autoridades deberían tomar medidas preventivas

En verano de 2005 formaba parte de una agrupación naval multinacional desplegada en el océano Índico. Con ocasión de un almuerzo oficial en Mascate, capital del sultanato de Omán, me tocó compartir mesa con el presidente de la Autoridad Portuaria de la ciudad, quién se refirió profusamente al tsunami que había azotado la zona un año antes. Viendo el interés que despertaba en mí, al terminar el almuerzo me condujo tierra adentro para mostrarme el casco de un viejo vapor de 5.000 toneladas recostado sobre las calientes arenas del desierto en una depresión unos cinco kilómetros hacia el interior. Y por si no me hubiera impresionado suficientemente, de regreso a su oficina, me enseñó unos periódicos de la época en los que se recogía la magnitud del desastre en términos de cifras y un pequeño recuadro en el que, a modo de prospectiva, dos localidades europeas se disputaban la capacidad de producir el siguiente tsunami en el mundo: el desplome de una montaña sobre el fiordo noruego de Geiranger y la quiebra del volcán de Cumbre Vieja en la canaria isla de La Palma.

La consiguiente búsqueda de información en la red me llevó a escribir una novela: LaSéptimaOla, que obtuvo el premio Nostromo de narrativa marítima en 2008, y hace apenas unos meses, un documental estrenado en los cines españoles con el sugestivo título de LaGranOla volvía a poner de relieve el riesgo telúrico que corre el litoral atlántico andaluz. Un aspecto en el que coinciden la novela y el documental es la poca información -traducida en ninguna mentalización- que se ha proporcionado a los andaluces para que tuvieran las nociones básicas sobre qué hacer y a dónde dirigirse en el caso hipotético de producirse la catástrofe. En las playas del Algarve portugués numerosos carteles anuncian a los turistas las rutas de evacuación en el caso de producirse una ola gigante, sin embargo aquí parece que se teme más el pánico que pudieran causar los avisos o que ante la inquietud que pudieran producir el turista decidiera buscar otras playas. En realidad, hoy por hoy el riesgo es lejano y bastaría con empezar por mentalizar a los escolares en sus colegios para que aprendan a convivir con un peligro potencial que no deja de ser real, aunque en términos de sismología una zona de riesgo puede permanecer siéndolo durante siglos antes de que se produzca algún tipo de manifestación telúrica. Para mi gusto, un déficit del documental es que se alerta de un riesgo en el que coincide prácticamente la comunidad científica al completo, sin advertir de que pueden pasar miles de años antes de que el volcán de Cumbre Vieja llegara a colapsar.

La isla de La Palma tiene forma de punta de flecha apuntando al sur y en el extremo meridional el volcán de Cumbre Vieja se mantiene activo y amenazador, pues, según una teoría objeto de no pocos debates, una erupción volcánica podría calentar el agua que se encuentra dentro del cono produciendo su fractura, algo que ya sucedió en 1949 originando un hundimiento de cuatro metros de la parte sur de la isla. En el caso de una erupción o calentamiento de las paredes de mayor intensidad, hasta tres trillones de toneladas de roca podrían desprenderse al mar, lo que originaría un mega-tsunami de consecuencias catastróficas, muy por encima de las que causó la ola que llegó al suroeste español en 1755 como consecuencia del terremoto de Lisboa.

En un documental de la BBC emitido en el año 2000, dos geólogos anunciaron que la mitad occidental de Cumbre Vieja se había deslizado hacia el océano Atlántico, sugiriendo que este proceso había sido causado por la presión derivada del aumento del magma caliente. La hipótesis establece que en una futura erupción el flanco occidental de Cumbre Vieja podría deslizarse hacia el océano, generando una ola gigante de hasta 900 mentros de altura en origen. Del análisis de las consecuencias efectuado por un importante consorcio de seguros, se desprende la llegada a las costas atlánticas americanas de una ola de hasta 300 metros de altura unas ochos horas después de la fractura, con una penetración en la costa de 25 kilómetros y efectos letales en los primeros cinco, con el resultado potencial de unos cien millones de muertos e incalculables daños materiales. A este lado de las islas Canarias no se han hecho estudios tan meticulosos, pero sólo porque el consorcio en cuestión no tiene intereses comerciales en Europa, lo cual ha llevado a algunos a elucubrar que el tsunami no tendría efectos en nuestro litoral, aunque tampoco faltan los agoreros que pronostican que no sólo tendríamos la ola que nos corresponde per sé, sino otra replicante como resultado del efecto rebote en la costa africana.

Para ser prácticos y puesto que hoy en día podemos pronosticar estas cosas con un cierto margen, lo que nos permite augurar que no sucederá en las próximas décadas ni seguramente antes de un mínimo de cuatro o cinco generaciones, la prudencia aconseja empezar a mentalizar a los más jóvenes para que aprendan a convivir con esta realidad y pueda ser trasmitida de padres a hijos. Mientras tanto, no estaría de más que las autoridades correspondientes comenzaran a adaptar las leyes de la construcción y se crearan las pertinentes vías de escape y evacuación, pues con siete horas de aviso y un plan de emergencia adecuado a las circunstancias de la emergencia, los daños, al menos los personales, podrían minimizarse en gran medida.

De aquí en adelante los debates seguirán suscitándose en todos los ámbitos y el "asunto Cumbre Vieja" seguirá poniendo en circulación innumerables ríos de tinta. La buena noticia es que no va a suceder mañana y que con el paso del tiempo la propia evolución del volcán y los adelantos científicos permitirán a nuestros descendientes situar la emergencia en su justo contexto, pero, entre otras, es una responsabilidad de cualquier generación entregar a la que le sigue una situación ambiental mejor de la que recibieron de sus padres. Esa podría ser la tarea.

Para los más curiosos dejo el enlace a una página de Internet (http://bit.ly/2vSrPSE) en la que se recrean un par de modelos simulados de este tsunami que permitirán al lector hacerse una idea gráfica de cuanto aquí se ha explicado.

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