La Voz Invitada

Ganadería que cuida, ganadería con futuro

  • El experto destaca que el sistema extensivo cuida el entorno y beneficia a toda la sociedad

Vicente Rodríguez Estévez en la dehesa.

Vicente Rodríguez Estévez en la dehesa.

El cambio climático tendrá repercusiones en nuestro sistema alimentario; lo que ya es patente en la ganadería extensiva de las regiones del sur de Europa con clima mediterráneo. El aumento de las temperaturas y la falta de agua, entre otros factores, conducen a primaveras cortas y veranos largos, aumentando la aridez y reduciéndose la producción de los pastos.

Si no se reducen las cargas ganaderas y se mejora el manejo, ante la pérdida de oferta forrajera, se producirá sobrepastoreo, con la consiguiente degradación de los pastos y efectos sobre el suelo que, quedando desnudo, estará más expuesto para sufrir erosión ante los imprevisibles episodios de lluvias torrenciales; lo que empeora aún más este escenario.

La situación obliga a revisar muchas prácticas como, por ejemplo, el abandono de la trashumancia por el empleo de alimentación suplementaria, el uso sistemático de antiparasitarios en lugar de prácticas de manejo y adecuados programas de control, las cargas ganaderas altas condicionadas por las ayudas de la PAC, o la sustitución del pastor por cercas y un pastoreo continuo. La supervivencia de este sistema requiere una revisión profunda para tener una ganadería extensiva sostenible.

Simplificando el concepto, la sostenibilidad implica una doble vertiente, la ambiental y la socioeconómica. En cuanto a la parte ambiental, la producción ganadera extensiva tiene mucho que aportar, pero en lo que respecta a la parte socioeconómica las cuentas no salen. Las explotaciones no son rentables y las ayudas de la PAC se quedan en migajas, y no reconocen los importantes servicios ambientales de la ganadería extensiva. El resultado es que nos vamos quedando sin ganaderos y sin pastores.

Las consecuencias son graves sociocultural y medioambientalmente; baste como ejemplo el reciente incendio de sexta generación que ha arrasado casi 10.000 hectáreas en una Sierra Bermeja que había abandonado el pastoreo.

Es por ello por lo que desde el proyecto europeo LIFE LiveAdapt, financiado por el programa LIFE de la Unión Europea y liderado por la Universidad de Córdoba, en el que participan 8 entidades de distintos puntos de España, Portugal y Francia, hemos lanzado una campaña de marketing para poner en valor los beneficios de la ganadería extensiva, entendiéndose esta como un sistema de producción animal sostenible en el que la alimentación se basa en el pastoreo.

Desconocimiento 

Los consumidores europeos demandan alimentos de calidad y respetuosos con el medio ambiente. Tanto es así que algunos caen en el error de abandonar el consumo de productos animales como una forma de ayudar al planeta y de mitigar el cambio climático. Al respecto hay tanta confusión como desconocimiento y los consumidores ignoran los beneficios ambientales de la ganadería extensiva; que beneficia a toda la sociedad, consuma o no sus productos.

Lo repetimos porque queremos que cale hondo: la ganadería extensiva beneficia a toda la sociedad, consuma o no sus productos, porque es la ganadería que cuida nuestro entorno. Siendo uno de los sistemas productivos que más padece el cambio climático, también es uno de los que más contribuye a su mitigación; porque el sistema en su conjunto fija carbono en suelos y vegetación, y el balance de emisiones llega a ser negativo, aún sin considerar la prevención de incendios. Por eso, un consumidor responsable, que quiera reducir su huella de carbono con la dieta, debe buscar carne, leche y derivados procedentes de la ganadería extensiva.

Pero ¿cómo reconocer estos productos al comprar más allá de los clichés publicitarios? Aquí hay una dificultad, porque no existe un distintivo único que permita identificar inequívocamente a los productos de la ganadería extensiva, pero hay algunos elementos que pueden orientarnos para reconocer los productos de la ganadería que cuida.

En primer lugar, las certificaciones de ganadería ecológica nos garantizan que el producto ha sido elaborado conforme a la normativa europea de producción ecológica en la que se exige un equilibrio con el ecosistema y el consumo de pastos y forrajes.

Raza autóctona

También el distintivo de raza autóctona identifica cualquier producto derivado de razas autóctonas puras que, normalmente, se crían en régimen extensivo, pastoreando nuestros diferentes ecosistemas, que en muchos casos son espacios naturales protegidos que requieren el pastoreo para mantener el equilibrio. En cuanto a la norma de calidad del cerdo ibérico esta ampara cuatro categorías de productos, que van de la producción intensiva hasta la extensiva; solo los productos “de bellota” (identificados con las etiquetas negra y roja) garantizan una producción extensiva con el engorde de los cerdos pastando.

Por otro lado, gran parte de los productos tradicionales ligados a determinados territorios y certificados bajo Denominación de Origen Protegida e Indicación Geográfica Protegida proceden de la ganadería extensiva. No obstante, aunque todas tratan de fomentar este sistema, algunas admiten otras razas y sistemas de cría más o menos intensivos, por lo que es bueno informarse.

Ahí es donde el consumo de proximidad juega un papel importante para conocer la cadena de producción. Gracias a su naturaleza, la ganadería extensiva favorece la biodiversidad y el equilibrio del medio ambiente, lucha contra el cambio climático fijando carbono y previniendo incendios forestales, fija la población rural, aporta identidad territorial, fomenta la economía local, es patrimonio cultural y ofrece productos de alto valor añadido.

Apoyar su futuro

Para esto hay que comprar sus productos, aprovechar el poder de nuestra compra para apoyar su futuro, para que no desaparezcan las ganaderías que nos ofrecen alimentos tan valiosos; porque la ganadería extensiva es, en definitiva, “Ganadería que cuida, Ganadería con futuro”.

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