Un motivo de alegría, para variar, en plena pandemia del coronavirus. Antes del estallido de la crisis sanitaria, los viñistas del Marco de Jerez dieron la voz de alarma ante el temor al presumible recorte de la cosecha por el anticipo de la brotación de la vid. La situación, sin embargo, ha cambiado por completo en las últimas semanas con la llegada de las lluvias primaverales, muy bien caídas para el campo en general, y que espantan los temores del sector del vino a una nueva vendimia corta tras la ya escasa cosecha de la última campaña.
“Con estas lluvias se salva la cosecha, que no va a ser abundante, por el estilo de la del año pasado, pero si no hubiera llovido el desastre habría sido grande para los viticultores, que bastante tienen ya con la falta de rentabilidad del viñedo por los bajos precios de la uva”, asegura Francisco Guerrero, presidente de los viñistas independientes de Asevi-Asaja.
Tras las precipitaciones, que han dejado del orden de 150 litros de media en el Marco, donde se esperan algunos días más de lluvias, con pocas cantidades, pero que suman al fin y al cabo, los viticultores extreman las precauciones para evitar la proliferación de hongos, contra los que han aplicado ya los primeros tratamientos.
De hecho, la cooperativa de Las Angustias se ha hecho eco de los avisos lanzados en las últimas semanas por la empresa Vara y Pulgar, especializada en el asesoramiento de viñas, para prevenir el riesgo de mildiu y oidio.
Luis Mateos, responsable de Vara y Pulgar, coincide con Guerrero en la bonanza de estas lluvias, “que han caído de forma excelente, como hacía años que no se veía en Jerez, lo que ha permitido que la tierra se empape poco a poco y sin que se formen escorrentías”.
Los efectos se aprecian a simple vista en el viñedo, indica Mateos, quien constata que “el pesimismo de los viticultores se ha ido por la ventana y, pese a la brotación temprana, aunque muy desigual en función de los pagos, la viña se ha venido arriba y no ha afectado a la cantidad de uva”.
Al margen de los temores a la merma de cosecha, la brotación de la palomino de forma excepcional a mediados de febrero, con un mes de antelación sobre las fechas habituales, el sector alertó de la posibilidad de un anticipo inusual en el inicio de la recolección, que el Consejo Regulador estimó incluso que podría adelantarse al mes de julio, algo inédito en la historia reciente del jerez.
Esa era la previsión hace un mes, cuando según Luis Mateos, “los datos eran muy malos y el escenario era de tragedia”, y aunque admite que la vendimia podría comenzar a principios de agosto, en línea con la tendencia de los últimos años, señala que “de aquí a la vendimia todo puede cambiar y, como siempre, va a depender del tiempo”, en concreto de las condiciones meteorológicas que predominen en los meses de junio y, sobre todo, julio.
Según el responsable de Vara y Pulgar, "no es ningún disparate pensar en el comienzo de la vendimia el 1 de agosto, aunque si viene un verano muy seco y de mucho levante, puede alterar por completo las previsiones actuales”.
A expensas de lo que ocurra con la cosecha de uva, el sector sigue muy de cerca la actualidad de la crisis sanitaria por el fuerte impacto económico, que en el caso del jerez, guarda estrecha relación con la interrupción de las ventas en el canal Horeca.
“Debido al coronavirus, el problema ahora es el consumo de vino en general, lo que hará que el precio de la uva siga estando muy bajo y que la viña carezca de rentabilidad”, apostilla el presidente de la sectorial de viñistas de Asaja-Cádiz.
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