Jerez

Cinco años sin Ruiz-Mateos

  • El 7 de septiembre de 2015 concluía la peripecia vital de un empresario que llevó a su holding Rumasa a ser el primer grupo empresarial del país, con 65.000 empleados

José María Ruiz-Mateos es agarrado por un policía nacional tras prestar declaración.

José María Ruiz-Mateos es agarrado por un policía nacional tras prestar declaración.

Se cumplen cinco años de la muerte del empresario José María Ruiz-Mateos, el empresario que construyó el imperio Rumasa en la década de 1960 y cuya expropiación en la de 1980 abrió la puerta a una deriva profesional y personal que incluyó escenarios tan dispares como la cárcel y el Parlamento Europeo.

El 7 de septiembre de 2015 concluía en El Puerto de Santa María la peripecia vital de un empresario (Rota, 1931) que llevó a su holding Rumasa a ser el primer grupo empresarial del país, con 250 sociedades y 65.000 empleados en sectores como el agroalimentario, el turístico o el inmobiliario. Entre ellas estaban Galerías Preciados, Loewe, Banco Atlántico, Banco de Jerez y Banca Masavéu, ademas de la cadena hotelera Hotasa y algunos inmuebles singulares como las Torres de Colón (Madrid).

Los años 80 le sorprendieron con la expropiación del holding de la abeja por el gobierno socialista -que decía que estaba en quiebra técnica-, y el Ruiz-Mateos empresario dio paso a un personaje carne de titulares y televisión cuando perseguía al entonces ministro de Economía, Miguel Boyer, al grito de “que te pego leche”.

Los intentos judiciales de Ruiz-Mateos de revertir la situación se saldaron con la ratificación de la legalidad de la expropiación por parte del Tribunal Constitucional, mientras el empresario se transformaba en prófugo, acusado de delitos como fraude a Hacienda o falsificación de documentos, en una huida que le condujo primero a Londres y luego a Francfort, donde fue detenido y extraditado.

Experto en giros inverosímiles, el empresario creó su propio partido político (Agrupación Ruiz-Mateos) y logró ser eurodiputado de 1989 a 1994, lo que le supuso la condición de aforado.

Catorce años de pleitos condujeron a su absolución en 1997 por el Tribunal Supremo; década de 1990 en la que su guión empresarial dio una nueva vuelta de tuerca con la creación de un nuevo holding: Nueva Rumasa, con el que además de alimentarias como Dhul o Trapa entraba en el fútbol con el Rayo Vallecano. La década de 2000 no fue más tranquila, y si en 2005 llegaba a entrar en prisión por el caso de la agencia de viajes Mundo Joven (aunque en apenas días logró el tercer grado por su edad y estado de salud), en 2009 lanzaba una emisión de pagarés que en realidad era una financiación piramidal.

En 2011 no sólo las compañías se declararon insolventes, sino que vendió la mayoría de las empresas por un euro cada una al grupo Back in Business, de Ángel de Cabo, condenado por el caso Viajes Marsans. Un año más tarde, con la familia fracturada en dos bandos, sin contacto con su mujer y con su demencia senil marcando sus intervenciones públicas, la Justicia iniciaba embargos y pesquisas para saber qué fue de los 300 millones de más de 5.000 inversores, de un grupo que contaba con testaferros y cuentas en paraísos fiscales.

El clan Ruiz-Mateos vio cómo sus hijos Pablo, Alfonso, Álvaro y Javier recibieron sendas condenas y multas por delitos como fraude contra la Hacienda Pública, alzamiento de bienes o impago del IVA; su hijo José María y su nieto Francisco Javier fueron condenados a abonar 92 millones a los acreedores de la sociedad emisora de los pagarés de Nueva Rumasa.

Ruiz-Mateos volvería a la cárcel en junio 2015; una única noche tras la que ingresó en el hospital en un relato judicial, periodístico y policial propio de la idiosincrasia de un empresario que en incontables veces rehusó comparecer ante la Justicia, huyó disfrazado de la Audiencia Nacional, recorrió Europa fugado y compareció públicamente vestido de preso (o de chulapo, de Superman, con capote de torero...). Casado desde 1958 con Teresa Rivero y padre de trece hijos, la familia despidió el 7 de septiembre de 2015 a su inclasificable patriarca, que en el último giro inverosímil de su existencia fue inhumado en 2017 para hacer una prueba que le confirmó como padre biológico de Adela Montes de Oca.

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