Cartel de la exposición.
Tres grafistas que plantean la utilización del papel como base para el diálogo, “otorgándole un protagonismo especial, en una época en la que su uso se ha visto reducido en beneficio de los medios digitales”.
Tres mujeres que desgranan un discurso polifónico, dispar y, sin embargo, de una coherencia inusitada, reflexionando sobre el caos, la incertidumbre, la tensión y el orden, sugiriendo la grafía como forma de representar el sonido. Sin palabras.
Tres universos que investigan la vieja dicotomía del vacío frente a la solidez representativa, lejos de los planteamientos de otras geniales incursiones como las de Chillida o Tapies, aportando nuevos enfoques que nos llevan a disfrutar de tres interpretaciones sobre la ausencia.
La primera de estas artistas, Bárbara Shunyí, de reconocida trayectoria y conocida por su vecindad, parte del sentimiento de pérdida para generar una especie de retrato familiar interior, llegando a la armonía a través de la simetría, “armando y organizando los recuerdos”.
El fortuito y perturbador encuentro de una serie de radiografías precipita sus reflexiones técnicamente sublimes y entrañablemente reveladoras, dejando una huella indeleble.
La segunda, Carmen Isasi, es una artista multidisciplinar que nos explica que para ella el Dibujo es “la técnica artística más directa para registrar el pulso vital, el acontecer del momento”. El papel como soporte para el registro de “la huella que deja la herramienta que la mano sostiene” se convierte en este proyecto en innegable protagonista generador de relaciones que confluyen en la representación desde diferentes perspectivas vitales.
Sostiene que es bien distinto decir que “aquí no hay nada” a decir “aquí hay la nada”, como defiende Chantal Maillard en 'Apuntar al blanco. El vacío y su representación' (2009).
La tercera artista participante es Noni Lazaga, doctora en Bellas Artes, cuya visión del mundo e interés por la dualidad Oriente-Occidente hace que llene el espacio de ausencia 'Cruzando la nada'. Asevera que el papel dibuja el vacío y la forma se confunde con el fondo con un trazo que fluye, acuoso, como la “sangre de tinta” en un acto infinito que se vuelve invisible, “manifestando lo que no se ve”, es decir, la ausencia de nuevo.
Nos enamora su ‘Cuadro con No pintura y Vacío con línea atrapada en papel nº 3. Fibra de kozo y bastidor de madera’, donde “la línea contiene todas las caligrafías comprimidas”, escapándose y precipitándose al vacío.
No se pierdan esta exposición sobre papel. “Papel que perdura. A veces fino, casi transparente, como piel que envejece, y fuerte como el árbol del que procede”.
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