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Patrimonio

Pasen, vean y lean

  • Los propietarios de la casa de la calle Porvera, 53 llevan a un libro la historia de la rehabilitación de la vivienda

  • Una obra cargada de anécdotas, desde el siglo XII

Jesús M. Zulueta, uno de los dueños de la casa junto a Belén Fernández, en la primera planta.

Jesús M. Zulueta, uno de los dueños de la casa junto a Belén Fernández, en la primera planta. / Pascual (Jerez)

“Aquí se encuentra mi casa. Es una calle hermosa. Las jacarandas de cada lado dan al espacio un aire cavernoso de color violeta que sirven para aliviar los calores del verano... En el confinamiento, mi perrita Vega y yo éramos unos privilegiados por poder caminar arriba y abajo por esta calle”. Así comienza el capítulo ‘Por-vera, ¿perdón?’ del libro ‘Casa Porvera. Su historia y otras cosas’ de Jesús M. Zulueta. Una obra que relata y retrata la rehabilitación de una vivienda en el número 53 de esta vía, cuyas escrituras datan de 1885, aunque probablemente se habría levantado antes, quizás en el siglo XVIII. Está protegida patrimonialmente por conservar restos de la muralla de la ciudad, barbacana, torreón de mediados del siglo XII y por ser ejemplo de caserío popular. Sus dueños explican orgullosos (su trabajo ha costado, y casi la ruina) su recuperación.

Es una obra en la que su autor no describe la casa, la cuenta, ya que su hogar guarda muchas historias. Y doy fe. Los detalles nos van deteniendo a cada instante. Los recorremos. Desde la misma puerta de acceso a la vivienda, realizada en cerezo, los azulejos de Manises de los siglos XVIII y XIX del recibidor, las escaleras, la cocina, los dormitorios... hasta la azotea.

El libro, que está disponible en formato ebook y físico en Amazon, tiene su origen en un blog en el que los propietarios de la vivienda iban contando el proceso de rehabilitación, así como las historias que guarda. Una propuesta en redes que tuvo aceptación y que ahora se plasma en ‘Casa Porvera’.

Cada capítulo se inicia en algún objeto de la vivienda o parte de su estructura, y luego va derivando a cosas más heterogéneas. Una obra que tiene mucha parte de historia, arquitectura, hasta de los propios moradores que han ido pasando por ella, y de los actuales, claro. “Cuando empecé a escribirlo, mi idea era desarrollarlo más por una línea espacial que cronológica. Es decir, desde la montera, la fachada, la puerta, el patio, los dormitorios, la cocina... Y así recorrerla, contarla paseando”, apunta Jesús, que utiliza en el libro un tono muy ameno, con numerosas anécdotas y apuntes históricos curiosos.

La casa llegó a tener hasta cinco viviendas en sí, con el uso de partes comunes como cocina y baños. Es precisamente uno de los baños el protagonista, “más grande que el dormitorio, aunque originalmente iba a ser la mitad, pero apareció un arco que se muestra en todo su esplendor. La encimera la hicimos con retales sobrantes de las vigas”.

El dormitorio de matrimonio está ubicado en la parte superior de un torreón de la muralla. La pared que se conserva mejor se ha dejado a la vista y las otras, en estado bastante inestable, hubo que protegerlas con doble pared después de restaurarlas y darles un tratamiento para su conservación. Al fondo han colocado parte de un decorado como cabecero para evitar que caiga arenilla sobre la cama, a la espera de instalar un metacrilato que cubra todo el lienzo.

También se entremezclan relatos personales de una casa que tiene hasta su propio fantasma. Una mujer, que de vez en cuando se muestra, sobre todo, en uno de los dormitorios. Y aunque el autor no quiere entretener al lector de los datos históricos y patrimoniales realmente importantes de la casa, no se resistió a dejar uno de los últimos capítulos para contar la historia de esta ‘presencia’.

Arriba, abajo, a los lados. Están ahí siempre, los detalles. Con forjados y vigas originales, incluso algunas conservan su color, el azul, en una gama que va desde el turquesa al índigo o al añil. Han encontrado hasta canalizaciones de terracota pintadas de gris con el objeto de que parecieran metálicas, más actuales.

No faltan los suelos hidráulicos, salpicados a modo de alfombras por toda la casa, muros y paredes originales que fueron construidos con gran virtuosismo y que ahora sus propietarios han sacado a la luz. Los patios también llenan de vida las estaciones de esta familia, que van alternando, según la temperatura, uno u otro. Pero siempre tan bien...

Un perro y dos gatos (uno de ellos es del tamaño de un tigre) viven la casa como reyes. Se tumban aquí y allí, ajenos a la historia que habitan. “Estamos –concluye Jesús– muy a gusto todos, nuestros hijos, nosotros, ellos (señala a los animales). Y, aunque sabíamos que aquí estaba la muralla y el torreón, no sin embargo la barbacana (fortificación que se encuentra delante de la muralla), que apareció con la obra y que se reparte por algunas zonas”. Lienzos muestran detalles del paso del tiempo, como una grieta que pudo ser provocada por el terremoto de Lisboa de 1755.

Aún quedan cosas por hacer en la casa. Poco a poco. “La cuestión es que los presupuestos se dispararon, a punto estuvimos de ir a la ruina, pero lo conseguimos. Y a la pregunta de si lo volveríamos a hacer... Hummm, no sé. ¿Tú qué dices, Belén?, ¿lo haríamos otra vez?”.

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