González Byass estrena su nueva bodega en Rueda

González Byass completa su desembarco en Rueda. Tras el lanzamiento en 2015 de Beronia Rueda, su primer verdejo blanco, la firma jerezana anuncia la materalización del proyecto de construcción de una bodega propia en la Denominación de Origen castellano leonesa, que presenta como en el que se conjugan armonía y equilibrio a través de un diseño respetuoso con el medio ambiente.

La nueva bodega, obra del arquitecto Gonzalo Tello, se integra en el paísaje. Sus gruesos muros de hormigón y el semienterramiento de la zona de elaboración provoca una baja inercia térmica entre el exterior y el interior, asegurando una temperatura constante muy valiosa en el almacenamiento y conservación de los vinos blancos.

La disposición de la bodega también permite el aprovechamiento de luz natural a través de grandes ventanales y posee un sistema de iluminación LED y sensores, que gradúan la intensidad de la luz según la luminosidad. Además, cuenta con una caldera de biomasa, donde se llevan todos los restos de la poda para generar agua caliente y calefacción.

La bodega cuenta con 65 hectáreas de viñedo propio repartidas en dos fincas plantadas en 2016. La finca El Torreón, con un suelo con mucho aluvión del Duero y betas de caliza, aporta mineralidad al vino. Por su parte, La finca La Perdiz, en la que se sitúa la bodega, cuenta con 25 hectáreas de las que 5,5 con una disposición de espaldera convencional que da como resultado vinos de alta expresión elaborados a partir de ensamblajes únicos.

En la bodega, dotada además de la última tecnología, conviven depósitos de acero inoxidable y de hormigón en forma de tulipa, dos materiales nobles empleados para la fermentación de Beronia Verdejo Rueda. El acero inoxidable otorga frescura y el hormigón, calidez. Estos procesos se complementan con la aplicación de otras técnicas innovadoras para la obtención de vinos complejos y singulares.

Es el caso de Beronia Rueda 2017, resultado de dos elaboraciones distintas, con uvas de la misma viña, procedentes de dos vendimias: una más temprana y otra tardía. El fruto de este peculiar proceso de elaboración, que busca una explosión de aromas y una mayor concentración y complejidad en boca, es un vino de gran intensidad aromática, a la vez que fresco, sabroso y elegante con un suave toque de amargor final, característico de la variedad Verdejo.