Muchos jerezanos se han percatado en los últimos días del inicio de la campaña remolachera por el intenso y molesto olor que se desprende de las labores de molturación del cultivo en la azucarera del Guadalete en Jerez, la única que queda en funcionamiento en la zona sur, donde la recolección se inició este año a mediados de junio. El olor se percibe especialmente en los días en los que soplan vientos de componente sur.

Las siembras de remolacha se han visto afectadas esta campaña por la escasez de precipitaciones caídas en el otoño-invierno, lo que ha provocado retrasos y una merma importante de la superficie, reducida a unas 7.000 hectáreas en el conjunto de Andalucía, del orden del 9% menos que en la anterior.

El desarrollo del cultivo ha estado marcado por la sequía y las restricciones al riego, tanto en el Bajo Guadalquivir como en la cuenca del Guadalete, las dos principales zonas de producción.

La campaña tiene una duración prevista de unos 40 días, por lo que se prolongará hasta finales de julio en las parcelas de siembra más temprana, localizadas en secano y en las de riego más afectadas por la sequía.

Sensible merma de la superficie de siembra

La zona sur ya sufrió la campaña pasada una sensible reducción de la superficie de siembra en Andalucía, en concreto del 13%, hasta las 7.715 hectáreas, motivada por la falta de agua y el incremento de los costes. El recorte de las siembras se concentró en el secano, al que correspondieron 3.520 hectáreas y casi un millar menos que las alcanzadas en la campaña 2021-2022, mientras que el regadío rozó las 4.200 hectáreas, unas 240 menos.

El aforo previsto por Azucarera para la campaña anterior fue de algo menos de 450.000 hectáreas, del orden del 17% menos que las 540.000 toneladas con las que se cerró el año 2021.

Ante la previsible reducción de la producción esta campaña, Azucarera lanzó en otoño, coincidiendo con la fecha habitual del inicio de las siembras, una oferta extraordinaria por la que anunciaba el pago de 60 euros por tonelada tipo a las primeras 3.000 hectáreas contratadas en Andalucía antes del 4 de noviembre. A este importa se suman otras ayudas que lleva aparejadas el cultivo, como la ayuda asociada, la agroambiental y los ecoesquemas fijados en la nueva PAC.