Juan José Padilla da respuesta a las graves acusaciones de Manuel Perera
Mantuvieron relación de apoderamiento hasta la alternativa del joven extremeño, que asegura que fue maltratado por el espada jerezano quien además le vació la cuenta.
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El matador de toros jerezano Juan José Padilla ha dado respuesta a las graves acusaciones vertidas por quien fue su poderdante, el matador de toros Manuel Extremeño en un periódico de ámbito nacional en el que Perera acusa a quien fue su apoderado desde novillero hasta que tomó la alternativa en La Maestranza de maltrato y de que le vació la cuenta.
El joven espada, en la entrevista enumera que es hijo de una familia desestructurada, que su madre estaba enferma, que fue acogido por otra familia, que sufrió acoso en el colegio, un accidente de tráfico con secuelas de placas de titanio en el cráneo, perdida parcial de visión, una gravísima cornada en 2021 en Vistalegre y un cuadro depresivo.
Perera afirma que el torero le trató mal, que le hizo sentirse "como una mierda" y que por ello sufrió bulimia nerviosa y recayó en la depresión. Por último sostiene que Padilla le despojó de 30.000 Euros vaciando su cuenta en un banco de Sanlúcar.
Padilla ha remitido a este medio una nota en la que comunica que "Ante las desafortunadas declaraciones que Manuel Perera ha realizado al diario 'El Mundo' con fecha de 7 de marzo de 2023 en las que vierte graves acusaciones contra mí, debo aclarar algunas cosas:
"Quiero dejar constancia de mi profundo pesar por toda esta situación y supongo que algo grave le afecta a Manuel para llegar a afirmar cosas que los documentos, la gente que nos ha rodeado a lo largo de nuestra relación y los propios hechos desmienten. Mi forma de ser me impide sentir rencor u odio, pero esta situación me entristece mucho.
Es especialmente doloroso que diga que le he "vaciado la cuenta". Al margen de lo irresponsable que es afirmar eso en un periódico, desde el punto de vista penal, quiero decir con rotundidad que es simplemente falso. Los extractos bancarios y las liquidaciones de cada una de las actuaciones lo desmienten.
Quiero también dejar constancia de no haber percibido nunca ninguna comisión por mi trabajo. Tras veintinueve años de matador de toros, una gestión razonable del fruto de mi esfuerzo y unos valores que llevo grabados a fuego en el alma, puedo afirmar con toda humildad que, ni por esa cantidad ni por ninguna otra, por más ceros que tenga, echaría a perder el privilegio de poder mirar a la cara a todo el mundo con la limpieza y el respeto que no se han tenido conmigo.
Respecto a la presión ejercida sobre él y los posibles malos tratos o actuaciones de carácter ofensivo que me imputa, creo que se equivoca; aunque, aquí, todo es opinable.
Me explico. Es él quien acude a mí para hacerle superar los enormes retos que plantea esta profesión. Jamás le exigí algo que no me haya exigido a mí mismo. Es más, he sido mucho más indulgente con él de lo que lo he sido conmigo. Lo que afirmo ha dejado huellas en todo mi cuerpo que hablan, por sí mismas, del camino que espera a cualquiera que elija la carrera de torero. Me he podido equivocar en muchas cosas, pero no he tenido otro horizonte que el de hacerle llegar a la cumbre de una profesión extremadamente dura, pero también, la más bonita del mundo.
Siempre he sabido ver el enorme talento que tiene Manuel, así como su gran problema. He tratado de potenciar sus virtudes y limar los defectos. He puesto mi casa, mis recursos y los de todos aquellos que sienten respeto por mí a su disposición para ello, incluida la ayuda médica necesaria. Parece que no ha sido suficiente.
Lamento profundamente todas las declaraciones de Manuel y siento en el alma tener que salir al paso de ellas, pero no puedo permitir, bajo ningún concepto, que mi nombre se vea empañado ni como torero ni como persona. Conozco bien el peso de la responsabilidad –siempre personal, no ajena–, el dolor y el sufrimiento que llevan aparejados esta profesión. Quiero pensar que todo este sin sentido es fruto de ello.
No puedo dejar de sentir afecto hacia este torero, un afecto que también le expresó mi familia en los largos períodos en los que convivió en nuestra casa. Todos nosotros le deseamos la mejor de las suertes. Espero que le vaya muy bien y que pueda recapacitar y enderezar su camino". Concluye el torero de Jerez.
Nadie puede ser condenado sin ser oído, salvo en las redes sociales
El viejo principio de que nadie puede ser condenado sin ser oído rige en todas partes menos en las redes sociales donde Juan José Padilla ha sufrido lo que se viene llamando “pena de telediario”. No solo los habituales desahogados anónimos que pueblan este nuevo foro que nos inclina ante el móvil, sino incluso no pocos aficionados opinadores con nombre, apellidos y foto, se han apresurado a condenar a Juan José Padilla.
Para condenar a alguien por tan grave acusación, que además se acompaña de las secuelas de bulimia nerviosa y depresión, que son lesiones y muy graves, con el añadido de un hurto de 30.000 Euros, habría que mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar y convertir la noticia en sentencia. Todo el mundo sabe –por educación– que el que acusa tiene que probar los hechos y que el acusado goza de la presunción de inocencia. Esa educación es una cualidad que siempre ha sobrado en el mundo del toro pero que se está echando mucho de menos en el tendido de las redes sociales. Padilla y Perera se arreglarán, se ignorarán o acabarán en el juzgado, pero no es momento de abroncar a nadie.
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