Jerez

La Real Escuela, andaluza y más internacional que nunca

  • Las señeras instalaciones de Duque de Abrantes acogen unos cursos de tecnificación a los que acuden jinetes de todas partes del mundo para perfeccionar su técnica

Patricia Munley lo mira todo con una mezcla de fascinación e ilusión infantil a pesar de sus 49 años. Intenta captarlo todo con su cámara digital, de la cual no se desprende, para poder presumir de su estancia en Jerez una vez regrese a su Escocia natal.

Nos encontramos en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, santuario del caballo en nuestra ciudad. En estos días hay una mezcla de acentos en los picaderos, en las cuadras, en las diferentes instalaciones de esta señera institución. Y es que durante dos meses se desarrollan en la escuela unos cursos de tecnificación a los que acuden jinetes de todo el mundo, tanto expertos como de un nivel más básico, para perfeccionar y aprender nuevas técnicas. Lo hacen con caballos de pura raza española y con maestros de gran talla, entre los que se encuentran Ignacio Rambla o Rafael Soto, que entre los dos suman cinco participaciones en Juegos Olímpicos y otros tantos campeonatos del Mundo. Entre su mayor logro se encuentra la medalla de bronce por equipos conseguida en los Mundiales Ecuestres de Jerez 2002.

Si bien en los comienzos de la Real Escuela los cursos duraban un mes y se hacían en verano, de unos años para acá se han acortado a dos semanas para poder dar la oportunidad a más personas de poder recibir clases. Además, se ha cambiado de estación, del verano al invierno, ya que en julio y agosto la gran cantidad de espectáculos, tanto en Jerez como fuera de nuestra ciudad impide que se puedan realizar. A estos cursos puede acceder cualquiera que tenga un nivel mínimo de equitación.

"Para mí, estar aquí es un sueño hecho realidad", comenta Patricia, que se enamoró de Jerez y sus caballos durante una visita a la Feria, aprovechando su estancia para presenciar también el espectáculo de la Real Escuela, de la que se quedó "fascinada". Con posterioridad, arribó a Sevilla, donde estuvo dando clases en un centro hípico. Una de las actividades consistía en una visita a la Real Escuela. Tras ver otra vez el espectáculo y volverse a quedar prendada de cómo bailan los caballos en nuestra tierra, tuvo la oportunidad de conocer a Rafael Soto, quien le habló sobre los cursos de tecnificación. Patricia, lógicamente, no se lo pensó dos veces.

Karin Borg es otra de las alumnas de estos cursos. Nacida en Gotemburgo, esta sueca de 35 años aparenta bastantes menos de los que tiene realmente. Ella, a diferencia de Patricia, sí tiene más experiencia a lomos de un caballo ya que de hecho trabaja en un centro hípico de Sevilla como guía ecuestre y profesora, casualmente el mismo al que acude Patricia. Karin relata que quiere perfeccionar su técnica, y qué mejor sitio para hacerlo que en Jerez, en las instalaciones de Duque de Abrantes. Para Karin, la oportunidad que se les brinda "sólo pasa una vez en la vida".

Aunque por su profesión y su estancia en Sevilla ya había oído hablar de la Real Escuela, Karin señala que en Suecia no es muy conocida. "Se oye más hablar de la Escuela de Equitación de Viena, sin embargo sí se conoce la fama de España como una de las cunas de la alta escuela".

Lo que más aprecian los alumnos que se acercan hasta Jerez es, además del nivel de sus profesores, de la posibilidad que tienen de montar unos caballos que no se encuentran en ninguna parte del mundo. Patricia señala que en Escocia hay buenos caballos, pero no son sementales, suelen ser yeguas o machos castrados. "Son caballos más difíciles de montar y la gente allí sufre con ellos. Con los caballos españoles no pasa esto, porque es una raza muy noble", afirma.

Las jornadas en la escuela son muy completas. Comienzan temprano, a las ocho de la mañana, y se prolongan hasta las dos de la tarde. Se alternan clases teóricas con prácticas en las que se hace trabajo a la cuerda, a la mano, doma vaquera, cambios de pié, 'piaffer' y 'passage', entre otras actividades en las que también se incluye el manejo de enganches. "Es un curso muy bien programado y muy divertido en el que todo el mundo lo pasa muy bien y que les ayuda a sentir cosas que normalmente no pueden sentir con otros caballos tan preparados como los de aquí".

Karin y Patricia tienen claro con qué se quedarán una vez finalicen el curso. "Me quedo con todo lo que he aprendido y con la clase de caballos tan maravillosos que he podido trabajar", admite la sueca. "Yo me quedo con todo", señala rotunda la escocesa.

Rafael llama a sus alumnas. Su aventura sigue en una Real Escuela jerezana, andaluza, y más internacional que nunca.

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