Estamos ante una bellísima obra que descubre un edificio pintado sobriamente, sobre un fondo neutro en el que se adivina mínimamente unos signos y unas líneas gráficas que sólo acentúan la poderosa realidad de la construcción. La mirada recoge la visión exacta de una arquitectura con claros perfiles geométricos. El artista ha huido de toda escenografía; no existen elementos que distorsionen la contemplación rigurosa del edificio, no hay espacios escénicos ni urbanísticos, tampoco encontramos la presencia humana. La obra aparece en toda su magnitud arquitectónica. El pintor se ha convertido más bien en un dibujante que transcribe un proyecto constructivo. Las grafías blancas, iluminan escuetamente la obra y acentúan ese matiz de proyecto de arquitectura que parece definir el momento final de su ejecución en el estudio.

Daniel Bilbao pinta la realidad con una gran economía de medios artísticos, consiguiendo, no obstante, la definición total y absoluta del modelo representado. Se trata de un edificio de Viviendas Sociales construido para la Zona Sur de Jerez por el arquitecto sevillano Javier Terrado. La obra nos sitúa prácticamente ante la visión perfecta de una mesa de arquitecto donde sobresale un proyecto terminado y listo para ser ejecutado. Existe una clara vocación de horizontalidad. Todo está sujeto a varias líneas paralelas que potencian tal visión. La sucesión de terrazas aumenta dicho sentido y garantiza una marcada linealidad, rota mínimamente por los elementos sustentantes en vertical. Los dos pisos se disponen en medio de un gran zócalo que se levanta sobre el nivel, en rampa, del suelo y sobre otra línea horizontal en un ático, también vertical y con una sucesión de ventanas o vanos. El conjunto se corona con dos zonas destinadas a las aberturas de los ascensores y otros elementos estructurales.

La pintura hace un sentido homenaje a la arquitectura racionalista y a los grandes diseñadores de espacios urbanos modernos. El artista parece sentirse atraído por el trabajo de los grandes arquitectos de la primera mitad del siglo XX, especialmente por los de la Bauhaus, por Mies Van der Rohe y por aquellos, que como Javier Terrado, siguen la estricta línea racionalista, con sus frías pero apasionantes geometrías donde parece que el silencio muestra su inquietante potestad. Por eso, Daniel Bilbao no pinta el edificio ya construido y en pleno uso existencial; le interesa más el proceso de diseño, una dimensión más íntima y silente. Así nos encontramos la obra como si, todavía, estuviera en el tablón de trabajo del arquitecto; con sus cotas y elementos definitorios del trabajo realizado.

Estamos, pues, ante una bella obra figurativa, con la realidad expuesta magníficamente para que desarrolle todo su sentido ilustrativo, a la par que proporcione otros valores que acentúen lo real pero otorgándole una posición totalmente distinta a la que habitualmente se ofrece.

Consideraciones didácticas para alumnos

Para una mayor comprensión de esta obra de Daniel Bilbao sería oportuno conocer los conceptos de ARQUITECTURA RACIONALISTA y BAUHAUS. Pudiendo, los más interesados, buscar información sobre arquitectos como MIES VAN DER ROHE, LE CORBUSIER o el propio JAVIER TERRADO. También sería interesante poder contemplar físicamente la obra representada.