Vendimia nocturna con denominación de origen

Las cosechadoras mecánicas recogen la uva de noche para evitar el calor Las viñas de González Byass enfilan su segunda y última semana de campaña

Vendimia nocturna con denominación de origen
Vendimia nocturna con denominación de origen
J. P. De Cosa Jerez

25 de agosto 2013 - 01:00

La vendimia vuelve a hacerse protagonista de una noche con denominación de origen. El curso de la recogida de la uva continúa su ritmo habitual con un balance positivo en comparación con el pasado año, gravemente afectado por la sequía que azotó a la agricultura.

Salvador Guimerá Gijón, ingeniero agrónomo de las viñas González Byass desde hace una década, asegura que "se prevé un crecimiento exponencial de la cosecha que llegue hasta las 9.000 toneladas, en contraposición a las apenas 7.000 toneladas del pasado año, ya que ha sido un buen año para la vid".

La recolecta de la uva, que apenas ocupará dos semanas, ha sufrido en los últimos años una transformación tecnológica sin precedentes. Las antes innumerables cuadrillas de vendimiadores llegados desde localidades cercanas como El Cuervo, Arcos o Lebrija, se han visto reducidas drásticamente. La rentabilidad de las viñas hacía aguas porque, "el precio de la uva estaba por los suelos, aunque ahora empieza a recuperarse". Salvador Guimerá, resalta que "lo que no podemos hacer es invertir en una logística cada vez más sofisticada y no tener claro si sacaremos unos beneficios que compensen el trabajo realizado".

El sector, necesitado de una remodelación, similar a la que se viene produciendo desde la Revolución Industrial, nota los cambios de la utilización de máquinas de recolección en sustitución de la mano de obra tradicional que tanto caracteriza a la región.

Es por ello que cada vez menos personas buscan trabajo dentro de las viñas. La concienciación en torno a la situación del sector es algo ya conocido. Algo que no evita que se sigan contratando personas encargadas de la revisión y mantenimiento de las máquinas, o del seguimiento del trabajo realizado, encargados de evitar el daño en las viñas.

Salvador sabe que "es un trabajo complicado", pero señala el aliciente de trabajar por las noches, pues "se mantiene el ritmo de cosecha en unas condiciones muchos más apropiadas y facilita unos resultados positivos".

El calor es el mayor enemigo en estos momentos. Las altas temperaturas dificultan que se pueda jornalear en unas condiciones apropiadas. El incremento de trabajo durante las noches aparece como la mejor respuesta hacia el problema planteado. La vendimia iluminada por la luna no ofrece más que ventajas, sobretodo cuando hay el volumen de uva tiene un incremento del 30%, gracias a las pasadas lluvias.

Aunque se hayan vertido críticas en torno al daño estructural de las viñas tras el paso de las cosechadoras mecánicas, la realidad es otra. Los avances procuran un trato de gran sensibilidad hacia las plantas por parte de las máquinas, que ofrecen una efectividad indiscutible. Sólo en el caso de las viñas más antiguas, por motivos de la poca altura de las cepas, se recurre a la recolecta tradicional hecha 'a mano y espuerta'.

En las fincas de González Byass operan máquinas utilizadas tanto para la recogida de las uvas 'palomino', destinadas al 'Tío Pepe' y el resto de vinos de Jerez de la bodega, como para la recogida de la aceituna en diferentes olivares. Dualidad de funciones que demuestra la optimización de los recursos por parte de las bodegas en una planificada visión de futuro. "Tenemos cerca de 400 hectáreas, que llegan hasta las 900 con las viñas ajenas contratadas. La prioridad es ante todo conseguir que los plazos se cumplan sin volvernos locos", asegura el responsable de viñas de González Byass.

Sobre la humareda de polvo que queda tras el paso de las cosechadoras, la tranquilidad lo invade todo. Salvador Guimerá supervisa la jornada caminando entre cepas, conversando con los distintos empleados y asegurándose de que todo vaya por buen camino.

"Hay que tener cuidado de que las máquinas no arranquen ramas de gran tamaño. Como vamos poco a poco, sin prisas, es muy fácil evitar que se estropeen" asegura uno de los trabajadores, que confirma los beneficios de la nocturnidad en la recogida, "ya que durante el día el sol recalienta los motores y hay que estar parando muchas más veces, mientras que a estas horas todo va como la seda ".

El negro de la madrugada queda cubierto por el manto verde de la uva aún sin arrancar cuando la luz se posa sutilmente sobre las viñas. Un escenario que huele a añejo, a tiempos pasados, en el que cambian los métodos, pero no el producto.

Con todo, es la organización el factor que mayores quebraderos de cabeza aporta. Desde el momento en que se empiezan a alquilar las máquinas y a seleccionar el personal comienza la imperturbable marcha atrás, que "si bien no es motivo de preocupaciones por su complejidad, sí lo es cuando surgen las averías o la falta de personal, como pasaba antes cuando llegaban ferias o o fiestas regionales".

En el mundo de la uva prevalece el carácter castizo de quien ha vivido los entresijos de una realidad muchas veces olvidada. Y al caer el sol, un ejercicio de reflexión en torno al ciclo de la vida lo envuelve todo, mientras en la quietud del silencio retumba el continuo traqueteo de la modernización de una cultura.

El tráfico de camiones comienza al acabar la jornada, ya que esperan a las primeras luces para dirigirse al lagar, esquivando el calor que pueda alterar la uva hasta avinagrarla. La recogida echará el cierre a mediados de la semana próxima, y volverá como cada año, cuando comience el calor estival.

Mientras tanto, la luna será el candil que ilumine el esfuerzo de quienes, escapando del calor sofocante, cosechan en denominación de origen la esencia de esta tierra. Sólo queda la noche, noctámbulas miradas y amplias hectáreas de cultivo, formado en espaldera, vírgenes de perlas.

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