La Asociación Jacobea de Jerez 'Sharish' sigue completando etapas de su 'Camino de Santiago, Camino integrador'

Mujeres mastectomizadas, con enfermedades crónicas y víctimas de la violencia de género, forman parte de esta nueva edición del Camino

La Asociación Jacobea de Jerez 'Sharish' completa la primera etapa entre Monesterio y Fuente de Cantos

Imagen de la Etapa 3 del Camino.
Imagen de la Etapa 3 del Camino.

Los integrantes de la tercera edición de 'Camino de Santiago, Camino integrador' de la Asociación Jacobea de Jerez 'Sharish', y formado por varias mujeres mastectomizadas, con enfermedades crónicas y víctimas de la violencia de género, continúa completando etapas. La tercera jornada amaneció entre cielos despejados y el aire suave de la campiña extremeña. Desde Fuente de Cantos, las peregrinas reanudaron su marcha hacia Zafra, una de las etapas más hermosas del recorrido por la Vía de la Plata.

Otra etapa llana; han seguido largas y cómodas pistas de tierra por la llanura cerealista, cruzando algún arroyo. El camino serpentea entre olivares, vides y campos de labor, con amplias vistas que acompañan cada paso. La tierra rojiza, el rumor de los pájaros y la luz dorada del mediodía dibujan una estampa serena, casi contemplativa. El grupo avanza unido, con un ritmo pausado que invita a la reflexión y al disfrute del paisaje. Han atravesado dos localidades intermedias, Calzadilla de los Barros y Puebla de Sancho Pérez.

Zafra es una ciudad relevante en el ámbito cultural, con monumentos y lugares como el alcázar-palacio de los Duques de Feria, la colegiata de la Candelaria y las agradables plazas Grande y Chica.

Las conversaciones de la víspera se transforman en confidencias y complicidades. A estas alturas, ya no hay desconocidas: el Camino ha tejido su red invisible de apoyo y ternura. Algunas mujeres comparten vivencias duras, otras sonríen en silencio mientras miran al horizonte; todas sienten que algo dentro de sí se ha aligerado.

La llegada a Zafra es un regalo para los sentidos. La ciudad recibe a las peregrinas con el encanto de su plaza porticada, la solemnidad de la Iglesia de la Candelaria y la serenidad del Convento de Santa Clara. Entre sus calles empedradas se respira historia y devoción.

En el punto de descanso, la emoción se mezcla con la gratitud. Tres días de camino, tres días de aprendizaje. La fatiga es real, pero más lo es la sensación de plenitud.

Zafra marca el ecuador del recorrido, y cada mujer sabe que ya no camina igual que el primer día: el Camino ha empezado a habitar en ella. “El Camino no termina al llegar: comienza dentro de quien lo ha vivido".

Otra imagen del Camino.
Otra imagen del Camino.

ETAPA 4 – ZAFRA → VILLAFRANCA DE LOS BARROS

La cuarta jornada del 'Camino de Santiago, Camino Integrador que Ayuda y Sana (3)' amaneció desapacible, con cielos que poco a poco se iban cubriendo de nubes que amenanzaba, tal como indicaba la meteorología, fuertes lluvias en esta etapa, pero aún así, era más la ilusión que el temor a mojarse.

Las piernas pesan un poco más, pero el corazón late más fuerte. A estas alturas, el cuerpo ha aprendido el ritmo y el alma se siente en casa.

El inicio del camino se vuelve cuesta arriba cuando han de ascender por un largo trecho el Alto de San Cristóbal que con sus pinares en el alto hicieron más amena la dura subida por la belleza del entorno.

Como se suele decir “no hay cuesta arriba, sin su cuesta abajo” y así una empinada bajada les condujo hasta Los Santos de Maimona, donde aprovecharon para descansar y coger aire, sin perder sus sonrisas en sus rostros fatigados.

Ya a la salida de la localidad el camino se abrió entre viñedos, olivares y campos con sus tonalidades rojizas, amarronadas, ocres, grises y blancas. Un paisaje amable que invita a caminar en silencio o a compartir confidencias con quien va al lado.

El aire huele a tierra y a mosto, a campo recién arado. A lo lejos, el perfil de Villafranca de los Barros aparece como una promesa de descanso.

El grupo avanza despacio, disfrutando de los últimos kilómetros. Ya no se habla tanto; basta con una mirada o una sonrisa para entenderlo todo.

Al llegar, la emoción se hace palpable. Villafranca recibe a las peregrinas con hospitalidad y afecto, y ellas responden con gratitud. Tres días de camino han forjado un lazo invisible entre todas. La fatiga se disuelve en la alegría de sentirse vivas, acompañadas y, sobre todo, fuertes. El Camino sigue sanando, paso a paso, alma a alma. “Caminar cura, une y enseña a seguir viviendo con la certeza de que siempre hay un nuevo amanecer".

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