El local de 'Casa Comidas La Parra' fue el primer negocio que Pepa Bernabé abrió en el año 70. Se trataba de un lugar acogedor, familiar y distendido frecuentado en su gran mayoría por los soldados que realizaban el servicio militar en las inmediaciones del aeropuerto. "Muchos de ellos se decidían por los bocatas y los huevos fritos y el que quería, podía arrimar el hombro y ponerse a cocinar él mismo el plato que quisiera degustar", señala Pepa.

Según afirman antiguos clientes, 'La Parra' era un lugar lleno de encanto cuya clientela cambiaba durante los fines de semana, ya que sus mesas se llenaban de los que la dueña denomina cariñosamente como "su gente de Jerez", en referencia a las familias de toda la vida y a las personas que éstas primeras recomendaban probar los platos de 'La Parra'.

"Una vez vino un cónsul alemán con su mujer y unos amigos para probar nuestras especialidades. Para mí fue un orgullo que volviera con ellos ya que con anterioridad traté en mi negocio a este señor sin saber quien era en realidad. Su regreso significaba que había quedado contento y que mi casa era digna de que su gente la conociera".

Fueron años muy bonitos afirma la dueña, "puse toda mi ilusión y mis ganas en el trabajo. Luché como nadie y gracias al amor propio que tengo salí adelante. Por aquel entonces yo estaba en <> con mi marido ya fallecido, Andrés Zambrana".

Hoy en día su lucha sigue siendo la misma, y en su afán de agradar a clientes de lo más variopintos en condición social, su casa acoge a buena parte de los trabajadores obreros de la zona Madre de Dios, a clientes con situaciones económicas más desahogadas y sobre todo a mucha gente de fuera que, siempre grata al recuerdo de tan pintoresca dueña, no dudan en volver.

En la actualidad y desde 1982, sus clientes y amigos siguen fieles a la buena mesa de 'Casa Pepa' el restaurante de comida tradicional casera que Bernabé abrió con motivo de la inmensa petición de sus adeptos en Jerez. Concretamente en la plaza Madre de Dios.

Según cuenta Pepa, recién abiertas sus puertas allá a principios de los ochenta, los fieles siguieron la tradición de su visita cotidiana, pero afirma con pena que cuando "sus trabajadores" (en referencia a los obreros) empezaron a ser el grueso de su fuerte, "su gente de Jerez" dejó de ir con tanta asiduidad. "Yo soy más socialista que nadie. ¿El arquitecto y el albañil no pueden comer bajo el mismo techo?. Pues yo los sentaba en mi mesa a todos. Hoy hay lugares en los que a los trabajadores se les niega la entrada a un comedor por ir con su mono. En mi casa son bien recibidos todos".

Cuenta con cierta pena, que al ir a celebrar hace unos meses el 25 aniversario de su negocio, invitó ilusionada a políticos y empresarios locales y tuvo que cancelar cualquier tipo de acto al no verse respaldada. "Pero lo celebré a mi modo con mis clientes. Disfrutaron de solomillo, gallo, jamón y de todo a precio de menú del día".

No le ha ido tan mal, aunque cuelga la pena y la da por vivida se centra en su negocio y en el próximo que está pendiente de inaugurar el año que sigue. Se trata de un local de 500 metros cuadrados en el que piensa ubicar un restaurante italiano con su sello de identidad según afirma la restauradora y cabe decir, que la ilusión la conserva intacta. Esa que su hija Remedios Zambrana, propietaria de la conocida pizzería 'Marruzella', dice poner en cada proyecto que se embarca.