Gratitud y responsabilidad

José Ángel Aparicio
- Delegado territorial de Educación

09 de diciembre 2025 - 04:00

SER delegado territorial ha sido el mayor regalo de este año que ya estamos terminando.

Una responsabilidad enorme, pero que nutro de ilusión porque vengo de las aulas, he sido profesor, jefe de estudios y director del IES Padre Luis Coloma, y sé bien que la educación es la profesión más bonita del mundo: la que transforma, la que acompaña, la que abre puertas incluso cuando fuera sopla el viento en contra.

Haber vivido la escuela desde dentro me ayuda ahora a mirar esta tarea con humanidad, gratitud y una sensibilidad muy especial.

No escondo que los primeros días sentí vértigo. Vértigo a no llegar a todo, a que las necesidades de tantos centros me desborden, a no estar a la altura de la confianza recibida. Pero ese sentimiento de vértigo, lejos de paralizarme, es un impulso. Es energía para afrontar un reto que exige lo mejor de cada uno.

Si se ha depositado en mí esta responsabilidad, la respuesta sólo es una: trabajar. Trabajar con serenidad, con escucha y con honestidad, sin hacer caso al ruido.

Una de mis mayores inquietudes es la convivencia escolar, el ambiente en los centros educativos, el sufrimiento humano.

Educar es convivir entre personas que están en momentos distintos, personas diversas, con su propio mundo emocional. Por eso, una prioridad es reforzar las redes de apoyo, dar espacio a la orientación y crear entornos seguros donde nadie se sienta desamparado. Como recordaba Paulo Freire, «la educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo». Y ese cambio sólo ocurre cuando cuidamos los vínculos y el bienestar de quienes enseñan y aprenden.

Es necesario mirar de frente a la diversidad. Nuestro alumnado es plural, rico, lleno de matices. Se debe entender como un tesoro que florece cuando se acompaña con recursos, empatía y coordinación real.

Ningún niño o niña debería ver limitada su oportunidad de aprender por el lugar en el que vive o las dificultades que arrastra.

Siempre he mantenido una máxima personal, incluso en los momentos más exigentes: no venimos a la vida a sufrir, sino a disfrutarla, también desde la escuela. Caerse no es el problema; el verdadero aprendizaje está en levantarse juntos. Por encima de todo está la felicidad de nuestros niños y niñas. Y también en la satisfacción de cada equipo educativo. Un maestro feliz, una profesora contenta, transmitirá con entusiasmo y siempre, desde la experiencia del disfrute se enseña y se aprende mejor.

La tranquilidad, el equilibrio, el derecho a ser escuchados, el saber escuchar, el sentimiento de pertenencia, de equipo, de ahí nace el aprendizaje auténtico.

Y es ése el espíritu que me ayuda cada día a seguir con ilusión siempre renovada. Empiezo este camino con humildad, con ilusión y con la certeza de que, si trabajamos unidos, al menos hasta donde podemos llegar nosotros en nuestra provincia, veremos a la escuela y su gente cada vez mejor, más sólida, más alegre, terreno firme para el cuidado, que inspire y que mire al futuro con esperanza.

Os deseo a toda la comunidad educativa de la provincia de Cádiz unas Felices Fiestas.

stats