Aeronáutica

Pilotos de exhibición por una buena causa

  • Los jerezanos de ‘Vampir Fliers’ colaboran con la Asociación de Niños con Fisura Labiopalatina y ya son un clásico en los festivales aéreos españoles

Los pilotos con sus aviones en el aeródromo de Lebrija.

Los pilotos con sus aviones en el aeródromo de Lebrija.

Dos jerezanos, apasionados por la aviación, conforman el equipo aéreo ‘Vampir Fliers’ con el que recorren toda España ofreciendo la contemplación de sus aviones a quienes comparten su misma afición. El equipo lo conforman Rafael Cala, que es quien pilota el Sable Vampire, y José Ferrera, piloto de reserva del Vampire y piloto del Challenger.

Este próximo 20 de junio estarán en el Festival Aéreo de Motril. Tras muchos años se han ido haciendo una fama que provoca que “ya nos llamen de todas partes”.

Los pilotos destacan que “comenzamos en el Festival de Cádiz, después fuimos a Torre del Mar en 2017” donde su participación es habitual y donde se han codeado con algunos de los mejores pilotos nacionales, como son los de la Patrulla Águila, el equipo acrobático del Ejército del Aire español. Así como internacionales, cual es el caso del piloto de la NASA Scott Helly, con quien colaboraron en el Festival de Torre del Mar de 2020.

Estos pilotos de exhibición (no confundir con acrobáticos) también llevan sus aviones fuera de España, como es el caso de la reunión de Portugal. Tanto Rafael Cala como José Ferrera reconocen que “de esto no se vive, es lo que nos gustaría, ambos lo tenemos como afición. Nunca sabes si cuando la afición se convierte en trabajo va a perder su encanto”.

Ambos tienen sus trabajos, lo que les permite sufragar una afición por la que no cobran, es más, les genera unos importantes gastos por el simple hecho del amor a volar. Pese a todo, y aprovechando que van a seguir adelante con esta afición, están recaudando fondos para la Asociación de Niños con Fisular Labiopalatina.

“Los aviones los hemos comprado, cada uno el suyo. No es una inversión barata” ya que el mantenimiento es exigente al máximo. Rafael, además de piloto del Vampire, ejerce de mecánico del equipo. Lógicamente, como todo trabajo bien hecho, necesitan de un entrenamiento constante. Así, José Ferrera destaca que “ya disponemos de un hangar en el aeródromo Areonebrix (Lebrija) que es el aeroclub donde radicamos en la actualidad. Nos ha costado pero ya por fin tenemos nuestros hangar y allí guardamos los dos aviones”.

Con el verano y el buen tiempo empieza la temporada de los festivales aéreos. “Nos llaman y acudimos. Ahora mismo la verdad es que nos cuesta el dinero, porque lo que nos pagan es el combustible. El desgaste al que se ven sometidos los aviones lo pagamos nosotros”.

Lejos de las carlingas y las alas, “en la vida civil”, José Ferrera es profesor de Bachillerato y Secundaria mientras que Rafael Cala trabaja en una empresa de aceros inoxidables y servicios técnicos de ascensores.

“Somos pilotos de exhibición, es decir, nos dedicamos a exhibir unos aparatos cuya contemplación resulta muy curiosa y atractiva para los amantes de la aviación”.

Así, destaca que “el de Rafa es un avión único en Europa, es un Vampire monoplaza” mientras que el de José es un avión americano, Challenger, “que se utiliza mucho en Canadá pero por Europa es muy extraño. En España sólo hay dos, es un hidroavión monoplaza, con forma de barco pero sin flotadores”.

A ambos les viene la afición de muy niños, uno se aficionó a memorizar modelos de aviones y otro a coleccionar todo aquello que le llegara a sus manos en forma láminas y parches. Con el paso del tiempo encaminaron sus vidas a otros senderos profesionales pero sin renunciar a volar sus aparatos en cuanto el tiempo lo permite por toda la geografía española.

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