San Fernando

Janer, una primera piedra que llega después de 22 años de espera en San Fernando

  • Desde que en 1999 se desmantelara la Escuela de Artillería de la Armada, La Isla ha intentado desarrollar estos suelos

  • Cuatro alcaldes, dos crisis económicas, dos PGOU y hasta un importante yacimiento arqueológico con una necrópolis púnica han tenido que ver con Janer en todo este tiempo 

Janer, tras los trabajos de desbroce que se han llevado a cabo en las últimas semanas.

Janer, tras los trabajos de desbroce que se han llevado a cabo en las últimas semanas. / Sonia Ramos (San Fernando)

La primera piedra del parque empresarial y comercial que se levantará en Janer llega 22 años después del cierre de la Escuela de Artillería y Dirección de Tiro de la Armada que ocupaba estos terrenos. Y eso que de ese desarrollo se empezó a hablar en el mismo verano de 1999 en el que Defensa desmanteló el acuartelamiento tras anunciar su traslado a Cartagena.

Janer –que hoy, después de más de dos décadas– iniciará las esperadas obras de urbanización, ha sido uno de los proyectos urbanísticos más tortuosos, complicados y que más se ha demorado a lo largo del tiempo al pasar también por largos periodos de letargo, años en los que no se ha avanzado absolutamente nada. Hasta para La Isla, acostumbrada a que los proyectos se eternicen, ha resultado demasiado.

Cuatro alcaldes, dos PGOU, dos crisis económicas y hasta un yacimiento arqueológico de cierta envergadura –con necrópolis púnica incluida– han tenido que ver con los suelos de Janer en estos 22 años que los terrenos llevan a la espera de ser algo más que un simple solar de 65.000 metros cuadrados en desuso y a la espera de servir para algo en la ciudad.

Su historia empezó, precisamente, en el verano de 1999, cuando la Escuela de Artillería despidió a su última promoción de alumnos antes de iniciar su desmantelamiento, que el Ministerio de Defensa había confirmado unos meses antes.

Aquello supuso para La Isla un punto de inflexión después de años reivindicando y exigiendo la desafectación de suelos militares en tanto que despertó un amplio rechazo ciudadano ante lo que suponía la pérdida de una nueva instalación de la Armada y sus consecuencias: se marchaban alumnos, oficiales, suboficiales... Y también, claro, sus nóminas y la actividad económica que en torno a ellos se movía.

Años más tarde todo esto se confirmaría con la desaparición de la mili y con otro cierre, el de la Escuela de Infantería de Marina. Pero Janer, en realidad, fue el detonante que hizo cambiar el discurso que hasta entonces se había mantenido con respecto a la permanencia de instalaciones militares en la localidad.

Eso sí, consumada la desaparición de la Escuela de Artillería, desde el primer momento se empezó a hablar de la recuperación de los suelos para la ciudad y de destinarlos a la actividad económica. Incluso ya en 1999 se aventuraba el papel de Zona Franca en este desarrollo.

No obstante habría que esperar hasta 2005 para que el Consorcio gaditano confirmara su intención de adquirir los terrenos para impulsar, en principio, un centro de negocios. Se llegó incluso a firmar un protocolo con el Ministerio de Defensa.

Una de las claves del proyecto fue siempre la cobertura urbanística que precisaba una actuación de semejante calibre tras la desafectación de los terrenos. La tentativa municipal de sacar adelante este desarrollo a través de una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), tramitada en 2006, fue rechazada en 2008 por la Junta de Andalucía. Para desarrollar Janer era necesario esperar a la aprobación del nuevo Plan, que no se produciría hasta cinco años más tarde, en 2013.

Ese mismo año, Zona Franca formalizó al fin la compra de los terrenos por seis millones de euros. Y con el Ayuntamiento se empezaron los trámites urbanísticos con la redacción del plan especial de ese parque comercial. Fue entonces también cuando al llevar a cabo la intervención arqueológica previa se dio con un importante yacimiento: una necrópolis con una treintena de enterramientos del periodo púnico. Todo, no obstante, se paralizó cuando llegó el momento de acometer el proyecto de urbanización. Las actuaciones en marcha se frenaron en seco.

Años más tarde, en 2018, el Consorcio reconoció la imposibilidad de acometer por su cuenta el proyecto de Janer y anunció la venta de los terrenos. En 2019 –y tras una primera tentativa que quedó desierta– Ten Brinke se adjudica la compra de los suelos, que si embargo no se formalizó hasta el pasado mes de mayo.

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