La hipótesis de Demófilo
Los cantes flamencos | Crítica
Libros Corrientes reedita la traducción de la obra 'Die cantes flamencos' de Hugo Schuchardt que esperó 109 años para ver su primera versión en nuestro idioma
La ficha
'Los cantes flamencos' (1881). Hugo Schuchardt. Edición de Gerhard Steingress, Eva Feenstra y Michaela Wolf, Libros Corrientes, 225 pp.
Die cantes flamencos de Hugo Schuchardt, es el primer texto sobre flamenco escrito en otra lengua que no sea español. Fue publicado en 1881, pocos meses después de que se publicara la Colección de cantes flamencos de Antonio Machado Álvarez, de la que, además, es una réplica. No es que la colección fuera exactamente "el primer libro dedicado al flamenco", como a veces se ha dicho. Es que a la poesía popular cantada que incluye la obra anteriormente se la llamaba, en lugar de cantes flamencos, cantos españoles, andaluces y del país.
El propio Silverio, al que Machado Álvarez dedica un capítulo en su libro, utilizaba esta denominación, anterior a flamenco.
El texto de Schuchardt, que visitó en Sevilla a Silverio Franconetti en su café, contradecía la tesis principal de Antonio Machado y Álvarez Demófilo. Donde Demófilo decía que el flamenco era originalmente gitano para luego "andaluzarse" y convertirse en un "género mixto", Schuchardt le desdecía mostrándole cómo esas coplas son, más que gitanas, poesía "gitanesca" o agitanada.
El gitanismo es un fenómeno romántico que se extiende por toda Europa con el Romanticismo y que poco o nada tiene que ver con los gitanos de carne y hueso.
Como señala Gerhard Steingress en el epílogo a esta edición: "Si bien es cierto que, desde Demófilo, la pertinaz ficción del originario cante gitano pasó a ser el núcleo ideológico de gran parte de la flamencología tradicional, también lo es que el mismo año del nacimiento de esta falsa hipótesis, Schuchardt había aportado suficientes datos para su refutación". Lo más curioso es que esta primera crítica al idealismo gitanista pasó desapercibida y el texto no fue traducido (ni prácticamente leído) hasta 1990, cuando Gerhard Steingress, Eva Feenstra y Michaela Wolf llevaron a cabo la tarea de colocar en su lugar un texto que se adelanta en un siglo a las primeras críticas de la flamencología que en su momento, 1999, nosotros denominamos como "tradicionalista".
Esta edición de la Fundación Machado de Sevilla es la que se reproduce ahora, aligerada de algunos apéndices.
"Creo haber demostrado que los cantes flamencos no pueden considerarse de ningún modo como el declive de una antigua y auténtica poesía gitana, sino que son esencialmente una poesía andaluza que ha sufrido en su lenguaje, por de pronto, un cierto agitanamiento. De antemano podemos señalar que al buscar en los cantes otros elementos gitanos sólo han aparecido bien por casualidad, bien porque han sido introducidos en ellos por la afición, lo que quiere decir que no son de ningún modo elementos esenciales y originarios", según afirma Schuchardt. ¿Cuál es la razón de este agitanamiento? Pues un fenómeno prerromántico y romántico, el gitanismo, que recorre el arte europeo en el siglo XIX, desde Mérimée a Bizet pasando por Victor Hugo o Giuseppe Verdi.
En lo relativo al flamenco, a lo que hoy llamamos flamenco, es un proceso artificioso y teatral, que nada o poco tiene que ver con los gitanos de carne y hueso del momento.
Hecho por "poetas cultos", que incluían gitanismos, o incluso falsos gitanismos, muchos de ellos tomados del propio George Borrow, en sus obras.
El primero que equiparó flamenco con gitano, no a nivel musical ni coreográfico sino, sociológico, fue George Borrow en su obra The Zincali, publicada en Londres en 1841.
El siguiente paso, hacia lo musical y coreográfico, se dio en la prensa madrileña en torno a 1850.
De manera que Machado Álvarez ya asume ambas identificaciones, tanto la sociológica como la musical-coreográfica, que Schuchardt, en lo literario, desmiente en esta obra.
Borrow ya había hablado de estos poetas "agitanados". Pero lo que Borrow considera una degeneración, hipótesis que asume Demófilo, es lo "original" según Schuchardt. No existía esa edad de oro ni esa "poesía gitana" original.
Así que la hipótesis de la flamencología tradicionalista no es original de Demófilo sino que este la toma de Borrow.
De la misma manera, es posible que el hecho de llamar a los gitanos flamencos sea un invento del propio Borrow, ya que no aparece en texto alguno antes que en The Zincali. Después, la identificación corre como un reguero de pólvora.
¿Cuál es la razón de este malentendido? Los prejuicios. Los prejuicios hispánicos. Los que aún se enseñorean en la supuesta investigación, en las cátedras del conservatorio. Antes de aprender a mirar la realidad tenemos que aprender cuáles son nuestras anteojeras. Son estas las que levantan muros, imponen cismas, fronteras, entre los seres humanos. También, por supuesto, la falta de amor propio que hace que una seña de identidad hispana como la danza y la música sea menospreciada, minusvalorada, en los ámbitos institucionales. Schuchardt, como otros foráneos de lo jondo, no tuvo ningún problema en señalar que el emperador estaba desnudo. Pero nadie quiso escucharlo. Nadie quiere escucharlo.
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