Cultura

Raphael, un mito en plena forma

  • El artista de Linares llena dos noches consecutivas el Teatro Villamarta con su gira 'Mi gran noche'

Raphael triunfó en Jerez antes incluso de pisar las tablas del Teatro Villamarta. Con una función prevista para el viernes y otra para el sábado, y con las entradas agotadas casi desde el día que salieron a la venta, el de Linares llegó a la ciudad seguro de que después de tantos años de ausencia sería bienvenido. "Nunca más", dijo en el concierto, reconociendo que había pasado demasiado tiempo desde su última actuación en Jerez.

Así no es de extrañar que el público que llenó el viernes el Villamarta recibiera a Raphael de pie y con aplausos confiado de que la actuación valdría la pena. Y esta muestra de admiración sólo fue el principio de lo que la noche le deparó al artista. Durante casi tres horas, en las que repasó más de una treintena de canciones que le han permitido vivir en los escenarios durante los últimos 53 años, Raphael dejó claro que lo suyo no es simplemente cantar, sino interpretar en el sentido más amplio de la palabra. Por eso cada canción comenzaba y terminaba con los aplausos de un público que estuvo más tiempo de pie que sentado.

A sus 70 años demostró que sigue estando en plena forma y su público fiel le perdonó los fallos de voz que aparecieron en (pocas) ocasiones al inicio de su actuación. Los movimientos que le hicieron famoso desde sus inicios, los bailes y la complicidad con los asistentes protagonizaron la actuación en la que presentó su último disco 'Mi gran noche'. El espectáculo de voz y luces se completó con una banda encabezada por el argentino Juan Pietranera, magnífico al piano, y compuesta también por el teclista David Pérez, el batería Ezequiel Navas, el bajista Javier Muñoz y el guitarrista Juan Guevara.

Si ha de ser así fue la canción con la que salió al escenario y a la que le siguieron Mi gran noche, No tiene importancia, Los amantes o Amigo fiel, todas de su último trabajo discográfico en el que recopila aquellas canciones que en su momento quedaron eclipsadas por otras que le dieron la fama. Aun así, tuvo tiempo de repasar otras 'joyas' de su repertorio como En carne viva, Escándalo, Adoro... Durante la actuación dedicó también palabras de cariño al compositor jerezano Manuel Alejandro, que tantas canciones le ha compuesto, recordando que el año pasado "la suerte nos unió de nuevo", dijo antes de cantar Cuarto estrellas del álbum El reencuentro, el trabajo que ambos realizaron juntos en 2012. Momentos después el Villamarta quedaba en silencio para escuchar la voz profunda de Raphael, acompañada sólo por la guitarra de Guevara, en Discúlpame.

En la noche de emoción y sentimiento hubo también tiempo para los 'fallos' del directo, ya que cuando Raphael interpretaba entusiasmado Eso que llaman amor, el sonido dejó de funcionar. El público entregado, mientras el cantante cuestionaba qué estaba ocurriendo, le respondió con unas de sus canciones: "Qué sabe nadie...", gritaron desde el público. Minutos después continuaba la actuación, hasta que el sonido volvía a fallar por segunda vez. "Vamos a hacer un descanso", dijo Raphael, esperando que se solucionara el contratiempo, mientras desde el patio de butacas los asistentes cantaban con humor: "Escándalo, esto es un escándalo".

Tras el parón imprevisto, Raphael retomó con fuerza su actuación y, acompañado por el público, repasó Hablemos del amor, Estuve enamorado, Cuando tú no estás, Maravilloso corazón o Piénsalo. "Eres mi amor platónico", le gritó una señora desde su asiento. "Eso se lo dice usted a todos", respondió con su descaro habitual un Raphael que, ante los gritos de las más de 1.100 personas que llenaron el teatro, reconocía sentirse "muy querido".

Poco a poco la noche iba llegando a su fin y, aunque seguramente el público echó en falta muchas canciones (es lógico cuando la trayectoria profesional es tan extensa), Raphael cerró con una de las muchas que le han llevado hasta donde está: Que sabe nadie. El respetable se quedó, por supuesto, con ganas de más y convencido de que el título de la gira, 'Mi gran noche', se había hecho realidad.

El 'efecto' Raphael se prolongó más allá de la actuación y las fans del artista no dudaron en esperarlo en la puerta del Villamarta para despedirlo. Con gritos y aplausos el cantante se montó en el coche y dejó con lágrimas de alegría a muchas de las seguidoras que consiguieron saludarlo.

Tras más de medio siglo encima de los escenarios, Raphael puede presumir de ser un mito vivo y en plena forma a juzgar por un público de madres, padres, abuelos e hijos que llenaron el coliseo jerezano, igual que está ocurriendo en el resto de conciertos del artista. No es raro, por tanto, que los fieles de Raphael pensaran que el teatro era 'poco' para el cantante, "él necesita un estadio como mínimo", tal como decían en el patio de butacas, poco antes de que Raphael saliese al escenario.

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