La caligrafía que relata retazos de vida
Diario de las Artes
WILLIE MÁRQUEZ
Estudi Tur Costa
IBIZA
La vida artística de este jerezano ha tenido durante mucho tiempo un centro geográfico muy definido: Ibiza. Es verdad que a Willie Márquez no es fácil verlo acomodado en un único sitio. Él es de espíritu inquieto y de ansias indomables y va dónde lo lleven los vientos de su poderosa creación y de su acuciante necesidad vital. Por eso ha vivido intensamente en muchos sitios aunque la bella isla Pituisa fue la impulsora de muchas de sus aventuras artísticas y donde encontró asentamiento para su vida y para los amplios esquemas de un arte que él ha hecho personal e intransferible y le ha concedido marchamo propio; una marca personal, una denominación de origen, a lo Willie Márquez, clara y definitiva.
Willie ha vuelto a Ibiza a exponer su obra. Algo normal si se tiene en cuenta que allí se extendió y agrandó una cerrera que ya está totalmente consolidada y en los medios de una joven madurez. Ahora está asentado en su Jerez natal; un Jerez distinto al que vivió en su primera juventud y que poco aportaba a sus horizontes diáfanos de buscador incansable. Su obra se encuentra en ese modo de evolución constante que tienen los buenos creadores; sin embargo, sus avances formales siempre están posicionados en aquel ejercicio básico de pintura expansiva creada desde una línea calígráfica que ha sido el sustento de ese lenguaje que lo identifica y le da esa personalidad poderosa. La obra de Willie ha suscrito - nunca mejor empleado el término - un desarrollo lineal donde una factura gráfica va creciendo en formas, de apariencia inconexas pero seguras, certeras y lúcidas. Desde ellas, cualquier cosa puede ser factible en una obra sin principio ni fin; una obra total que genera la emoción suprema de la plástica pura. Porque Willie Márquez es un artista de difícil encasillamiento debido a su amplísimo repertorio de acciones siempre con un denominador común: la caligrafía.
Con ella desarrolla una obra de muy amplio espectro, capaz de componer un estamento artístico diferenciador. La obra de Willie Márquez puede abarcar cualquier estamento, puede ser el apoyo sustentante de cualquier soporte material. En la pintura sobre tela la línea continua de su grafía dibuja episodios que se sitúan entre la representación y la abstracción. Esa línea gráfica constante es motivo idóneo para componer, asimismo, una escultura que abre las más expectantes perspectivas plásticas. Protagoniza, además los poderosos y determinantes espacios de icónicos elementos; así pinta en los más inesperados e imposibles soportes; en los que son y han sido de noble naturaleza; en los que encuentra y le sirven para sus poderosas argumentaciones; en las más sofisticadas botellas de agua mineral, de esas que están de moda y son valiosísimas, en los vestidos de diseños fastuosos, en los augustos cristales de Svarosky, en los toros de Osborne del gran Manolo Prieto, en los metales, en los capotes del torero Sebastián Castella, su amigo… en todo. Y siempre, con ese sello personalísimo, a la manera de Willie Márquez. Es artista de artistas. Por eso, su trabajo estuvo unida a los grandes del flamenco, a Pepe Habichuela, a Niña Pastori, a Ketama, a Tomasito a Navajita Plateá… que vieron en su caligrafía una profunda huella de colaboración artística.
Willie ha expuesto en sitios de verdadera importancia, en galerías de prestigio y centros de arte de absoluto reconocimiento. Pero, y ahí reside su grandeza, lo hace también en aquellos sitios donde sus amigos lo solicitan. Este que esto les escribe lo puede confirmar. En poco tiempo, ha presentado su obra en la Sala Pescadería, el espacio jerezano destinado a los artistas de mayor importancia, con una significativa exposición individual; asimismo presentó una gran exposición en las estancias de la Bodega Osborne; pero, también, en una humilde colectiva, homenaje a los artistas de vecindad. Ahora vuelve a Ibiza, a una galería señera, Estudi Tur Costa. Lo hace con su obra de siempre, sustentada desde su apasionante caligrafía; pero dando pasos adelante y conformando estamentos nuevos, donde la incipiente mancha asegura una poderosa realidad plástica y donde espacios cromáticos, muy bien calculados y perfectamente definidos, integran la constante línea gráfica en un nuevo argumentario que manifiesta una marca, todavía, más relatora de su personalidad artística. Pinturas que, además, se complementan con esa escultura expansiva e intervencionista que abre las perspectivas de una obra siempre fiel a su origen pero en una sensata evolución hacia adelante.
Willie Márquez deja su espacio de creación jerezano para volver a la isla que tanto tuvo que ver en su carrera. Lo hace con esa personalidad propia, con ese carácter definidor de un lenguaje que lleva su nombre y con ese apasionamiento formal - y existencial - que lo caracteriza. Una exposición que se abre a nuevos sistemas pero, siempre, con su marca inequívoca llena de particularidad y esencia creativa.
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