Análisis

Felipe Morenés

125 aniversario de la creación de la Yeguada Militar

El viernes 22 de junio actual, tuve el privilegio de ser invitado a presenciar los actos del 125 aniversario de la creación de la Yeguada Militar. Invitaba el secretario general técnico del Ministerio de Defensa y en su nombre el teniente coronel jefe del Centro Militar de Cría Caballar de Jerez de la Frontera, Don Antonio Gómez Pascual.

Lugar: Cortijo de Vicos; Uniformidad: Personal militar, uniforme de diario modalidad C; Personal civil, de acuerdo con la solemnidad del acto. Por supuesto el que suscribe, traje oscuro, camisa blanca, corbata con la bandera roja y gualda del Reino de España, etc.

Efectivamente, el acto era solemne; un siglo y cuarto criando caballos y yeguas con éxito, pulcritud, constancia, afición y seriedad, no se cumplen todas las semanas. Para mí, ir a Vicos y Garrapilos es una fiesta. Un placer.

La tarde era hecha a medida; viento fresco de poniente, el campo aun verdea por la abundancia de lluvias en la primavera, las yeguas con sus potrillos lucen orondas en los "elíseos prados jerezanos" al decir cervantino en el Quijote. Afirma el sabio profeta en el Corán que el mayor solaz para el alma es ver pacer una piara de yeguas con sus potrillos.

Vicos es un cortijo excelente para lo que se quiera, pero a producir hierba es inigualable; y una primavera como la que hemos tenido, aún más. La Yeguada Militar se funda en Moratalla en Córdoba con la finalidad de criar caballos 'padres' de primerísima calidad para mejorar la cabaña equina de España deteriorada por el expolio padecido por los frailes en las sucesivas desamortizaciones de Juan Álvarez Mendizábal y Madoz que privaron a los conventos de sus propiedades rústicas y urbanas; antes la invasión de las tropas napoleónicas y las requisas del ejército en las guerras carlistas.

Como decía, al crepúsculo, cuando alcaravanes y chotacabras salen de sus escondites al frescor de los carriles a cazar insectos, enfilaba la entrada del Cortijo de Vicos, pausadamente, observando a diestra y siniestra yeguas y potras pacer en las abundosas yerbas del campo jerezano.

Al llegar a Vicos, todo era orden, limpieza, organización exquisita; como se dice vulgarmente "echar la casa por la ventana". Unos oficiales nos indicaban dónde aparcar los automóviles; suelo regado, ausente de polvo cual campiña inglesa.

Pasamos a una pista de exhibición de albero. Detrás unas tribunas de impoluta cal blanca, asientos con sus cojines y el emblema de los Servicios de Cría Caballar. Allí estaban los que tenían que estar: personal civil y militar, autoridades civiles y militares. Representando a Jerez Don Francisco Camas y el alcalde de la vecina pedanía de la Barca de la Florida, Don Alejandro López Valenzuela, presidentes de ANCCE, Don José Juan Morales y de Angloárabes, Don Antonio Campos Peña; presidente de los Caballos Españoles de la Provincia de Cádiz, Don José Antonio Romero Haupold y el teniente coronel de la Yeguada en Écija, Don Juan Manuel López. La nómina es prolija, por ello pido disculpas a quienes no cite.

Se realizó una cuidada y esmerada presentación de caballos y yeguas exponencial del magnífico ganado que se cría en el Cortijo Vicos: 3 yeguas adultas: 2 castañas y una torda; 2 caballos sementales a la mano: un castaño y otro tordo; 8 lotes de tres yeguas tordas y castañas; 2 sementales españoles a la mano; 2 sementales árabes a la mano; 3 yeguas de pura raza árabe; 4 lotes de 6 yeguas en cobras. Y después desfilaron algunos coches enjaezados: un Landau a la cuarta con guarniciones continentales enganchando al dominó caballos españoles tordos y castaños, dos hispanos árabes enganchados en un milord, un semental español a la limonera en un spider faetón.

Remató la exhibición con el soberbio espectáculo de dos cobras de doce yeguas cada una -una de tordas y otra de castañas- al son de cantes de trilla en los altavoces; las conducían el cabo 1º Cárdenas y el cabo 1º Sánchez; el astro rey se hundía por el poniente mientras sonaban las campanillas de las yeguas en las cobras, las trallas y las voces de los cabos yegüeros al son de los cantes de era: "Tengo una yegua lunanca que tiene una potrita lucera con una patita blanca".

A la hora precisa, tuvo lugar la arriada de la enseña nacional, solemne y emocionante, en el silencio mientras vibraban los acordes del himno nacional solo interrumpido por las campanillas de los collares de las yeguas de las cobras. Como es tradicional la oración por los caídos erizó los vellos de los presentes pensando en aquellos valientes jinetes del Regimiento de Alcántara N.º 15 que se inmolaron el 22 de julio de 1921 en África, en el Río seco Igan, antes del desastre de Montearruit, a las órdenes del jerezano teniente coronel Don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, conde San Fernando de la Unión. Que coincidencia de fecha. Noventa y siete años hace ya de aquella luctuosa batalla en la que murieron heroicamente cerca de 700 soldados, oficiales y más de 500 caballos.

A continuación, el secretario general técnico asistido por el concejal Camas descubrieron una lápida en el patio del Cortijo que recordara la efeméride. Se brindo como es costumbre en los cuarteles en los actos por su Majestad el Rey alzando la copa de vino jerezano y se sirvió un exquisito refrigerio.

Mil veces felicito al teniente coronel Gómez Pascual, a todos los oficiales, suboficiales, tropa y personal civil por el inmenso esfuerzo que hicieron para que el Cortijo, con escasos medios prácticos y económicos, luciese tan limpio, cuidado y fulgurante como lució aquella tarde del 22 actual. No me cabe duda de que el Ejército del Reino de España sigue siendo lo que siempre fue: abnegación, servicio constancia y amor a la Patria. Un tesoro de valores morales.

Enhorabuena y por los doscientos años … y Vd. Que lo vea…

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