El anti antisanchismo

10 de julio 2025 - 03:05

El antisanchismo no es la mera oposición a una opción política o al político que dirige este país. Es más profundo. Es la reacción a una forma de hacer política y esto no está encapsulado en el adversario. El presidente español recibe o dice que recibe antisanchismo desde muchos flancos diferentes, incluido su propio partido. En el Parlamento, en los medios de comunicación, de los jueces, de la policía, en las redes sociales… Pero lo más curioso es que ese movimiento o percepción de una oposición destructiva, deshumanizada y radical es lo que más le fortalece, incluso en momentos como estos, en los que el relato del bulo decae a golpe de audio o nuevo hallazgo de la UCO.

Ya no le salva lo del fango, pero ahora ayudan Felipe González y otros históricos del partido que firman cartas para pedirle elecciones. La reacción que provoca el antisanchismo en las propias filas socialistas es un anti antisanchismo del que me advertía gente de izquierdas justo después del ingreso en prisión de Santos Cerdán. Ojo, que no está muerto (políticamente), porque los ataques que recibe son el mejor pegamento que le queda ahora al secretario general del PSOE, en el nivel de afiliados, simpatizantes y agrupaciones pequeñas o medianas. Más arriba está también el poder y la lucha por posicionarse y mantenerse para después del sanchismo.

Tras el debate de ayer en el Parlamento queda claro que también los grupos políticos que apoyan al Ejecutivo practican el anti antisanchismo, para alivio del presidente. Pese a la aparición de indicios o pruebas sobre prácticas corruptas que se instalaron en el propio Gobierno (no es sólo el PSOE), y pese a saber que hay dudas entre la ciudadanía sobre el nivel del conocimiento que tenía el presidente, mantienen su respaldo porque hay que oponerse a la oposición, porque conviene que el poder permanezca en la izquierda, frente a la derecha y otros antisanchistas.

Sánchez le debe mucho a todos esos que le atacan con furia y vehemencia, a la mala oposición política, como la de aquellos tan poco demócratas que ni siquiera se quedan en el Parlamento para escuchar a los demás, a los que hacen memes en redes sociales, a los que se ríen de su maquillaje, al juez que construye una causa con insinuaciones… Todo eso amalgama a sus partidarios y justifica el cierre de filas.

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