Raros

Gafas de cerca

03 de agosto 2025 - 03:05

Según el hallazgo terminológico del profesor Unamuno, y aunque se utilice con ligereza para denotar “las claves ocultas de un asunto”, “intrahistoria” es la historia de la gente que no sale en los libros de historia, ni en la prensa: la inmensa mayoría silente de los sitios a lo largo del tiempo, el decorado de los protagonistas. La intrahistoria del verano (no) la escribe gente periférica, que carece de moneda para alquilar a precio premium, de parientes en cuya casa “encalomarse” unos diítas, de ganas o de edad para estar cambiando de casa o yéndose a Asturias o Escocia a una casa ajena. A los intrahistóricos, sobre todo los no pudientes, les queda la opción también de hacerse domingers, no necesariamente el domingo. Pero por suerte vivimos en un país en que todos tenemos un coche y podemos hacer una vaquita con amistades o afectos para hacer comuna, y elevar el ratio wc per cápita a 6 o incluso a 10.

Aun habiendo gente que no veranea, cuando más se enturbia la diferencia entre los pueblos y las ciudades grandes es en verano, y más aún en agosto, más en concreto en las tres primeras semanas del mes de la holganza masiva. Urbes y villas cambian sus papeles. Las localidades costeras estresan sus costuras e infraestructuras; las serranas, de valle o llanura reciben con alegría, feria y romería, de brazos y bolsillos abiertos, a los forasteros, que en muchos casos se fueron a estudiar o trabajar a la ciudad y ya sólo vuelven al sitio de sus antepasados por fiestas. Salvo grandes poblaciones marítimas como Cádiz o Málaga, las capitales se marcan un Fonseca: tristes y solas. Pero hay raritos. Los normales se marchan, los raros resaltan en las calles vacías bajo la canícula o al fresquito de San Carrier en los pocos bares que quedan abiertos, convertidos en fondeaderos de un caribe impropio en el que se encuentran todos los piratas. Una multiculturalidad arrolladora, bien puede que al lado de tu domicilio habitual. Tiene su cosa. Para el rarito, claro (recordemos que rare, raro, es “selecto” en inglés). Muchos inocentes y desgraciados que deambulan como camuflados en el transcurso del resto del año son evidentes en las calles vaciadas de la ciudad. Me pregunto si odian el verano, porque prefieren ser intrahistóricos, como en cualquier día de otoño, primavera o invierno.

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