Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Un empacho de Juanma
Se ha puesto las orejeras y solo mira a un punto: el PP. Su comparecencia parlamentaria, ya lo había adivinado todo el mundo, pasaría por encima sobre el Consejo Europeo aunque estaba convocado para informar sobre su última reunión. Pero a Pedro Sánchez le tenía sin cuidado; él, como Umbral, venía a hablar de su libro. Del PP, de Feijóo, de la desgracia de los españoles por tener que sufrir al PP y a Feijóo. En su disparatada intervención, tras la enumeración de la lista de desastres que en su opinión sumaba el PP, Sánchez llegó a “exigir” a Abascal que no pacte con “la derecha” y fuerce elecciones en Valencia.
En esa lista de desastres que adjudica a Feijóo vía Mazón, no ha habido en el discurso parlamentario presidencial ni una sola referencia al papel del Gobierno ante la catástrofe de la dana. Mazón ha sumado desaciertos, pero el Gobierno central también tendría que dar muchas explicaciones sobre la tardanza en enviar ayuda. Excepto la UME, que actuó haciendo honor a su nombre, unidad militar de emergencias. Emergencias.
En su intervención parlamentaria el presidente actuó como si España fuera una balsa de aceite. Al mismo tiempo que se producía el debate parlamentario, el fiscal general del Estado estaba a la espera de que el Tribunal Supremo finalizara el interrogatorio a miembros de la UCO para declarar él mismo a continuación. Certificaba la UCO que García Ortiz procedió a borrar sus móviles el mismo día que fue imputado. Importante dato, pero a Sánchez, todo lo relacionado con la fiscalía le tiene sin cuidado.
Efectivamente Carlos Mazón tendría que haber dimitido hace tiempo, pero Ortiz tendría que haberlo hecho en cuanto se filtró información sobre la pareja de Isabel Ayuso. Filtración que, de tener su origen en la Fiscalía –que es sobre lo que se pronunciará el Supremo– sería un delito penado con prisión e inhabilitación para cargo público.
Pero Sánchez no quería hablar del fiscal general, ni de su familia, ni de la fontanera que dice que tenía encargos non sanctos ordenados por la cúpula socialista; no quería hablar de borrados de teléfono, ni de corrupción, ni de cajas de billetes guardadas en la residencia oficial de un ministro. Ni hablar de que Junts, socio indispensable para seguir gobernando, ha anunciado que se olvide de contar con su apoyo en el futuro.
Todo eso pasó a segundo plano. A Sánchez le interesaba insistir en que la legislatura llegará a término, y que lo importante es librar a España del PP.
Feijóo, que no siempre acierta, sí acertó en cambio al definir a Pedro Sánchez como el líder de la oposición al PP.
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